Desde su inauguración en 2009, el campo de golf situado a unos metros de la valla que separa África de España ha costado cerca de cinco millones de euros públicos. De ellos, 3,4 millones proceden de las arcas municipales y tienen el objetivo de promocionar y mantener flamantes las instalaciones deportivas. El resto, alrededor de dos millones, llegó en su mayoría a través de fondos europeos dedicados a la construcción del recinto. El Gobierno de Melilla lo defiende como método de atracción turística de la ciudad, pero rechaza aportar cifras de asistencia al campo de nueve hoyos.
Una vez construido, el campo de golf cuesta a las arcas públicas cerca de 700.000 euros cada año, que corren a cargo de los presupuestos generales municipales. Estos fondos se dividen en dos partidas. Atendiendo a los datos publicados en el Boletín Oficial de Melilla (BOME), el Gobierno transfiere 220.000 anuales al club de golf privado que se encarga de la gestión de las instalaciones deportivas situadas a dos metros de la valla de Melilla, dirigidas por el editor del periódico Melilla Hoy.
A su vez, el Ejecutivo destina otra partida presupuestaria al mantenimiento del campo de golf municipal. La frondosidad y el reluciente color verde del césped que observan los inmigrantes en la impactante fotografía de José Palazón cuesta a los melillenses algo más de 300.000 euros al año: el Ayuntamiento de Melilla subcontrató en 2013 este servicio a la empresa Talher por 610.648 euros durante un periodo de dos años. Durante los cuatro años anteriores, el mantenimiento costó un total de 1,8 millones de euros.
Desde ONG como Prodein o Ecologistas en Acción, así como desde partidos políticos como el PSOE de Melilla, cuestionan la necesidad de destinar este volumen de dinero público a la creación y mantenimiento de un campo de golf municipal porque, según dicen, “la ciudad tiene otras necesidades”. No obstante, la organización dirigida por José Palazón desmiente que haya afirmado que los fondos europeos empleados debían estar destinados a “fines sociales”, como han insinuado desde el Gobierno local. Palazón asegura que nunca ha dicho que la construcción de estas instalaciones fuese irregular.
Un 80% de los fondos dedicados a la construcción de las instalaciones deportivas proceden del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, un instrumento financiero que tiene el objetivo de “evitar el desequilibrio socioeconómico”. El impulso turístico es una de las posibilidades existentes en los proyectos que reciben estas subvenciones.
En este sentido, el Gobierno de Melilla defiende la necesidad de la creación de un campo de golf como “atractivo turístico” y una vía de creación de empleo. “Estas instalaciones no sólo atienden las demandas de la ciudad melillense, también constituyen un atractivo turístico”, afirma el consejero de Fomento de la ciudad autónoma, Miguel Marín, en declaraciones a eldiario.es. Sin embargo, asegura desconocer el número de socios que suelen practicar este deporte en el campo municipal, así como estimaciones acerca de los turistas captados.
“No tengo datos del turismo atraído con este fin. Me gusta citar como anécdota a un matrimonio de Burgos que visitó la ciudad recientemente para venir a jugar al golf”. “Como ellos, mucha gente”, responde tras ser preguntado por cifras que acrediten el éxito de estas instalaciones públicas como atracción turística.
“No es de recibo fotografiarlo”
Miguel Marín ha calificado de “demagógica” la imagen de José Palazón que capta a dos jugadores sobre el césped en el preciso momento del swing mientras cerca de diez inmigrantes permanecen encaramados en la valla de Melilla. “Es una realidad que está junto al perímetro fronterizo, pero no es de recibo fotografiarlo. Eso es aprovecharse demagógicamente de ello porque no tenemos la culpa de ser la frontera de Europa”, argumenta el consejero.
“¿Qué hacemos entonces?, ¿dejamos de construir un campo de golf y convertimos a Melilla en un vertedero de basura más asimilable a los lugares de donde vienen los que saltan la valla?”, pregunta el responsable de la Consejería de Fomento de Melilla.
El campo de golf levantado frente a la valla de Melilla es una instalación municipal gestionada por un club privado presidido por Enrique Bohórquez, que a su vez es el editor de uno de los principales periódicos de la ciudad autónoma: Melilla Hoy, un diario que recibe un volumen importante de subvenciones públicas. Sobre este asunto, el consejero de Fomento indica que “este medio recibe subvenciones a través de publicidad institucional, como otros en la ciudad autónoma y en otras regiones”, aunque rechaza precisar el volumen de dichas ayudas.
Bohórquez fundó el Club Campo de Golf Ciudad de Melilla junto con dos personas muy cercanas al Gobierno de Juan José Imbroda: el viceconsejero de Turismo de la ciudad autónoma, Javier Mateo, y el presidente de la Fundación Melilla Monumental –que canaliza toda la gestión para la candidatura local como Ciudad Patrimonio de la Humanidad–, José Vallés. La empresa se creó en 2010, poco después de la inauguración de las instalaciones que le dan nombre. En 2009, el campo municipal era gestionado por la Fundación de golf de Melilla. Tras la creación del club, cambió de manos.
“Se dieron las circunstancias de que estas personas eran amantes del golf y fundaron el club. Pero esta es una actividad sin ánimo de lucro. Ellos no ganan ni un euro por la gestión de las instalaciones municipales y esa es una de las razones por las que se trata de la opción más rentable”, explica desde Melilla Miguel Marín. También desmiente la denuncia efectuada por Ecologistas en Acción, que asegura que el agua dedicada al riego del césped procede de los pozos, un recurso reducido en la ciudad autónoma. El consejero aclara que el sistema de aspersión utiliza aguas residuales reutilizadas.