Hace unos días se corrió la voz de que un jeque religioso saudí había hecho unas declaraciones incendiarias, en las que animaba a quienes combatiesen contra el régimen de Bachar al Asad en Siria a violar a cualquier mujer mayor de 14 años. La noticia era falsa, pero medios de todo el mundo, agencias y usuarios de Internet se hicieron eco de ella.
El origen de este “hoax” (con este término se conoce en Internet las noticias falsas creadas y propagadas deliberadamente) parece remitir a un canal de Youtube llamado Eretz Zen, administrado por alguien que se define como “sirio secular que se opone a que su país se convierta en un estado talibán” que también difundió la noticia en sus cuentas en redes sociales.
La página contiene muchos otros vídeos, todos ellos descritos con la misma jerga que emplea el régimen sirio para referirse a la oposición contra el gobierno de Bachar al Asad. Además de este canal, otro de los primeros espacios donde apareció esta historia es la página Clarion Fund, dedicada a “alertar de los peligros del Islam”, además de distintos medios árabes, iraníes e israelíes. Pero no sólo medios abiertamente anti-musulmanes, pro-sionistas o favorables al régimen sirio se hicieron eco, sino también otros de corte progresista como Alternet y Salon.
Al hacer una búsqueda en Google de los términos “Syrian women”, a 9 de enero de 2012, los resultados son abrumadores. Los cinco que aparecen en primer lugar en la primera página del buscador remiten a la noticia falsa, y sólo uno de ellos incluye la actualización que indica que ha sido corregida. En el resto de páginas la noticia aparece intermitentemente, en la mayoría de casos sin que haya sido revisada.
Para cualquier medio que quisiese contrastar la información, habría bastado con preguntarle directamente a Muhammad Al-Arifi, el jeque ultraconservador al que se refieren los cientos de artículos que se pueden encontrar en los distintos buscadores. Él mismo desmintió inmediatamente en Twitter y en Facebook (entre ambas cuentas suma más de 5 millones de seguidores) que hubiese emitido semejante fatwa (edicto religioso) diciendo que a nadie en su sano juicio se le ocurriría algo así y alertando de que hay cientos de cuentas falsas que suplantan su identidad en las distintas redes sociales. Sin embargo, durante la primera semana de enero no dejaron de aparecer nuevas publicaciones en torno a este asunto. La noticia coincide además con la indignación por la violación de la joven india por un grupo de hombres en un autobús en Nueva Dheli.
No es el único caso de “hoax” que alienta la islamofobia, un fenómeno que va en aumento. En 2011 Electronic Intifada destapó una noticia similar que también resultó ser un bulo: la que alertaba de una “epidemia de violaciones cometidas por musulmanes en Noruega”.
También son conocidas las imágenes en las que cientos militantes de Hamás celebraban su boda supuestamente con niñas menores de 10 años. Las fotos remitían en realidad a bodas entre adultos, en las que las niñas no eran las novias sino asistentes a la ceremonia, algunas de ellas hijas de mujeres que habían enviudado de su primer esposo. La historia se propagó por Internet y aún se envía cada cierto tiempo en emails cargados de jerga anti-musulmana. Al introducir “Hamas wedding” o “Hamas marriage” en buscadores los resultados continúan remitiendo a la historia del supuesto matrimonio infantil, sólo desmentido en algunos casos.
Contrastar la fuente de las historias, especialmente si tienen claros tintes anti-musulmanes, debería ser un hábito. También debería serlo el pedir disculpas y dar tanta difusión al desmentido como se ha dado a la noticia falsa, como sí ha hecho Alternet. Sin embargo, cualquier historia que muestre el Islam como una amenaza parece un imán que atrae a medios de todo el mundo. A la islamofobia se suma, en casos como la historia del jeque, la propaganda en torno a la revolución siria, su deriva hacia una rebelión armada y la brutal represión del régimen ante cualquier forma de oposición. Y mientras “noticias” como esta ocupan las primeras páginas de los buscadores, las noticias reales que comparten los ciudadanos de la región reciben cada vez menos eco mediático.