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“No hubo heridos” y otras versiones oficiales de los saltos de la valla de Melilla

“La policía logró repeler al resto de los inmigrantes”. “Avalancha de subsaharianos”. “Asalto masivo”. Son algunas de las frases extendidas desde primera hora de la mañana del pasado miércoles por muchos medios de comunicación para informar de un nuevo intento de salto de la valla de Melilla por parte de 300 personas de origen subsahariano. “No ha habido heridos”, sentenciaba el delegado del Gobierno. Los había, pero al otro lado: 18 personas tuvieron que ser atendidas en el hospital Hassani de Nador, según la Delegación de Migraciones del Arzobispado de Tánger quienes también alertan sobre posibles agresiones de las fuerzas de seguridad marroquíes y españolas. El sacerdote Esteban Velázquez denuncia desde Marruecos la parcialidad a la hora de contar el drama escondido en cada salto.

Las ambulancias marroquíes trasladaron al Hospital de Nador a las 18 personas que resultaron heridas en su intento de acceder a Europa. “Una vez auscultados, y después de hacer las pertinentes radiografías, se fueron del hospital, muchos de ellos con gran dificultad para caminar. Algunos con muletas y con los brazos escayolados”, explica a eldiario.es Esteban Velázquez, responsable de la Delegación de Migraciones de la Diócesis de Tánger desde el pasado marzo, cuando Médicos sin Fronteras anunció su retirada de Marruecos por la pasividad de los gobiernos en la defensa de los derechos humanos de los inmigrantes.

A su llegada, algunos heridos denunciaron agresiones por parte de las fuerzas de seguridad españolas y marroquíes. “Según nos contaron, 14 de ellos habían logrado saltar la valla con rapidez, pero fueron capturados en el lado melillense, algunos golpeados por la Guardia Civil, y devueltos a la Policía de Marruecos”, relata Esteban, quien escuchó el testimonio de estas personas durante su estancia en el Hospital de Nador. “Nos cuentan que los agentes marroquíes ataron sus manos y les golpearon”, explica el religioso a este periódico a través de una llamada telefónica. “Uno de ellos conservaba la cuerda y nos la entregó”.

Según informó el Delegado del Gobierno español en la ciudad autónoma, los inmigrantes trataron de acceder a Melilla “con mucha agresividad, tirando piedras a las autoridades marroquíes y produciendo destrozos en la valla del perímetro fronterizo”. El padre Esteban rechaza la confianza plena en la versión oficial, aquella que suele reflejarse en los medios de comunicación. “La dificultad para comprobar, tanto los maltratos de la policía, como la actitud violenta de los subsaharianos, obliga a escuchar las dos informaciones. No sólo una. Debemos ser justos”, enfatiza.

“No sabemos si los inmigrantes a los que se refería el delegado del Gobierno eran todos, los 300 que intentaron saltar, o sólo un grupo reducido. No se puede criminalizar de esa forma a todos”, denuncia. “Aunque los resultados de lo sucedido sí podemos verlos en los cuerpos de las personas a las que atendimos. Algunos golpes estaban demasiado localizados, las lesiones propias del salto suelen estar más extendidas”, matiza el jesuita, quien recuerda las causas que llevan a estas personas a arriesgar su vida para acceder a Europa. “Son una radiografía de África, de la intensificación de la situación de la pobreza y conflictividad de los países subsaharianos. Pero la razón principal de la inmigración subsahariana está relacionada con nosotros, los europeos. Es un poco hipócrita preguntar por factores secundarios”, denuncia.

“Estas personas llegan al hospital en un estado físico lamentable. Cada salto es una imagen de dolor... Algunos vienen casi arrastrándose por el suelo porque no pueden ni caminar. Y todo este dolor se acumula por unas horas en una sala de espera. Es muy triste”, lamenta.