Son las siete de la tarde de un día de Navidad. En una tienda de juegos educativos de un centro comercial, las estanterías están repletas de muñecos de piel blanca y envases de juguetes donde los niños racializados son la excepción. Preguntada por opciones de juegos para educar en la diversidad racial, una de las empleadas remite a la única muñeca negra que hay en toda la tienda. “Si no, tendríamos que mirar en el catálogo”, indica con amabilidad.
Para el 75% de las familias que viven en España, los juguetes no siempre reflejan la diversidad cultural que existe en la sociedad, según el estudio sobre Juego, Juguetes y Diversidad de 2016 del AIJU, el Instituto Tecnológico especializado en producto infantil y ocio. El 88% de las familias de otras culturas residentes en España consideran que existen “pocos o muy pocos” juguetes en los que los menores racializados pueden sentirse identificados.
Estos niños están en los parques, en las aulas, en las calles... pero no en los juguetes, a pesar de su poder educativo. “El juego es una actividad social que permite reconocer y aceptar a los otros. A través del juego y los juguetes se transmiten de forma natural los valores de una sociedad. El juego y los juguetes han sido siempre un reflejo de la sociedad y no al revés. Recordemos que en los años 90, los teléfonos de juguetes eran de mesa. Ahora son móviles”, asegura AIJU en su web.
“En la medida en que seleccionemos juegos variados y con valores positivos, contribuiremos a un juego más integrador. Somos los adultos los que tenemos prejuicios a la hora de elegir juguetes”, prosiguen. No es fácil encontrar estas opciones -tampoco en Navidad, cuando el sector concentra el grueso de sus ventas-, pero estos son algunos ejemplos de juegos y materiales educativos que buscan potenciar la educación en la diversidad racial, derribar los estereotipos racistas y conseguir que todos los niños se sientan identificados con sus juguetes. La gran mayoría puede adquirirse a través de Internet.
Tutty, el juego de cartas de familias diversas
Fátima, con hijab y bata blanca, trabaja en un laboratorio. Ahmed, adolescente, pasa la aspiradora. Víctor, de piel oscura, es bailarín de ballet. Son algunos de los personajes racializados del juego de cartas Tutty, que busca educar sin prejuicios y promover el respeto a la diversidad afectiva, sexual y familiar, tanto en las casas como en los colegios.
¿Recuerdas la clásica baraja de cartas de familias del mundo? La idea de Tutty es la misma: completar una familia. Sin embargo, lejos de tirar de estereotipos sobre otras culturas, este juego trata de reflejar la diversidad que hay mucho más cerca, en las calles españolas, con 28 protagonistas que viven situaciones cotidianas. Tampoco hay un solo modelo de relaciones familiares: se pueden formar familias con dos madres, dos padres, gente que vive en comunidad, que adopta o acoge a menores, también a mayores. Cada familia tiene que tener como mínimo seis integrantes, por lo que las combinaciones son múltiples.
“Sobre todo, pretende que niños y niñas aprendan que las relaciones familiares se fundan en el cariño, el cuidado y el respeto”, dicen sus creadores, La Naturadora y ElTakataka. “No hay familias modelo, ni modelos de familia. Este juego es para crecer sin esquemas, prejuicios y estereotipos. Para amar con libertad, que es la única forma de amar”.
Lápices de 'color carne' para pintar los colores de la piel
“¿Me dejas el lápiz de ‘color carne’?” Es probable que tú también hayas escuchado o pronunciado esta expresión. Pero, ¿de qué color es el ‘color carne’? Es la pregunta que lanzó el proyecto Ubuntuland para la campaña de crowdfunding que pusieron en marcha en 2016 con el objetivo de cuestionar y desterrar el uso de la expresión “color carne” en las aulas como sinónimo únicamente de tono rosado. El resultado: una caja de lápices con ocho tonalidades de diferentes colores de la piel para educar en la diversidad de rasgos y culturas que existe en nuestro entorno.
“Queríamos animar a todas las niñas y niños a dibujar sus familiares, amigos, vecinos o su propio autorretrato eligiendo entre una variedad de colores que no sabe de diferencias pero sí de diversidad. Ayudarles a expresar la alegría de estar en su propia piel”, sostiene Ubuntuland en su página web. Según indican, era un material que ya existía en otros países pero que no se comercializaba en España por “escasez” de demanda. “Las familias interesadas los adquirían por Internet a un precio muy caro y los llevaban a las aulas de sus hijas e hijos”. Este verano, la firma Giotto también ha empezado a vender en nuestro país un estuche con 12 lápices del color de la piel.
Emotiblocks: emociones y diversidad
Emotiblocks es un juego de bloques pensado para trabajar las emociones básicas y estados de ánimo con los más pequeños: enfado, sorpresa, alegría, miedo. La peculiaridad es que, a diferencia de otros juegos de este tipo, aquí los personajes -con caras, cuerpos y cabello intercambiables- tienen diferentes colores de piel.
La diversidad también se refleja en las fichas educativas que lo acompañan, en las que aparecen varios niños racializados. Además de ayudar a identificar las emociones en varios idiomas, sus creadores, la firma de juguetes Miniland, buscan el aprendizaje de valores como la diversidad racial y la tolerancia.
Érase una vez… una niña que curó el racismo
Fiel a la lección que recibió de sus padres, Bamboa bà Essopi se mantiene firme y orgullosa de ser quien es frente al racismo que le toca vivir. Es la protagonista de La niña que curó el racismo, un cuento de Inongo-Vi- Makomè editado por Wanafrica. “Es un libro que no solo recomendaría a los niños, también a los padres”, sostiene Deborah Ekoka, una de las fundadoras de United Minds, librería especializada que nació en 2014 con el objetivo de divulgar la cultura que gira en torno al mundo africano. “Como afrodescendientes e hijos de África que vivimos en esta sociedad, muchas veces crecemos sin referentes y nos pasamos la vida buscando un espejo donde identificarnos en una sociedad”, explican sus impulsores.
Las páginas de los libros infantiles son también aliadas para educar contra el racismo, aunque pocos de los que se publican anualmente reflejan la diversidad racial y cultural. En la sección de cuentos de United Minds proponen otros títulos como Leila, sobre la vida cotidiana de una niña musulmana, escrito por Miriam Hatibi; Wangari Maathai, la mujer que plantó millones de árboles, de Franck Prévot, sobre la historia de esta activista ecologista keniana o algunos de los libros de la colección Pequeña & grande, como los dedicados a la bailaora gitana de flamenco Carmen Amaya, la líder contra la esclavitud Harriet Tubman, la leyenda del jazz Ella Fitzgerald o el histórico boxeador Muhammad Ali.
Desde el proyecto PotoPoto, impulsado por Alejandra Salmerón, también reivindican la presencia de más personajes afrodescendientes en la literatura infantil y juvenil. Su primer ‘afrocuento’ es El viaje de Ilombe, que narra las aventuras de una niña que vive en Guinea Ecuatorial y va en busca de su madre a través de la selva. “Los niños que leen este tipo de cuentos son mucho más abiertos, su mentalidad es más rica”, aseguró a este medio Laura del Villar, una de las socias de la librería Olacacia.
Muñecas diversas
“Nos ven como las 'mamás pesadas'. Una vez me preguntaron que por qué le compraba tantos muñecos negros a mi hija. Yo contesté: 'Seguramente los tuyos son todos blancos y nadie te lo ha preguntado”, explicaba hace un año a eldiario.es Antoinette Torres, fundadora de la revista Afroféminas, que puso en marcha su propio proyecto de muñecas negras para que los más pequeños pudieran verse representados en las situaciones de su día a día. Torres subrayaba la tendencia a blanquear la piel de los muñecos negros en la industria del juguete y las escasas opciones con las que cuentan los padres en las tiendas para poder comprar a sus hijos juguetes que no sean blancos.
Los expertos de AIJU, que cada año valoran la calidad de los juguetes del mercado y elaboran una guía, señalan algunas excepciones, como la colección de las muñecas Jaggets, de Famosa, una pandilla de cinco amigas entre las que hay una niña con rasgos asiáticos y otra de piel negra.
Otra opción es la colección 'Reparadores de sueños', de Lamagik, que representan profesiones “de gran importancia pero no siempre bien valoradas”, entre ellas las de barrendero, bombero y albañil. Por otro lado, Miniland comercializa figuras de oficios diferentes, así como familias de diferentes partes del mundo y personas con discapacidad, entre los que hay varios protagonistas racializados.
Algunas grandes firmas también han dado pasos para mejorar la diversidad de sus juguetes. En 2016 y 2017, Mattel lanzaba su nueva línea Fashionistas, incluyendo muñecas de Barbie y Ken con diferentes tipos de cuerpos, diversos estilos de cabello y siete tonos de piel.