De las lágrimas por Aylan al “no vengáis a Europa”: las frases que retratan a la UE

El discurso alarmista ha triunfado en una Europa que presumía de haber retomado la “solidaridad” y los “valores” propios de la alianza comunitaria. Del “Europa ya no tiene coartada” y “es una cuestión de deber moral” de entonces, la UE ha dado varios rodeos a las políticas migratorias para acabar (de momento) dando la bienvenida a un acuerdo que da luz verde a la expulsión masiva de miles de refugiados y migrantes hacia Turquía.

Ya habían tenido lugar grandes naufragios y un gran número de hundimientos en el mar, como la sonora “vergüenza” de Lampedusa en 2013, pero el hundimiento de alrededor de mil personas en una semana en el Mediterráneo volvió a activar las reuniones comunitarias sobre la crisis humanitaria de refugiados.

“Los europeos nos jugamos nuestro crédito si no somos capaces de evitar estas dramáticas situaciones”. “Ya no valen las palabras, hay que actuar”, dijo Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España. (19/04/2015).

Desde las instituciones europeas, también llegaron los ultimátums:

“Ante las tragedias de los últimos días, meses y años, ya no hay más coartadas. La UE ya no tiene coartada, los Estados miembros tampoco tienen coartada”, apuntó Federica Mogherini, la alta representante de Política Exterior de la Unión Europea (20/04/2015).

Entre las medidas que barajó la UE en los siguientes meses estaban el reparto de refugiados desde Grecia e Italia, los países que los estaban recibiendo. En julio, la cifra propuesta por la Comisión Europea era de 40.000 personas y no se logró alcanzar un acuerdo de los 28, por la negativa a aceptar todos los demandantes de asilo asignados por Bruselas de algunos países, entre ellos, España.

Es el momento de las “goteras” del ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz:

“Es como si tuviéramos una casa, con muchas goteras, que están inundando diversas habitaciones y en lugar de taponar esas goteras lo que hacemos es distribuir el agua que cae entre distintas habitaciones”, dijo Fernández Díaz para criticar el reparto (20/07/2015).

En mayo también se barajaba como plan que la UE, con el apoyo o el visto bueno de la ONU, pudiese atacar los barcos de los traficantes de personas que llevaban a los refugiados y migrantes desde Libia. En ese momento, la UE no se planteaba devolver a estas personas.

“Los refugiados y migrantes interceptados en el mar no serán enviados de vuelta en contra de su voluntad”, afirmó Federica Mogherini, alta representante de Política Exterior de la Unión Europea (11/ 05/2015).

En los meses posteriores, los refugiados seguían llegando en precarias embarcaciones por el Mediterráneo, arriesgando su vida. Y en muchas ocasiones perdiéndola: en 2015, 3.770 personas fallecieron en sus aguas, el año más mortífero desde que la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) hace recuento de las pérdidas humanas.

Entonces, en agosto, el Gobierno de España decía que no podía acoger a muchos más refugiados.

“La capacidad de acogida está muy saturada. Nosotros vamos a hacer un esfuerzo similar al que hacen países como Polonia”, dijo Soraya Sáenz de Santamaría (31/08/2015).

Mientras Alemania, que había mantenido una política de asilo de puertas abiertas con los sirios, pedía colaboración a sus socios comunitarios:

“Queremos una distribución equitativa de refugiados”. “Si Europa falla en la cuestión de los refugiados, entonces no será la Europa que hemos deseado”, afirmó Angela Merkel (31/08/2015).

La muerte de Aylan Kurdi

Entonces, el 2 de septiembre, en uno de los naufragios que llevaban azotando el Mediterráneo durante los nueve meses precedentes, muere un niño: Aylan Kurdi. Un niño que terminaba sus días en el Egeo como tantos otros, pero que terminó en la costa turca, retratado en una fotografía que dio la vuelta al mundo.

“Si los líderes no muestran buena voluntad, la solidaridad se convertirá en un eslogan vacío y será reemplazada por chantajes políticos, divisiones y en un nuevo juego de culpas”, decía al día siguiente Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo (03/09/2015).

“Se ha acabado el tiempo del juego de culpas, es el momento de tomar decisiones y transformar las decisiones en acciones y hacerlo de manera unida, como europeos”, volvía a lanzar como ultimátum la Alta Representante de la UE, Federica Mogherini (5/09/2015).

Y España de repente podía acoger a más refugiados:

“La discusión no va a estar, desde luego, en las cifras”, afirmó Soraya Sáenz de Santamaría sobre el número de refugiados que aceptaría España en el reparto que propuso Bruselas. España “es solidaria”, dijo, y aceptaría la cifra “sin reticencias” (8/09/2015).

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, condenaba los rechazos a acoger refugiados por algunos países del Este y alarmaba ante las personas que ya se acumulaban, varadas entre las fronteras de los países del centro de Europa. Son meses en los que Hungría levantó vallas a lo largo de su frontera, lanzó gases lacrimógenos contra demandantes de asilo y varios países cerraban sus fronteras de manera intermitente.

“Se acerca el invierno y no queremos ver a gente en las estaciones de tren con la nieve”. Jean-Claude Juncker (09/ 09/ 2015).

“Las cifras de refugiados [que han llegado a Europa durante este año] son impresionantes. A algunos les aterra. Pero este no es el momento de asustarse, sino de tomar medidas. Antes de cualquier consideración, lo más importante debería ser la dignidad humana”, sostenía Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea (09/ 09/ 2015).

El 22 de septiembre, tras muchas negociaciones, la UE acordó el reparto de otros 120.000 refugiados desde Grecia e Italia, a pesar del rechazo de varios países del Este. Era el momento de las condenas de Angela Merkel a las vallas y el cierre de fronteras, también de Alexis Tsipras, primer ministro griego.

“Nosotros, los europeos de la zona oriental -me incluyo en este grupo- hemos visto cómo el aislamiento no funciona. Los refugiados no van a parar aunque construyamos muros… y ya he vivido tras uno demasiado tiempo”, dijo Angela Merkel, canciller alemana (09/10/2015).

“Como miembro del Consejo Europeo me avergüenzo de la incapacidad de Europa para lidiar con este drama humano, y de la ausencia de debate, en la que se están pasando la pelota unos a otros”, afirmó Alexis Tsipras, primer ministro griego, (30/10/2015).

A final de año, el reparto de refugiados no avanzaba (en marzo no han llegado a las mil reubicaciones de las 160.000 totales acordadas). El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, lanzó varias declaraciones que se alejaban del discurso de “solidaridad” que defendía en el pasado.

“A menudo se dice que debemos estar abiertos a los refugiados sirios. Pero son solo un 30% del flujo. El 70% son inmigrantes económicos. También por esta razón necesitamos más controles efectivos”, dijo Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo (3/12/2015).

La declaración del dirigente europeo es falsa: según los datos de Acnur, el 85% de las llegadas a Europa por el Mediterráneo proviene de algunos de los 10 países que más refugiados generan en el mundo. El 45% son sirios.

Tras presiones de sus socios de gobierno y de las elecciones regionales que se avecinaban en Alemania, la canciller Angela Merkel, defensora en el pasado de cuotas obligatorias y las puertas abiertas a los sirios, también cambió su postura.

“Queremos reducir drásticamente el número de personas que viene”, dijo Angela Merkel (13/12/2015).

Desde la Comisión, también se insistía más en la expulsión de los inmigrantes que no fueran beneficiarios de protección internacional:

“Europa dará protección a aquellos que lo necesiten, pero aquellos que no tengan derecho deberán ser devueltos”, apuntó Dimitris Avramopoulos, comisario europeo de Inmigración (14/01/2016)

El pacto de las expulsiones

Y, al final, la UE anunció un pacto de devoluciones masivas de refugiados y migrantes a Turquía que ha sido tachado de “cruel e inhumano”. Ya avanzaba la dureza del cambio de postura Donald Tusk con esta declaración:

“No vengáis a Europa. No creáis a los traficantes. Ningún país europeo será un país de tránsito”,No vengáis a Europa afirmó Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo (03/03/2016).

Angela Merkel también lo defendió y, tras ella, los representantes de la UE que habían abanderado las críticas al cierre de fronteras, a la falta de solidaridad y insistían en la necesidad de una mayor acogida de asilados por la UE.

“¿Por qué un refugiado subiría a un barco y correría los mayores riesgos si desde el principio supiera que hay una gran posibilidad de ser devuelto a Turquía? ¿Pagaría 1.500 dólares si la perspectiva es ser devuelto rápidamente a suelo turco? Es una manera de privar, si me permiten expresarme así, de clientes a los traficantes”, presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker (17/03/2016).

Y tan solo ha pasado un año.