Rubén Espinosa Becerril no quería que hubiera un periodista número 13 asesinado en el estado de Veracruz y por eso lo abandonó el pasado 9 de junio y huyó al Distrito Federal: salió huyendo de la entidad gobernada por el político del PRI Javier Duarte de Ochoa, a quien señaló de ser el autor de los acosos y amenazas que estaba recibiendo, le dijo al medio de comunicación SinEmbargo en su última entrevista, realizada el 1 de julio.
Ahora, Rubén es el número 13. Fue asesinado en la colonia Narvarte, de la Ciudad de México junto a otras cuatro personas. Espinosa es también el periodista asesinado número 16 durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. En total en los últimos años suman 88. Lo asesinaron en las narices de las organizaciones en donde denunció las amenazas de las que era víctima y lo más grave, del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación (Segob).
En un 'autoexilio' de Veracruz, obligado por el acoso y las amenazas de las fue víctima llegó al DF. El joven colaborador de los medios Proceso, Cuartoscuro y de la agencia de noticias AVC huyó después de protagonizar varios episodios de acoso.
El reportero gráfico era originario de la Ciudad de México, pero desde hace ocho años estaba afincado en Veracruz. En esa entidad dejó su trabajo, sus corresponsalías, amigos, su casa y hasta su perro por el miedo a ser asesinado como los 12 periodistas que fueron ejecutados antes que él. Quería volver a la entidad que gobierna Javier Duarte, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que lidera el presidente Enrique Peña Nieto, pero tenía claro que regresar era jugarse la vida. Por eso mejor se quedó en el DF.
El día de la entrevista, Rubén llegó a la redacción ataviado con una camisa a cuadros, pantalón casual, unos tenis, su chaleco y la bolsa donde resguardaba su cámara fotográfica. Llegó listo para cubrir la marcha de los nueve meses de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Esa sería su siguiente parada después de conversar en las oficinas de SinEmbargo.
A pesar de que se sentía nervioso, su gusto por la cobertura de movimientos sociales lo impulsaba a salir a la calle a tomar fotos. En el Distrito Federal se sentía seguro y aunque le estaba costando trabajo adaptarse de nuevo a la ciudad, la certeza de que en la capital del país podía resguardarse de las amenazas que había recibido, lo alentaba a continuar.
Sentado en una de las sillas de la sala de juntas, Rubén reveló el estado de la prensa y de la libertad de expresión en Veracruz; el modus operandi del gobierno de Javier Duarte de Ochoa para mantener sometidos a los medios de comunicación y la vida que deben llevar los reporteros y fotógrafos que no quieren recibir dinero a cambio de no ejercer su libertad de expresión.
“La anarquía es tal, que todos la están pasando mal menos la corrupción” –dijo– “en un Veracruz que la muerte escogió para vivir, en brazos de un gobierno admirador del exdictador Francisco Franco”.
“Deja de tomar fotos o vas a terminar como Regina”
Rubén dijo a este diario digital que salió huyendo de Veracruz porque era acosado por el gobierno de Javier Duarte, debido a que publicaba fotos incómodas para el gobernador y porque cubría marchas y movimientos sociales.
En una de esas coberturas andaba –una manifestación de estudiantes que fue reprimida y que a él le tocó registrar a través de su lente–, cuando un hombre, al que identificó como una persona de “ayudantía del Gobierno del Estado”, lo amenazó con que terminaría como la periodista de la Proceso Regina Martínez Pérez, quien fue asesinada en su departamento en 2012.
Igual que Regina Martínez, Rubén Espinoza fue asesinado entre las cuatro paredes de un departamento, pero en la Ciudad de México.
– ¿Qué coberturas haces en Veracruz? ¿Crees que detonaron este acoso?
– Yo me especializo en movimientos sociales. Tengo una portada en la revista Proceso con el Gobernador, esa portada lastimó mucho, de hecho la compraron a granel…
– ¿Qué foto es?
– Es una fotografía donde el Gobernador sale con una gorra de policía y de perfil que va caminando.
El fotoperiodista aseguró que alrededor del 98% de la prensa en Veracruz, desde directivos de medios, hasta reporteros, recibe “chayote” como automóviles y dinero para publicar a gusto del Gobernador. Contó que hay unos desayunos llamados 'Desayunos de la Libertad de Expresión', donde se rifan vehículos, pantallas, iPads y teléfonos.
“Lo que ya no se quiere hacer en Veracruz, es periodismo de investigación, está prohibido, todos deben conformarse con el boletín. Estamos hablando de que van 12 compañeros asesinados, cuatro desaparecidos y del 2000 a la fecha, 17 exiliados. Y cada que llama un diputado y el mismo gobernador a sus desayunos se llena, porque desgraciadamente la prensa en Veracruz está al servicio de quien le echa de comer”, dijo.
Espinosa Becerril recordó el caso de Víctor Báez, director de Reporteros Policiacos, quien fue asesinado, descuartizado y “aventado” frente a las instalaciones del Diario de Xalapa, una semana después de recibir un automóvil como regalo.
“Le duró una semana su coche. Yo estoy muy en desacuerdo con que a la prensa se le tenga que dar dinero, no tiene que hacerlo. Entiendo que los sueldos son bajos, pero si exigimos prestaciones, seguro como gremio, posiblemente lo vamos a conseguir, pero para todos es más fácil recibir dinero”, expresó.
El D.F. dejó de ser seguro, según la ONG Article 19
La última vez que Darío Ramírez, director de la organización internacional Artículo 19, habló con Rubén, fue hace una semana. El joven fotoperiodista estaba más tranquilo y seguía en contacto con sus colegas de Veracruz. Preocupado por seguir difundiendo lo que sucedía en esa entidad, le dijo.
Hoy con Rubén muerto, Darío Ramírez está consternado. Artículo 19 le ayudó con el desplazamiento de Veracruz al Distrito Federal y ahora la organización está ante una terrible negligencia del gobierno de Veracruz y del gobierno federal.
“Es un dolor profundo, es un momento de frustración y cólera, por la indolencia de las autoridades del Distrito Federal y del gobierno federal. Esta muerte está en los hombros de funcionarios públicos del estado de Veracruz y del gobierno federal”, dijo Ramírez. Artículo 19 dio aviso al Mecanismo de Protección de la Secretaría de Gobernación del peligro que sufría Espinosa.
“Hay un nuevo fondo y me refiero a que la violencia está mucho más cercana al Distrito Federal. Ya no es ese santuario a donde podían venir y sentirse tranquilos los periodistas. No podemos presumir que el DF es un santuario, sino que la violencia está en las calles. Seguimos hablando de un alto grado de esquizofrenia, de locura, porque las autoridades hablan de una protección inexistente, un mecanismo inútil”, dijo.
Hace un mes Espinosa Becerril aseguró que no confiaba en los mecanismos de protección del gobierno y que prefería acercarse a los organizaciones de defensa de periodistas: “En Veracruz no hay garantías. La Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas no sirve de nada. El día de la golpiza del 14 de septiembre a un compañero le dieron con toletes eléctricos en el corazón y la misma Comisión le dijo: 'Mejor recibe dinero, no hagas escándalo, ya te pasó, ya te robaron'. He venido acá y me preguntan si ya me acerqué a la Comisión. No tienen idea de la corrupción que hay en esa Comisión. Yo no confío en ninguna institución del Estado, no confío en el gobierno, temo por mis compañeros, temo por mí. No es nada más Rubén, es familia, amigos, yo no quiero perjudicar a nadie más con eso”, dijo.
Antes de despedirse, el joven fotógrafo auguró días difíciles para el estado del que huyó y pidió a la sociedad “voltear a ver a Veracruz”. “Viene una represión muchísimo más grande que la que tenemos hoy en día y recordemos que Javier Duarte al inicio de su mandato dijo que era admirador de Franco, es un referente al que la gente no puso mucha atención y lo están viviendo los veracruzanos. Solo le pido a la gente, a la sociedad y a los periodistas que volteen a ver a Veracruz, porque nos están matando a toda libertad de expresión”, indicó.
Al final de la entrevista Rubén se acomodó la cámara fotográfica, saludó a sus colegas y se encaminó a la salida. Sonrió y se despidió con un abrazo. Minutos más tarde, el fotógrafo retrataba a los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa en la marcha que salió a las cinco de la tarde del Ángel de la Independencia y que concluyó con una lluvia a las afueras del Palacio
de Bellas Artes.
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