Los 27 empiezan a ver la luz al final del túnel tras años de bloqueo del pacto migratorio, pero todavía tendrá que esperar. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha asegurado que existe una mayoría en el seno de los 27 para fijar una posición respecto al reglamento de gestión de crisis, la pieza que se les resiste, tras atraer a Alemania, pero Italia ha frustrado el acuerdo, que se queda en standby porque, a pesar de contar con la mayoría suficiente, nadie se plantea sacarlo adelante sin el apoyo del país más tensionado por la llegada de personas migrantes.
La orden del canciller alemán, Olaf Scholz, de que su Gobierno dejara de bloquear el acuerdo la víspera de la reunión de ministros de Interior aceleró las negociaciones. La presidencia española hizo una nueva propuesta con algunos cambios respecto a la que estuvo a punto de salir adelante en el mes de julio y logró el visto bueno de Alemania. “Hay una voluntad mayoritaria incuestionable”, le dijo Marlaska a sus homólogos. La ministra alemana, Nancy Faeser, aseguró que había una mayoría cualificada después de conseguir algunas garantías sobre los estándares de acogida que no eran garantistas en el texto inicial. La intención de la presidencia española es que los embajadores dieran el visto bueno formal a la propuesta este mismo jueves, pero Italia expresó su rechazo hasta el punto de que el ministro de Interior, Matteo Piantedosi, que no intervino en la sesión, se fue antes de tiempo.
“En los próximos días”
“Puedo anunciar que hay una amplia mayoría, una amplísima mayoría de países que están de acuerdo con las últimas líneas de ese enfoque general que intentamos alcanzar. Estamos muy, muy cerca de alcanzar esa conformidad”, ha asegurado Marlaska, que se ha mostrado convencido de que el mandato para negociar con la Comisión Europea y la Eurocámara saldrá adelante en “los próximos días”, incluso antes de la cita de los jefes de Gobierno la próxima semana en Granada. También la comisaria de Interior, Ylva Johansson, aseguró que no hay “obstáculos grandes” en términos políticos y que los flecos por cerrar se formalizarán a nivel de los embajadores.
“Se ha avanzado mucho y seguimos en un punto casi de meta, únicamente hay una diferencia que son de matices que nos competen a todos los estados miembros, no me gusta individualizarlo en un estado miembro”, ha dicho Marlaska, que al igual que la comisaria, ha evitado en todo momento pronunciarse sobre los términos que han alejado a Italia del acuerdo. La propuesta, en todo caso, es descafeinada respecto a la propuesta de Bruselas y no contempla el reparto obligatorio de refugiados en situaciones de crisis como la de 2015 sino que establece un sistema de contribuciones financieras por parte de los países que se nieguen a acoger.
El Gobierno de Giorgia Meloni ha dicho que necesita tiempo para analizar el nuevo texto. A Italia no le convence que la propuesta pactada con Alemania que eliminaba las disposiciones para derogar las condiciones de acogida de refugiados en casos de emergencia que rechinaba al Ejecutivo de Scholz, y especialmente a los verdes, según publica La Stampa. La otra resistencia tiene que ver con el apartado de la instrumentalización de la migración. El Gobierno italiano, que ha declarado la guerra a las ONG que salvan vidas en el Mediterráneo, rechaza que no se les pueda acusar de “explotar” la migración para desestabilizar un país, como recogía la propuesta apalabrada por la presidencia española y Alemania, de acuerdo a ese diario.
Mientras el reglamento de gestión de crisis, que es una de las cinco piezas del pacto migratorio, siga bloqueado en el Consejo de la UE, el conjunto del plan seguirá paralizado. La Eurocámara ha frenado las negociaciones en otros dos expedientes hasta que los 27 fijen su posición negociadora de esa parte, que tiene que ver con la solidaridad. Es una forma de presionar a los 27, que se han marcado como objetivo sacar adelante el pacto migratorio -que se resiste desde hace ocho años- antes de las elecciones europeas de junio de 2024. Y para eso el margen se va acotando porque el mandato se da por finiquitado dentro de apenas seis meses.
Fuentes diplomáticas se muestran convencidas de que el acuerdo saldrá adelante en cuestión de días -ponen el lunes como horizonte dado que hay una reunión de los embajadores- y consideran que los recelos de Italia tienen que ver con sus problemas políticos internos. Meloni, y su socio de Gobierno Matteo Salvini, hicieron de la mano dura contra la inmigración una de sus ideas fuerza antes de llegar al poder. Ese endurecimiento no está sirviendo de nada teniendo en cuenta que las llegadas de personas que se juegan la vida en el Mediterráneo se han duplicado en el último año.
Un tema electoral clave
El acercamiento a Alemania, que quería un mayor equilibrio con los derechos de las personas migrantes, se ha producido justo cuando la tensión entre los dos países se ha exacerbado precisamente por la migración. El Gobierno de Scholz anunció que dejaba de acoger refugiados procedentes de Italia mientras ese país siguiera incumpliendo el Reglamento de Dublín por el que son los países de primera llegada los que tienen que gestionar lo relativo al asilo; pero Italia sostiene que tiene los servicios desbordados.
Y es que el incremento de las llegadas y de las solicitudes de asilo ha generado choques en el continente. Alemania -país que recibe el 30% de las solicitudes de asilo del conjunto de la UE y donde las encuestas pronostican un incremento de la extrema derecha- ha anunciado el refuerzo de los controles fronterizos con Polonia y República Checa. Polonia, por su parte, también ha anunciado un incremento de los controles de tránsito fronterizo con Eslovaquia dado que las llegadas por esa frontera se han multiplicado por siete durante el último mes.
La tensión entre el Gobierno de Scholz y el del ultranacionalista polaco de Ley y Justicia se ha recrudecido, además, después de que Berlín y Bruselas hayan pedido explicaciones por el escándalo de los visados a través de que la diplomacia polaca supuestamente vendió más de 250.000 visados a través de algunos de sus consulados en Oriente Próximo, Asia y África. Berlín teme que muchas de esas personas acabara en territorio Schengen mientras Varsovia ha acusado al socialdemócrata alemán de interferir en la campaña electoral del próximo 15 de octubre.