Para responder a las críticas despertadas ante el bloqueo del Open Arms, el Gobierno insistía en desmarcarlo a toda costa de una “decisión política”. “Solo es una respuesta administrativa claramente recurrible”, defendía el ministro de Fomento. Diez días después de impedir zarpar al barco en Barcelona, a 500 kilómetros de distancia, la salida de otro buque de salvamento de migrantes ha sido denegada por la Capitanía Marítima de Pasaia (Guipúzcoa). Los argumentos del rechazo, los mismos.
Se trata del Aita Mari, un antiguo pesquero vasco reconvertido en barco de rescate por la ONG Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), que llevaba meses a la espera de cerrar todos lo trámites necesarios para iniciar su primera misión en el Mediterráneo. “Se ha constatado que otras operaciones de búsqueda y salvamento realizadas en dicha zona por otros buques de bandera española de similares características al Aita Mari no se han realizado de acuerdo a la normativa”, reza la resolución de la Capitanía Marítima de Pasaia, a la que ha tenido acceso eldiario.es.
El bloqueo a este segundo barco de rescate de migrantes, unido al empleo de las mismas justificaciones descritas en las resoluciones de Capitanías Marítimas diferentes, confirman que la retención en puerto de los buques de ONG de salvamento se ha convertido en un criterio general marcado por el Ejecutivo.
Dado que es la primera vez que el Aita Mari ha solicitado despacho como barco de salvamento, la Capitanía Marítima de Pasaia reconoce haberse basado en las operaciones de “otros buques de bandera española de similares características”, es decir, el Open Arms. Y calca párrafos completos de la resolución emitida por el capitán marítimo de Barcelona.
“El buque Aita Mari no cuenta con los certificados que garanticen el cumplimiento de la normativa internacional de seguridad marítima y prevención de la contaminación del medio marino para el transporte de un elevado número de personas”, especifica el capitán marítimo Josu Bilbao Cámara. “Quiere ello decir que las operaciones de salvamento que van acompañadas de un transporte por mar de un elevado número de personas comprometen la seguridad intrínseca del buque, y por ende de su tripulación y de las personas auxiliadas a bordo del mismo”, continúa. Ambas citas, como otras muchas, se incluyen idénticas tanto en la resolución de denegación de salida del Aita Mari como en la del Open Arms (excepto el nombre del barco y el número de plazas de cada uno).
De esta forma, la Capitanía Marítima de Pasaia concluye la denegación del permiso de salida del buque de salvamento vasco “hasta que no se garantice que existe un acuerdo para el desembarco de los auxiliados con las autoridades de las zonas SAR concernidas, mediante el cual se garantice [...] la disponibilidad de un lugar seguro cercano”. En este punto, emplea de nuevo las mismas palabras que la autoridad del puerto de Barcelona.
La resolución deduce que si el barco Aita Mari ejecuta algún rescate en el Mediterráneo Central acabará “transportando” a los auxiliados a lugares más alejados, debido al cierre de los puertos más próximos a la zona de salvamento, aunque no se extiende en este asunto como en el caso de la orden administrativa referente al Open Arms.
Hay un detalle que el capitán de Pasaia, Bilbao Cámara, parece querer dejar constancia en el escrito con el que impide al Aita Mari zarpar para salvar vidas en el Mediterráneo Central. Las órdenes vienen de arriba. “Con sujeción a las órdenes y directrices recibidas por la Dirección General de la Marina Mercante [...] se remite resolución del asunto”, reza la primera página de la resolución.