Las redadas en Marruecos empujan a cientos de migrantes a cruzar el Estrecho a principios de año
El 6 de enero, día de reyes, como todas las mañanas, José va a tomar su café a un hostal costeño de la localidad malagueña de Benajarafe. Son las 8 de la mañana y el sol comienza a deslumbrar un mar plata donde divisa una embarcación de plástico. Los ocupantes intentaban remar para llegar a la orilla. Entre ellos está Fuadi, un joven de 21 años de Gabón que, junto a otras 49 personas, trataba de alcanzar la costa de España tras más de 36 horas a la deriva en el Mediterráneo.
“Pasamos mucho tiempo en la patera, salimos el miércoles 4 sobre las 19 horas, estuvimos todo el día en el barco, se nos hizo de noche y llegamos a Málaga el día 6, cuando salió el sol”, relata Fuadi tras sobrevivir al cruce de una ruta que han atravesado cerca de 600 personas durante los primeros días de 2017.
Taoré también venía en la balsa. Este marfileño estuvo 36 horas en alta mar sin comida y con un poco de agua hasta que pisaron tierra. “El viaje en el mar fue muy duro. Sufrimos muchas dificultades ya que nos perdimos en el agua, pero al final llegamos a Málaga. La verdad es que no sabíamos dónde habíamos llegado pero un compañero nos dijo que era Málaga y comenzamos a gritar 'boza', 'boza'”, relata.
La embarcación navegó más de 90 millas hasta llegar a la playa de Benajarafe. “Cuando alcanzamos la costa empezamos todos a salir del barco, anduvimos y encontramos algunos policías de tráfico, estuvimos parados y empezaron a darnos algo de ayuda, algo de café, comida, etcétera”, comenta Fuadi. Los vecinos de esta localidad donaron sus roscones de reyes y llevaron agua para abastecer a los recién llegados mientras se activaba el protocolo de Cruz Roja.
Según EFE y Europa Press, desde el pasado viernes se han hallado los cadáveres de seis personas en playas del Campo de Gibraltar, en la provincia de Cádiz, tras el naufragio de una patera en aguas del Estrecho. Además, Salvamento Marítimo ha localizado en Ceuta el cuerpo sin vida de otra mujer subsahariana que viajaba una balsa hinchable junto a otras siete personas.
En lo que va de año, han llegado a Andalucía cerca de 600 personas en patera a las costas de Motril, Almería, Málaga y Tarifa, algunas rescatadas por Salvamento Marítimo, mientras que al menos tres han llegado a la orilla por sus propios medios.
“Es lo normal cuando hace buen tiempo. De hecho, hay mucha menos gente en Marruecos porque este año han optado por la ruta de Libia”, asegura Helena Maleno, de Caminando en Fronteras.
Al buen tiempo también se han añadido otros factores que han anticipado la salida de los migrantes que esperaban refugiados en los campamentos autogestionados de los bosques del reino alauí, como las redadas de la policía marroquí.
Fuadi ha estado varios meses viviendo en los bosques de Marruecos de forma clandestina y asegura que durante el mes de enero no han parado las redadas y desmantelamientos. “Los policías marroquíes están entrando en los bosques ”, alerta este migrante. “Venían a los campos y lo destruían todo, han quemado las viviendas donde nos quedábamos todos nosotros. A muchos nos subían en el coche y nos devolvían justo a la frontera para evitar que pudiésemos venir”.
Este gabonés pasó sus últimas semanas en el campamento de Bolingo, donde cientos de migrantes –hombres, mujeres y menores– esperan para cruzar a Europa. “La policía marroquí venía a Bolingo y a otros campos. Por eso yo estoy aquí y muchos como yo decidieron salir de allí y venir a España”, relata Fuadi. Tras el intento de salto en la valla de Ceuta, en una muestra de colaboración a Europa, más de 1.000 policías desmantelaron y quemaron todo lo que encontraron a su paso en este bosque.
“Al tocar tierra gritamos 'victoria', porque los días de antes en Marruecos habíamos sufrido muchas dificultades con los policías”, sostiene Taoré, que también pasó varios meses en Bolingo. “Llegaron al campo, quemaron toda nuestra ropa, destrozaron nuestras casas y tuvimos que subir una colina para escondernos, pero después la policía volvió y detuvo a muchos de mis compañeros” apostilla.
“La gente todavía se está recomponiendo de las redadas porque han sido muy duras en el norte, donde lo han destrozado absolutamente todo”, confirma la portavoz de Caminando Fronteras. A la hora de tomar la decisión de partir, según Maleno, también influye el proceso de regularización para los migrantes lanzado por el Gobierno. “Con las regulaciones a los migrantes, Marruecos trata de demostrar a la Unión Africana que puede ser un buen socio porque respeta a África, las migraciones”, asegura.
“Entre ese equilibrio las personas ven Marruecos como un país de paso porque no perciben garantías. Aunque exista posibilidad de regulación, no hay integración, ni acceso a unos derechos sociales”, afirma Maleno, experta en migración y derechos humanos.
Según Fuadi, la violencia, el miedo a ser deportados en el desierto y el riesgo de sus vidas ante la represión empujan a muchos migrantes a saltar al mar. “Vine en la patera con 47 hombres y tres mujeres, no teníamos otra opción”, insiste.
El sur de España, puerta entre África y Europa, siempre ha sido canal de tránsito en el flujo migratorio. Las llegadas de personas en patera se han incrementando un 50% en 2016 con respecto al año anterior. Más de 6.100 migrantes han llegado por esta vía a las costas andaluzas, según el Ministerio del Interior.
A pesar del aumento, las cifras de llegadas a España son muy inferiores en comparación con la totalidad de las entradas registradas en la Unión Europea por vía marítima. En 2016, 339.783 migrantes y refugiados alcanzaron el territorio europeo de esta manera.
En libertad debido al “colapso” de los CIE
Taoré y Fuiadi se conocieron en el trayecto y ahora continuarán su viaje hacia Francia. El primero estudia la posibilidad de solicitar asilo en Francia, “será más fácil para mí allí. Habló francés y ellos nos colonizaron”.
Muchas de las personas llegadas en enero quedaron en libertad sin pisar el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Algeciras y ahora emprenden una nueva ruta hacia otros destinos.
Los 155 hombres y mujeres de origen subsahariano que llegaron en tres pateras a principios de enero a Málaga fueron puestos en libertad tras ser retenidos en la Comisaría Provincial, donde solo pueden permanecer un máximo de 72 horas.
Fuentes de Interior atribuyen su puesta en libertad al colapso en los CIE. Algunas ONG como Algeciras Acoge reiteran que los migrantes entran y salen de los centros, por lo que no deberían estar llenos. Caminando Fronteras añade que “están desbordados porque tienen que ponerlos en libertad inmediatamente y lo hacen una vez que han sido detenidos, privados de libertad. Además, al contrario de lo que dice el Estado español, la mayoría no son devueltos a su país”.
El CIE de Algeciras y su anexo de Tarifa, los únicos aún abiertos en Andalucía, cuentan con 190 y 160 plazas, respectivamente. Sin embargo, el CIE de La Piñera (Algeciras), no está en funcionamiento en su totalidad, debido a las malas condiciones en las que se encuentra, tal y como ha señalado en un auto reciente Belén Barranco, titular del juzgado de instrucción número 1 de Algeciras.
La jueza destaca que existe una “absoluta masificación” e insta a la policía a que “solvente las graves irregularidades”. Según datos del Ministerio de Interior, 2.303 personas fueron internadas en este CIE en 2015, casi la mitad del total en España.
“Ahora estoy en un hotel en Málaga, estoy yendo al hospital, trato de recuperarme y me siento en calma, porque quiero continuar mi viaje. Tengo amigos que viven en París y quiero ir allí”, relata Fuadi días después de arriesgar su vida en el Mediterráneo.