Estación 'Samba Martine': entidades sociales recuerdan a la mujer que falleció en el CIE por un diagnóstico ignorado

Hace 13 años, Samba Martine, una mujer de 41 años, falleció víctima de una negligencia médica. Murió sin diagnóstico apenas seis horas después de ser trasladada en estado grave al Hospital 12 de Octubre en un coche de policía. La autopsia reveló que la causa de su muerte fue una infección tratable: Samba era portadora de VIH, una condición que jamás le fue informada.

Durante los 39 días que pasó en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche, en Madrid, solicitó asistencia médica en once ocasiones, pero nunca recibió tratamiento adecuado. Por ello, desde ayer por la tarde, la estación de metro de Antón Martín y las indicaciones de la línea 1 de Madrid llevan temporalmente su nombre: “Samba Martín”. Esta acción simbólica fue impulsada por la Red Solidaria de Acogida, la Parroquia San Carlos Borromeo de Vallecas y otras colectivos más, con el propósito de conmemorar su aniversario y honrar su “coraje al desafiar las lógicas migratorias racistas y mortales de Europa”.

Originaria de la República Democrática del Congo, Samba Martine llegó a Melilla en 2011, donde ingresó en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Un análisis de sangre realizado en el Hospital Comarcal reveló que era portadora de VIH. Sin embargo, esa información nunca le fue comunicada, y su historial médico no se trasladó al CIE de Aluche cuando fue transferida a Madrid. Esta falta de coordinación entre instituciones fue fatal.

En al menos diez consultas, Martine describió síntomas persistentes como fiebre alta, dolor de cabeza intenso y malestar general, pero nunca se le realizaron pruebas diagnósticas que pudieran haber identificado su condición. La falta de un intérprete en la mayoría de las visitas médicas imposibilitó que pudiera comunicar adecuadamente la gravedad de sus síntomas, mientras que los profesionales se limitaron a prescribir analgésicos sin investigar las causas subyacentes. La ausencia de atención médica adecuada en un contexto donde su salud se deterioraba rápidamente dejó claro un patrón de desatención sistemática en el CIE.

Tras años de lucha, en 2020, el Ministerio de la Presidencia reconoció oficialmente la responsabilidad del Estado en su muerte. Fue la primera vez que el Gobierno admitió que un fallecimiento se debió al mal funcionamiento de los CIE, en este caso, el de Madrid (dependiente del Ministerio del Interior), el CETI de Melilla (bajo el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones) y la empresa SERMEDES S.L., encargada del servicio médico del centro en ese momento. Un año antes, dos peritos especializados en enfermedades de transmisión sexual declaraon ante el juez que Samba “habría tenido hasta un 70% de posibilidades de sobrevivir” si se le hubiera hecho el rest de VIH o una radiografía ante sus síntomas gripales persistentes.

La Red Solidaria de Acogida destacó en sus redes sociales que Samba Martine “es un ejemplo de lucha y un símbolo de movilización social contra los CIE y las fronteras, un legado colectivo que nos recuerda la urgencia de construir modelos de acogida centrados en la vida y los derechos humanos”. Desde la Parroquia San Carlos Borromeo añadieron: “Las razones por las que murió Samba no deben repetirse. Hacer memoria es recordar y luchar por la justicia. Este homenaje a Samba es precisamente eso”.

Desde 2011, colectivos sociales y entidades han mantenido vivo el recuerdo de Samba Martine como una exigencia para cerrar “esos lugares de no-derecho y dolor”. “Que no haya más vidas cercenadas como la de Samba Martine”, reclaman, subrayando que su memoria representa una lucha por la dignidad y los derechos humanos de las personas migrantes. Sin embargo, su caso no es aislado.

Otro ejemplo más reciente que puso el foco en la asistencia médica de los centros estatales de acogida fue el de Diallo Sissoko, un joven maliense de 21 años que falleció el pasado octubre en el centro de emergencias de Alcalá de Henares tras sufrir una parada cardiorrespiratoria. Antes de su muerte, había sido enviado al hospital desde el centro, pero allí solo le recetaron analgésicos. Según testimonios de sus compañeros, Sissoko se quejó durante días de un malestar persistente que terminó siendo fatal.