Los 121 rescatados por el Open Arms cumplen una semana de abandono: “Preguntan por qué tienen que estar ahí, en medio del mar”
Día tras día abren los ojos con inquietud. Se preguntan si hoy recibirán una respuesta diferente a sus incesantes dudas o, por el contrario, volverán a dormir una noche más sobre las duras tablas de madera de la cubierta del Open Arms. Si un gobierno comunitario abrirá sus puertos, si alguno les escucha, o se acostarán de nuevo sin saber dónde finalizará un viaje en el que tanto han sacrificado. En Libia han sido torturados, han sido violadas, han escuchado llorar a sus familiares mientras sus captores los extorsionaban a cambio de la libertad. Ahora están atrapados en un barco a 28 millas de su idealizada Europa, pero nadie parece hacer nada.
Las 121 personas auxiliadas por el Open Arms, entre las que se encuentran 32 menores, cumplen una semana abandonadas en alta mar. Quienes los han rescatado y han cuidado durante todo este tiempo insisten en que llegarán a un puerto europeo, que regresar a Libia no es una opción y ya están muy lejos del lugar que les hace temblar. Pero la desconfianza se encuentra incrustada en su experiencia migratoria. Sin un destino concreto, el miedo puede difuminarse por momentos, pero no desaparece.
“Pasa el tiempo y, de vez en cuando, se desaniman, hay hablar con ellos para levantar el ánimo”, describe el presidente de Open Arms, después de aterrizar en la isla italiana de Lampedusa para trasladarse durante la mañana de este viernes al buque humanitario junto al actor Richard Gere. “Preguntan por qué tienen que estar allí en medio del mar y tienen mucho miedo de que los devuelvan. Es el temor generado por no saber, por la incertidumbre”, lamenta Óscar Camps.
“Los han maltratado tanto que no imaginas cómo están de incrédulos. Vienen con síndrome postraumático debido a las torturas y violaciones a las que han sido sometidos. Están encerrados en un barco sin tener información: pueden creerse cualquier cosa que se les pase por la cabeza”, denuncia el líder de la organización.
“Sólo quiero llegar a un lugar seguro”, confiesa Daniel ante el micrófono de Televisión Española, el único medio que se encuentra a bordo del Open Arms. Este eritreo relata horrores de su año y medio en Libia. “Te tratan como animales, te pegan todos los días”, indica el joven. A Hortensia la roció con gasolina el mismo hombre que la explotó e la intentó violar en Libia, informa la periodista de TVE Yolanda Álvarez. Sus quemaduras, de segundo y tercer grado, necesitan curas pero en el barco no cuentan con el material suficiente. Ella pasa los días tumbada de lado, con muchos dolores, mientras los gobiernos europeos continúan sin dar una respuesta.
A Hortensia ha querido referirse el presidente del Parlamento Europeo en una carta dirigida al líder de la Comisión Europea para exigir una respuesta urgente para el Open Arms, el único paso institucional realizado durante la última semana. “Hagámoslo, señor presidente, por Hortensia, la mujer que, al tratar de escapar de su torturador, le arrojó gasolina y fue incendiada”, ha rogado David Sassoli en su misiva. “Si Europa no puede proteger a esa mujer y a sus compañeras embarcadas en busca de una vida mejor, significará que ha perdido su alma y su corazón”, ha añadido. La ONG espera que la misiva presione a los Estados miembros para intervenir por ellos ante Bruselas.
Más presiones para los Estados miembros
El presidente del Parlamento Europeo solicita una acción inmediata a Jean-Claude Juncker, cuya institución es la encargada de velar por el cumplimiento de la normativa comunitaria. Sin embargo, desde la Comisión llevan días advirtiendo de su “falta de competencias” sobre los desembarcos de buques de rescate en el Mediterráneo. Sólo pueden, aseguran, coordinar y apoyar el proceso de negociación para distribuir a los rescatados entre varios países europeos, el paso previo exigido por los puertos más cercanos (Malta e Italia) para levantar el bloqueo.
Para activarlo necesitan la solicitud de un Estado miembro pero, de momento, ningún gobierno la ha tramitado. Open Arms ha pedido formalizar la petición a España, Francia y Alemania. El Ejecutivo español es el único que se ha negado a intervenir en Bruselas para poner a salvo a las 121 mujeres, hombres y niños atrapados en el buque. Desde la ONG aseguran a eldiario.es que los representantes franceses y alemanes parecen mostrarse receptivos a aportar una solución en las conversaciones informales que han mantenido.
El objetivo es lograr que Francia o Alemania alcancen un acuerdo con otros Estados miembros y conseguir permiso para desembarcar en Italia, el país más próximo al buque: el Open Arms se encuentra a 29 millas de la isla de Lampedusa. Ambos gobiernos fueron los instigadores del mecanismo de distribución ante desembarcos en el Mediterráneo, que continúa en proceso de negociación por parte de los Estados miembros. España se ha mostrado escéptico por no incluir en la recolocación a los migrantes rescatados en el Estrecho.
Después de pasar la última semana de un lado para otro con el objetivo de realizar todas las gestiones posibles para desengrasar el bloqueo del Open Arms, Camps se dirige al buque humanitario con más provisiones de comida para aguantar más tiempo en alta mar. El tiempo que tarden los Estados miembros en abrir sus fronteras a Hortensia, Daniel, Safá, Hayad y el resto de rescatados a bordo.