Hace dos años, muchos europeos comenzaron a encontrarse en las etiquetas con un nuevo ingrediente que llevaba décadas en sus dietas diarias sin que muchos lo supieran. El cambio en la legislación europea sobre el etiquetado que entró en vigor en diciembre de 2014 obligó a los fabricantes a dejar de esconder el tipo de aceite de utilizaban bajo la etiqueta de “aceite vegetal” y a especificar la procedencia concreta de las grasas utilizadas. Y muchos consumidores empezaron a darse cuenta de que muchos de los productos que consumen cada día tenían en su composición aceite de palma.
El aceite de palma es el tipo de aceite más utilizado en la actualidad, con aproximadamente un tercio del total del aceite vegetal consumido mundialmente. En Europa se utiliza fundamentalmente en alimentación y cosmética, aunque cada vez más se ha extendido como biocombustible gracias a las nuevas políticas energéticas de la Unión Europea.
Sin embargo, el aceite de palma lleva décadas bajo el foco de la opinión pública internacional por su alto impacto social y medioambiental. Con su producción concentrada principalmente en Malasia e Indonesia, las plantaciones compiten con las frondosas selvas tropicales del Sudeste Asiático y han supuesto la deforestación de millones de hectáreas.
Así, según un estudio realizado por el Instituto de Tecnología de Zurich (ETH Zurich), basándose en datos de FAO, entre el 55 y el 59% de la extensión de aceite de palma plantada en Malasia entre 1990 y 2005 y al menos el 56% en Indonesia se ubicó en zonas que anteriormente habían sido bosque tropical. Los animales que habitan en estos bosques son sus principales víctimas y muchos de ellos, como el orangután, puede que no sobrevivan a la extensión de esta industria.
De esta forma, un informe reciente de UNEP aseguraba que el orangután de Borneo probablemente se extinguirá antes de 2080 en buena parte de la tercera isla más grande del mundo cuando el 80% de su hábitat se haya perdido para ser convertida, sobre todo, en plantaciones de aceite de palma.
Las denuncias por expropiaciones de tierras y explotación laboral también han sido frecuentes. Una de las últimas procedía de Amnistía Internacional, quien acaba de publicar un informe en el que documenta graves abusos laborales, incluido trabajo infantil, en plantaciones certificadas por la Mesa Redonda para el Aceite Sostenible (RSPO en sus siglas en inglés), el principal sello sostenible del sector.
A pesar de que el aceite de palma se generalizó a partir de los años 70 como un sustituto a las polémicas grasas trans, su impacto sobre la salud también ha sido puesto en cuestión. Un estudio del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) publicado en 2009 asegura que el aceite de palma no es un sustituto saludable a las grasas hidrogenadas. Otro estudio recién publicado ha relacionado las dietas altas en grasa, con una metástasis más agresiva de un cáncer oral en ratones.
Esta metástasis es aún mayor cuando hay altas concentraciones de ácido palmítico, presente en el aceite de palma, aunque también en otros, como el de coco. “Se necesitan más estudios para descifrar esta intrigante relación, sobre todo por los países industrializados están registrando un incremento alarmante en el consumo de grasas saturadas y azúcar”, aseguró Salvador Aznar Benitah, del Instituto para la Investigación en Biomedicina de Barcelona (IRB en sus siglás en inglés), en un comunicado.
Sin embargo, su uso está tan extendido que se calcula que está presente en la mitad de los productos que se pueden encontrar en un supermercado. Muchos de los productos típicos navideños, que tradicionalmente nunca han llevado este tipo de aceite, han empezado a incluirlo poco a poco en sus recetas. Éstos son algunos de los más importantes:
Turrón: el turrón tradicionalmente nunca ha llevado aceite de palma, pero algunas empresas han empezado a utilizarlo. Las recetas más típicas, como el turrón duro o el de yema, a menudo siguen libres de este tipo de aceite y es más fácil encontrarlo en turrones que lleven chocolate, como el de Lindt de chocolate con praliné y almendras o el turrón de coulant de chocolate de Lacasa, o galleta, como el Suchard con oreo.
Galletas, bombones y otros dulces navideños: Tanto las galletas como los bombones son los productos que llevan aceite de palma de forma más habitual. Por ejemplo, el surtido de galletas Cuétara o la Caja Roja de bombones de Nestlé lo llevan. El panettone, un postre tradicional italiano que han empezado a adoptar algunas familias españolas, también puede llevar este tipo de aceite. Sin embargo, mantecados y polvorones suelen estar elaborados con manteca de cerdo y no hemos encontrado ninguno con aceite de palma en sus recetas.
Roscón de reyes: hay muchas recetas diferentes de roscón de reyes, pero tradicionalmente han llevado siempre mantequilla. Sin embargo, muchos han empezado a sustituir la mantequilla, hecha a partir de la leche, por margarina vegetal, que a menudo está hecha con aceita de palma. Por ejemplo, el roscón que vende estos días Alimerka bajo su marca blanca tiene este tipo de receta.
Aperitivos: Aunque los aperitivos no son típicamente navideños, sí suelen estar presentes en muchas de las reuniones con familiares y amigos de estos días. Y muchos de ellos, principalmente los que están fritos, suelen llevar este tipo de aceite. Algunos de los snacks que llevan aceite de palma son la Ruffles, los Doritos, los Triskys o los Fritos de Matutano.
Velas: estos días también solemos utilizar más velas, ya sea para decorar la mesa o la sala en la que vayamos a celebrar los días más señalados. Y sí, las velas también tienen aceite de palma, o al menos muchas de ellas. No obstante, la alternativa al aceite de palma en las velas es a menudo la parafina, un derivado del petróleo. Una de las opciones más ecológicas es la cera de abejas. Otra de las alternativas que se presentan como ecológicas es la cera de soja. Sin embargo, dado el impacto de los monocultivos de soja, hay que mirar esta opción también con lupa.