Su barca ya no era barca cuando la encontró el equipo de rescate del Open Arms. La ONG llegó cuando todavía estaban, pero ya era tarde: una patrullera libia llevaba a un centenar de migrantes de vuelta a la casilla de salida. Su balsa deshinchada yacía sobre las aguas del Mediterráneo con escasas señales de lo que fue: varias prendas de ropa, un chaleco salvavidas, un pañal. Muy cerca, un pequeño paquete rectangular flotaba enganchado en un bidón de gasolina. Era un pasaporte.
Se llama Kone Zana y tiene 28 años. Es una de las 1.020 personas que este domingo se lanzaron al Mediterráneo en al menos siete embarcaciones mientras jefes de Estado europeos se reunían en una cumbre no oficial para perfilar nuevas decisiones sobre los desembarcos de los rescates realizados por ONG.
Zana se encargó de empaquetar con esmero el documento de viaje y la cartilla de vacunación que acabaron abandonados junto a la balsa en la que confiaba llegar a la Unión Europea. Un doble embalaje, bien clausurado, con una inscripción en su parte exterior: “Te quiero siempre”. El último sello plasmado en su pasaporte nos habla de su camino. De Costa de Marfil viajó a Túnez en avión en 2017, hasta llegar a una balsa frente a la costa libia.
Ahora, su pasaporte se encuentra en el barco de rescate de Open Arms. Pero él no. No sabemos con certeza dónde está, como tampoco está confirmado dónde se encuentran los ocupantes de las otras seis embarcaciones que, según notificó el centro de coordinación de salvamento de Roma, estaban en peligro este domingo.
Aunque Italia no ha cerrado los casos ni ha comunicado su detección por parte de las autoridades libias, al menos un centenar de ellos han sido devueltos a Libia cuando ya se encontraban en aguas internacionales.
Este lunes, la agencia Reuters ha informado de que, según han comunicado las autoridades locales del país vecino y “un testigo” de los hechos, los agentes libios recuperaron en la jornada del domingo en varias operaciones diez cuerpos sin vida y han interceptado a un total de 948 migrantes y refugiados. Según estas cifras, más de medio centenar de personas de las 1.020 que se lanzaron al mar aún no han sido localizadas.
Las lanchas de Open Arms, con eldiario.es a bordo, avistaron una patrullera libia repleta de jóvenes de origen subsahariano. El Aquarius ha comunicado a la ONG catalana haber localizado otro buque con otros tantos migrantes. Se dirigían hacia el mismo lugar del que habían escapado horas antes, Libia.
Esa misma mañana el centro de salvamento de Roma había comunicado la cesión de la coordinación de las barcas en peligro a los “guardacostas” libios. “No necesitan vuestra ayuda”, contestaron las autoridades italianas cuando el Open Arms se ofreció para rescatar a las 1.020 personas que, según sus notificaciones, se encontraban en inestables balsas a la deriva.
Cuando se aproximó a la zona, las lanchas de Open Arms salieron igualmente en su búsqueda. Al menos un centenar de hombres observaban la zodiak de la ONG desde lo alto de la patrullera libia. Los ojos de uno de ellos se clavaron en los nuestros. Su rostro no se inmutaba, permanecía impasible, como si imaginase aquello que pudo ser y no fue. Lo cerca que había estado y lo lejos que se encontraba una vez más. Transmitía tristeza.
Al otro lado, un equipo de rescate de Open Arms contenía su rabia y sus lágrimas. Rafa, socorrista de la ONG, observaba el pasaporte de Kone Zana de una forma similar a como las personas devueltas nos miraban a nosotros. Con impotencia, recapitulaban su proceder para analizar si hubiese sido posible llegar a tiempo.
“Hemos estado muy cerca. Nos han faltado las horas perdidas en Malta”, reflexionaba uno de los voluntarios de Open Arms, mientras buscaba más señales de vida o muerte en los alrededores de la balsa localizada en medio del Mediterráneo. “Ahora todo encaja”, contestaban sus compañeros.
Este sábado, el Gobierno de Malta no le puso fácil a la ONG catalana Proactiva Open Arms zarpar en busca de vidas en riesgo. Sus autoridades denegaron a última hora la autorización que tenía el buque para atracar en su puerto, una parada técnica necesaria para continuar su camino rumbo a la zona SAR (búsqueda y rescate).
El barco de Open Arms se vio forzado a permanecer durante 12 horas a 12 millas de Malta, a la espera de encontrar una solución. Finalmente, la tripulación en tierra contrató los servicios de un buque montacargas para trasladar a parte del equipo y los suministros requeridos para arrancar la misión.
Al mismo tiempo, el barco de la ONG Lifeline continuaba frente a las costas maltesas, esperando el permiso para atracar en un puerto seguro con más de 200 rescatados a bordo.
Minicumbre sobre migración sin conclusiones
Toda esta sucesión de hechos coincidía con una fecha destacada: la celebración de una cumbre no oficial entre jefes de Estado de la UE para preparar el Consejo Europeo que tendrá lugar esta semana, con los ojos clavados en los asuntos migratorios tras el cierre de los puertos italianos.
Salvini, que visitará Libia este lunes, no ha tardado en felicitar a los guardacostas libios por los “rescates” realizados durante este domingo, obviando la devolución de estas personas al país donde la ONU ha documentado graves violaciones de derechos humanos sobre la población migrante.
Después del intento frustrado de rescate por parte de la ONG catalana, los guardacostas libios “acusaron” al equipo del Open Arms de haber provocado que algunas de las personas rescatadas se tirasen por la borda al observar la aproximación de la lancha española. eldiario.es estuvo presente y, durante el tiempo que permaneció accesible a nuestra vista, los migrantes no se movieron de su sitio.
Quienes sí gritaban eran los agentes libios. Desde la patrullera, se acercaron de forma intimidatoria hacia la lancha de rescate del Open Arms. Movían sus brazos con agresividad, tratando de empujar a los miembros de la ONG de sus alrededores.
La tripulación española permaneció en la zona y fue la embarcación libia la que aceleró y desapareció del lugar dejando una gran cantidad de humo detrás.
Era la patrullera 648, la misma que, hace tres meses protagonizó el incidente que derivó en la incautación del Open Arms. El mismo barco que hoy les desafiaba de nuevo con el objetivo de rescatar y trasladar a un puerto seguro a más de 1.000 personas.