La llegada de una ambulancia a toda velocidad interrumpió el breve descanso de un grupo de periodistas frente al Hospital de los Mártires de Al Aqsa en Deir Al Balah, en el centro de la Franja de Gaza. Algunos estaban dormidos, pero ataviados con los chalecos antibalas que los identifican como prensa. El fotoperiodista Ashraf Amra estaba entre ellos y, como sus compañeros, agarró su cámara rápidamente para cubrir lo ocurrido.
Los paramédicos sacaron del coche a un hombre herido y otra persona llevaba a un niño cubierto de polvo, víctimas de un ataque israelí, lanzado durante la medianoche entre las localidades de Rafah y Khan Yunis. El bombardeo dejó decenas de muertos y heridos, informaba Amra poco después en una retransmisión en directo desde su cuenta de Instagram.
Desde el 7 de octubre, los periodistas gazatíes se han visto atrapados entre la responsabilidad de contar al mundo la situación en la Franja y el temor de sufrir la guerra en casa. El fotoperiodista independiente Ashraf Amra colabora con medios internacionales como Al Jazeera, Reuters y Associated Press y trabaja regularmente en Gaza, su ciudad natal. Aunque ha documentado todas las escaladas militares del territorio palestino, no había vivido una como esta.
“Llevo 22 años cubriendo Gaza, y en todo ese tiempo nunca he presenciado una violencia tan implacable como la ejercida por la ocupación israelí, como en esta guerra”, cuenta el periodista a elDiario.es a través de una llamada telefónica.
Únicos testigos
El fotoperiodista graba y hace fotos solo con su mano izquierda. Tres semanas antes del estallido de la guerra, resultó herido en su mano derecha por una bomba de gas lanzada por soldados israelíes durante la cobertura de una manifestación en la ciudad de Khan Yunis, en el sur de Gaza, explica Amra.
Desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás, las autoridades israelíes han negado la entrada a la prensa extranjera a la Franja, por lo que estos solo pueden contarla desde el lado israelí de la frontera. Los periodistas locales en Gaza son únicos testigos de lo que ocurre. Sus coberturas sobre las consecuencias de la guerra han llenado las pantallas de distintos medios internacionales. Amra fue uno de los que comenzaron a transmitir rápidamente las consecuencias del conflicto. También fue uno de los primeros periodistas en obtener imágenes de los ataques de Israel contra el puerto de Gaza, para el que, según ha denunciado Human Rights Watch, utilizaron fósforo blanco, prohibido a nivel internacional.
Amra ha ido a su casa solo una vez desde el inicio de la guerra. Había decidido acudir para cambiarse de ropa y descubrió que había sido dañada por un bombardeo israelí. “Puede que no lo creas, pero en los diez días transcurridos desde el comienzo de la guerra, sólo he dormido 10 horas. Si hay un bombardeo, salimos corriendo. Si traen heridos, salimos corriendo. Cuando pasa algo, a veces duermo tres minutos durante el día mientras envío las imágenes”, explica el fotógrafo frente al hospital de Deir Al Balah. Ante el corte de la electricidad, los periodistas se ven obligados a acudir a los hospitales para cargar sus teléfonos, dispositivos móviles y cámaras, además de enviar rápido sus fotografías a los medios o agencias interesados.
Los hospitales eran un lugar relativamente seguro, que además de atender a heridos y refugiar a miles de civiles, los periodistas utilizaban como base de operaciones para realizar su trabajo, dado que es uno de los pocos lugares donde hay internet. La explosión contra el Hospital Bautista Al Ahli, que mató a cientos de personas, ha cambiado la relativa sensación de seguridad de los centros sanitarios. “No tenemos libertad para cubrir la situación, para movernos. La ocupación israelí nos ataca deliberadamente”, lamenta Amra.
Muerte de compañeros
Trece de los compañeros de Amra han perdido la vida como resultado de los ataques israelíes a Gaza y el sur de Líbano. Según el Sindicato de Periodistas Palestinos, 50 sedes de medios palestinos en Gaza han sido destruidas. “La ocupación israelí está intentando asesinar a los periodistas para tratar de disuadirnos de cubrir los crímenes que cometen contra el pueblo palestino. No puedo describir la cantidad de dolor que existe aquí en Gaza”, lamenta el periodista, con la voz entrecortada.
El secretario general de Reporteros sin Fronteras, Christophe Delors, ha exigido oficialmente a las autoridades israelíes “poner fin a las prácticas militares que violan el derecho internacional y causan la muerte de civiles, incluidos periodistas”.
“ÙLa incertidumbre es total y siempre han estado arriesgando la vida de los periodistas gazatíes, acudiendo a los lugares que han sido bombardeados, donde hay enfrentamientos”, comenta Alfonso Bauluz, director de Reporteros Sin Fronteras en España. “Para los periodistas de Gaza, no era fácil hacer el trabajo antes y ahora es mucho más difícil por problemas logísticos y sobre todo porque los periodistas tienen que cuidar a sus propias familias”, sostiene Bauluz. La información de lo que sucede en el interior de la franja, dice, es cada vez más inaccesible.
Las condiciones de los periodistas gazatíes cada día son más complejas. Varios han tenido que desplazarse de sus hogares. Durante una conexión de Al Jazeera con su corresponsal Youmna El Sayed, un proyectil israelí impactó contra un edificio a sus espaldas. En pleno directo, la periodista se ve obligada a agacharse y resguardarse tras el estruendo del ataque.
Casi dos semanas después, las fuerzas israelíes ordenaron a la población del norte que se desplazaran hacia el sur del territorio palestino. La periodista abandonó su hogar pero, días después, regresó. “Si vamos a morir, vamos a hacerlo con dignidad, en nuestra casa”, dijo en un vídeo.
El periodista Moataz Azaizeh quedó consternado por el asesinato de varios miembros de su familia cuando se dirigía a Deir ÙAl-Balah para cubrir un bombardeo israelí el 12 de octubre. Tras recibir la noticia de que la zona donde vive su familia había sido bombardeada, compartió su preocupación a través de un directo de Instagram: “Allí vive toda mi familia. La situación es difícil y no puedo comunicarme con ellos”. Cuando llegó al lugar, se desplomó mientras contaba la escena. Sacaron bajo los escombros a 15 personas de su familia. El periodista presenció cómo cubrían los cuerpos de sus seres queridos con los correspondientes plásticos.
Un amigo de Azaizeh, Ali Jadallah, es fotógrafo para la Agencia Turca Anadolu y ha cubierto guerras anteriores en Gaza con imágenes conmovedoras. Ha perdido a cinco miembros de su familia como resultado de una incursión israelí en el barrio de Al Rimal en Gaza. El periodista grabó un vídeo mientras transportaba el cuerpo de su padre en su coche. “Hemos llegado a una etapa tan catastrófica que llevo el cuerpo de mi padre en mi coche y voy a enterrarlo. No hay ambulancia ni gente participando en el entierro”, dijo en las imágenes compartidas por redes sociales.
Hace unos días, Azaizeh y Jadallah subieron una imagen en Instagram junto a otros compañeros. A sus espaldas se acumulaban los escombros de uno de los ataques documentados cada día. Protegidos con sus chalecos antibalas y con sus cámaras siempre colgadas del cuello, los fotoperiodistas posaban sonrientes en medio de la destrucción pese al dolor de las últimas semanas. “Resiliente a pesar del dolor”, rezaba el título de la foto.