Trípoli, 10 may (EFE).- La ministra libia de Asuntos Exteriores, Najla Al Mangoush, advirtió de que su país no está dispuesto a convertirse en el guardián de la frontera sur de Europa e instó a los Estados del Sahel a redoblar los esfuerzos para frenar las redes de contrabando de armas, personas, combustible y otros productos y desmontar así la economía corsaria que domina la región.
En un discurso pronunciado durante su visita a la localidad meridional de Qatarum y al paso fronterizo de Al Tom, que separa Libia de Níger, la jefa de la diplomacia libia en el Gobierno Nacional de Unidad transitorio (GNU) anunció que en los próximos meses viajará a los países vecinos para impulsar la creación de un mecanismo regional común contra todo tipo de contrabando.
El objetivo es devolverle al pueblo la dignidad“, subrayó antes de anunciar que enviará una propuesta al Parlamento libio para impulsar una ley que permita castigar a los traficantes y sus cómplices.
“Instamos a los países vecinos a hacer lo mismo y a detener a sus ciudadanos”, agregó en un discurso en el que también se refirió a la necesidad de que salgan del país todos los mercenarios extranjeros llegados durante la guerra civil, en su mayoría rusos y sirios, pero también numerosos chadianos, sudaneses, árabes, europeos y de otras naciones del África Subsahariana
“Libia no servirá de guardián de las fronteras de Europa, pero tampoco puede servir de ruta (de escape) para los africanos que sufren opresión y miseria”, afirmó Al Mangoush, citada este lunes por la prensa local.
Asimismo, instó a la Unión Europea a que entregue lo antes posible la ayuda de seguridad fronteriza a la que se ha comprometido.
Libia es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera al triunfo de los distintos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.
Desde el pasado marzo, el poder está en manos del GNU, elegido por el Foro para el Diálogo Político de Libia (FDPL), un organismo no electo creado por la ONU al margen de los gobiernos hasta entonces enfrentados y que debe unificar el país, mantener el alto el fuego y conducirlo hasta la elecciones legislativas previstas para el próximo 24 de diciembre.
En los últimos cinco años, Libia se ha convertido en un gran hipermercado del contrabando y en el motor de una economía corsaria circular en el norte de África y el Sahel que se nutre de la venta ilegal de combustible, armas y alimentos, da trabajo a miles de personas y ha hecho de sus costas el principal trampolín de la migración irregular en el Mediterráneo Central, la ruta migratoria más mortífera del mundo.