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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Europa no aprendió de Lampedusa: este verano han fallecido cerca de mil inmigrantes más que en 2013

El número de vidas ahogadas en su intento de llegar a Europa en lo que va de año triplica ya las registradas en todo el 2013, cuando la muerte de más de 300 personas en la costa de Lampedusa desató las promesas de los dirigentes europeos para alcanzar una solución que no llega. La “vergüenza” no cesa; aumenta con demasiada prisa: en los últimos dos meses y medio, 1.600 personas han muerto en las aguas del Mediterráneo, mil más que durante la totalidad del año pasado.

El pasado fin de semana volvió el debate a Europa. Una barcaza con 270 personas volcó cerca de la costa libia. De ellas, solo 19 pudieron ser rescatadas. El país norteafricano recuperó los cuerpos sin vida de al menos 100 inmigrantes o refugiados. El resto sigue en el mar.

Al día siguiente, la Marina italiana atendió el naufragio en aguas libias de otra balsa abarrotada. 100 personas iban a bordo. 73 personas sobrevivieron. Días después, el mal tiempo volcó un barco con 400 personas que se dirigían a la costa italiana. Según Acnur, fueron rescatadas 364 personas. Entre ellas, una niña siria de cerca un año que fue localizada por los militares de la Marina italiana en brazos de un hombre. La había salvado tras verla sobre un tablero de madera flotando en el mar, según informa la agencia Efe. Las autoridades sospechan que sus padres murieron en el naufragio.

Otra vez, las muertes empujaron las conversaciones: el Gobierno italiano amenazó a la Unión Europea con paralizar la operación Mare Nostrum -puesta en marcha tras la tragedia de lampedusa y que ha socorrido a más de 100.000 personas-, si no recibe mayor apoyo comunitario. Con esta intención, la Comisión Europea e Italia mantendrán este martes una reunión en Roma en la que analizarán el refuerzo de la Agencia Europea para la Gestión de las Fronteras Exteriores (Frontex). La comisaria de Interior, Cecilia Malmström y su homólogo italiano, Angelin Alfano, analizarán la posibilidad de crear una especie de Frontex centrada en la costa italiana, en la que colaborarían España, Francia, Alemania y Finlandia.

Las propuestas continúan, por tanto, en la misma línea que aquellas que hasta ahora no han logrado reducir el número de vidas que se quedan en el Mediterráneo, a pesar de las recomendaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) que apuntan a la apertura de vías legales de entrada para que las personas que huyen de sus países de origen en busca de protección internacional puedan acceder a Europa sin arriesgar su vida.

Ninguna de las medidas estudiadas por la Unión Europea para reducir las tragedias migratorias a raíz de las muertes de Lampedusa de octubre de 2013 contemplan esta propuesta. El sistema de vigilancia de fronterasEurosur arrancó en diciembre de 2013 para, entre otros motivos, evitar este tipo de tragedias.

Su objetivo, según defendió la UE durante su presentación, es triple. Por un lado, reducir la inmigración irregular. En segundo lugar, contribuir a salvar vidas de inmigrantes que intentan llegar a las costas europeas “a partir del intercambio de información en tiempo real y el refuerzo de la cooperación entre los Estados miembros para identificar y localizar de forma más rápida a las embarcaciones en situación de naufragio”. Por último, aspira a “detectar antes las nuevas rutas de la inmigración irregular” y mejorar la cooperación en la lucha contra el crimen organizado transfronterizo.

Por el momento, al menos dos de sus metas han fracasado. En lo que va de año han muerto en el Mediterráneo 1.289 personas más que durante todo el 2013 y las llegadas de inmigrantes a Europa por estas vías, lejos de disminuir, se han duplicado. Mientras el año pasado llegaron 60.000 personas, en 2014 han accedido a territorio europeo 124.380 inmigrantes o refugiados, según datos de Acnur.

El propio director adjunto de Frontex, Gil Arias, reconoció en mayo que Eurosur todavía “no ha servido” para detectar a barcas con problemas. Según fuentes comunitarias, la Unión Europea tiene previsto destinar 244 millones de euros para su funcionamiento y mantenimiento entre 2014 y 2020.

La agencia europea para el control de las fronteras (Frontex) mantiene sus funciones: coordinar las operaciones conjuntas de los estados miembros en las fronteras exteriores marítimas, terrestres y aéreas de la UE; coordinar las operaciones conjuntas de repatriación de Europa a los países de origen; o analizar los riesgos en los que basa sus decisiones operativas, entre otras. El presupuesto de Frontex para 2014 es de 89'2 millones de euros, según Amnistía Internacional.

En abril de 2014, la Unión Europea creó dos nuevos fondos para prestar apoyo económico a los países miembros en materia de asilo, integración y control de fronteras. Las nuevas partidas, con un presupuesto de 5.897 millones de euros, sustituían al programa anterior, SOLID, en el que un 46% de los fondos estaban destinados a la vigilancia fronteriza, un 17% a la acogida de refugiados, un 21% a integración y un 16% al retorno de inmigrantes.

Los nuevos fondos se reparten en 3.137 millones para Asilo, Migración e Integración (AMIF) y 2.760 para fronteras y visados, según documentó Amnistía Internacional en su informe 'El coste humano de la fortaleza de Europa'.

El documento de la ONG alerta de que, aunque en los nuevos reglamentos por el que se establecen los fondos “se hace referencia a las obligaciones de los estados miembros en materia de derechos humanos”, no determinan ningún mecanismo para monitorearlo. También advierte de que tampoco queda claro “cómo vigilará la Comisión Europea” que este presupuesto “no apoya actividades que causen o contribuyan a causar violaciones de derechos humanos”.

Cumbres sin conclusiones

Después la tragedia de Lampedusa de octubre, la cumbre del Consejo Europeo se centró en las muertes en el Mediterráneo y en los “problemas de la inmigración irregular”. En ella solo se decidió la creación de un grupo de trabajo de la Comisión Europea sobre este asunto llamado “Mediterráneo”, pero las toma de decisiones al respecto se retrasó a la cumbre de junio, pasadas las elecciones europeas.

Pero la cumbre de junio tampoco trajo decisiones concretas. El Consejo Europeo no llegó a acuerdo alguno de medidas específicas para evitar las muertes de inmigrantes en su intento de llegar a Europa por la vía irregular. Tampoco trascendió el contenido del informe presentado por el grupo de trabajo comunitario sobre inmigración. Únicamente “reiteró su determinación de reducir el riesgo de nuevas tragedias y de que este tipo de acontecimientos se reproduzca en el futuro”. Desde ese mismo mes, cerca de 1.600 personas han muerto en el Mediterráneo.

La mayoría de las personas que emprenden el viaje hacia las costas italianas -que recibe la mayoría de inmigrantes y refugiados, 108.172 en lo que va de año- parten desde Libia, país del norte de África sumido en una guerra entre milicias que está derivando en uno de sus peores momentos tras la caída de Muamar el Gadafi. Sin gobierno desde hace meses, el empeoramiento de las condiciones de seguridad está forzando un crecimiento de la trata de personas y a que los inmigrantes arriesguen su vida en el mar.

La guerra en Siria o los conflictos de Mali y República Centroafricana siguen siendo determinantes para comprender el auge de las personas que dejan atrás sus países de origen y colocan todas sus esperanzas en una barcaza inestable con dirección a Europa.