Femme au Fone (Mujeres al teléfono), es un programa de radio que nació para luchar contra un silencio impuesto: el de las mujeres de Kivu Sur, la provincia oriental de Congo y campo de batalla de las dos guerras que vivió el país entre 1996 y 2003.
Esa falta de voz resultó clamorosa cuando en 2012 un proyecto de la radio comunitaria Maendeleo y de la organización Worldcom-LolaMora Producciones puso a disposición de los clubes de oyentes de la emisora unos números de teléfono a los que podían enviar mensajes de texto para informar de amenazas a la seguridad.
A pesar de que las mujeres son el blanco de violencias de todo tipo en Congo, muy pocos de estos mensajes tenían su nombre: los clubes de oyentes estaban dominados por hombres.
El retrato de desigualdad que pintó este sistema de alertas convenció a sus promotoras de que era necesario poner en marcha una plataforma que diera voz a esas mujeres reducidas al silencio por una cultura férreamente patriarcal en la que tradicionalmente ellas “ni siquiera tienen derecho a expresarse”, explica la periodista Tatiana Miralles, una de las fundadoras de LolaMora Producciones y de las madres este proyecto.
Así, en noviembre de 2013, esta asociación centrada en justicia transaccional y derechos de las mujeres y radio Maendeleo proponen a dos organizaciones femeninas congoleñas, la Asociación de Mujeres de los Medios de Comunicación del Sur de Kivu (Afem) y Sinergia de mujeres por la Paz y la Reconciliación (SPR), que se unan a ellas. Tras implicar a los grupos de mujeres de base en las zonas rurales de estas dos asociaciones, nace Femme au Fone (FAF), el programa de radio que se ha convertido en el altavoz de las mujeres de Kivu Sur.
Bukavu, la capital de la provincia, se asoma al lago Kivu desde sus calles de asfalto roto. No hay un taxista en la ciudad que no sepa dónde está Radio Maendeleo, la emisora desde la que todos los sábados se emite en directo Femme au Fone. En una pequeña habitación oscura, el equipo del programa trabaja en un ambiente similar al de otra redacción, con periodistas concentradas ante sus portátiles y una becaria a la que sus compañeras mandan en broma a comprar comida.
Lo que diferencia a esta redacción son las fuentes. En los ordenadores no hay teletipos de agencia sino los mensajes que envían las oyentes desde toda la provincia. Como el proyecto original del que surgió, FAF ha puesto a disposición de las mujeres unos números donde pueden enviar alertas de seguridad o denunciar agresiones mediante mensajes de texto. Con varias diferencias, los sms se centran ahora exclusivamente en las amenazas contra la población femenina y la mayoría de quienes los mandan son mujeres.
Cómo funciona el sistema de alertas
“Desde que empezó el proyecto, hemos recibido más de 6.000 mensajes. Para facilitar su envío, formamos a mujeres líderes en todos los territorios de Kivu Sur. A estas líderes les entregamos un teléfono para que pudieran enviar sus sms y los de las otras habitantes de sus pueblos. En los móviles se instaló también una aplicación con una encuesta que las mujeres responden dos veces al mes y que recoge unos indicadores sobre los diferentes tipos de violencia física, sexual o económica que sufren”, explica Yvette Mushigo, una de las dos juristas del equipo FAF.
Un programa informático categoriza estos mensajes en función de su urgencia y mediante palabras clave en dos idiomas, swahili y francés. Los mensajes entran después en un proceso de comprobación. Cuando una alerta proviene de un único sms, las periodistas llaman al teléfono desde el que se ha mandado, solicitan la identidad de la mujer y tratan de comprobar la información con otras fuentes. Los sms dudosos se descartan.
Si un mensaje advierte, por ejemplo, de un ataque de un grupo armado contra un pueblo, la radio alerta inmediatamente a las autoridades o las ONG para que acudan en auxilio de las víctimas.
Una vez analizados los sms, las periodistas eligen el tema más evocado –violencia física, derechos económicos, etc.- y le dedican el programa semanal a cuyo debate invitan a abogados, psicólogos o sociólogos. El equipo recoge en el terreno testimonios de mujeres, invita a las oyentes a que expresen sus dudas, formulen preguntas y, algo inédito en Congo, propongan ellas mismas soluciones para sus problemas.
El programa invita a su vez a representantes de las autoridades concernidas por el problema tratado en la emisión, que escuchan las propuestas de las mujeres. De esta manera, explica Tatiana Miralles, “se puede hacer un seguimiento de los compromisos que estos representantes contraen en directo”. La emisora emite una cuña de radio diaria sobre el mismo asunto al que se consagra el Femme au Fone semanal.
“Nuestras oyentes tienen una enorme sed de conocimientos. Muchas son analfabetas y, por citar un caso, no saben que la ley congoleña les permite heredar, algo de lo que muchas veces se ven privadas porque en Kivu prima el derecho de la costumbre, muy discriminatorio hacia la mujer. Nuestra razón de ser es informarlas de sus derechos y de los recursos a su alcance, por ejemplo, las clínicas jurídicas que dan asistencia legal gratuita”, explica Mushigo.
El enemigo, en casa
“Una mujer fue golpeada por su marido que la acusaba de serle infiel. La golpeó hasta la muerte. Camino al hospital, la mujer sangraba por todos los lados y murió”, dice uno de los sms recibidos por la radio. “A una mujer, que sólo tuvo hijas, su marido la puso en la calle diciendo que las niñas no son hijos”, dice otro mensaje. “Cuando [mi marido] volvía a casa, me molía a palos y no me daba dinero ni para comer”, explicaba otra oyente.
Estos mensajes están recogidos en el documento Ecos II sobre la seguridad de la mujer y la niña en Kivu Sur, uno de los tres informes elaborados por FAF a partir de los sms y de entrevistas con mujeres de toda la provincia.
Estos documentos arrojan conclusiones que tienen poco que ver con el discurso dominante sobre las congoleñas en los medios de comunicación occidentales, centrado en la violación como arma de guerra destinada a permitir la explotación de recursos minerales. Según los datos aportados por ellas mismas en sus mensajes, esa no es la principal amenaza que pesa sobre las mujeres del este de Congo.
El enemigo, según los datos de Femme au Fone, está muchas veces más en casa que emboscado en la selva. El informe “Ecos II” precisa: “La seguridad física, la económica y la violencia doméstica son los principales problemas de las mujeres. En este sentido, nuestras conclusiones van más allá de las de Naciones Unidas quien, a través de Margott Wallström, su representante especial en materia de violencia sexual en período de conflicto, calificó a Bukavu como ”capital mundial de la violación“ en 2010 (…) Los incidentes denunciados [en los sms] ponen de relieve casos de mujeres quemadas, ahorcadas, apuñaladas, asesinadas a golpes o halladas mutiladas en fosas o masacradas en sus propios hogares”.
“La seguridad en su vida cotidiana, en su casa, en el mercado, en los campos, al ir a la fuente y el acceso a los recursos, por ejemplo que no se las prive de su herencia o que el marido no las expulse de casa ni las maltrate, es lo que más preocupa a estas mujeres, no las violaciones como arma de guerra, que siguen existiendo pero en mucha menor medida que en la pasada década”, confirma Tatiana Miralles, la cofundadora de LolaMora y de Femme au Fone.
Miralles recalca que “a día de hoy se producen más agresiones sexuales cometidas por un vecino, por el marido o por un pariente, en general por civiles, que por miembros de grupos armados”. Los datos de UNFPA, el Fondo de Población de Naciones Unidas, le dan la razón: en 2013, el 77% de las violaciones registradas en Congo fueron cometidas por civiles.
Esta periodista que desde hace tres años vive en Bukavu explica que esta violencia sexual es en parte “un legado de la guerra y de los traumas de una población expuesta a unos niveles de violencia inimaginables” pero también el producto de una sociedad patriarcal en la que, en algunas culturas, las mujeres “tienen menos valor que las vacas”.
Femme au Fone lucha para acabar contra esta violencia ampliamente tolerada. Y de nuevo tomando en cuenta los sms recibidos en la radio, en los que las oyentes dicen que son otras congoleñas las más capacitadas para representarlas, este proyecto de mujeres y periodismo estuvo en la génesis del movimiento “Nada sin las Mujeres”.
Esta plataforma tiene como objetivo arrancar la paridad en las instituciones de Congo forzando un cambio en la ley electoral que obligue a los partidos a incluir a candidatas en sus listas electorales. Si ese deseo se hace realidad, esas mujeres estarán encargadas de llevar la voz silenciada de las congoleñas al parlamento del país.