Un inmigrante de los 120 que intentaron saltar la valla de Melilla consiguió quedarse en la ciudad autónoma, según los datos ofrecidos por la Delegación del Gobierno. Durante el intento unas 30 personas se encaramaron a la alambrada española pero una vez que descendieron, fueron devueltos de forma autómatica al lado marroquí.
Fuentes oficiales insisten en que “llegaron treinta, pero sólo una persona superó el despliegue” y se niegan a confirmar que bajaran por el lado español de la frontera. “No superaron el dispositivo anti-intrusión”, insisten las fuentes oficiales. Es la terminología establecida para denominar a los “rechazos en frontera” o las devoluciones en caliente. De forma habitual, la Guardia Civil los devuelve a Marruecos en cuanto pisan suelo español. Allí suelen ser golpeados por las fuerzas de seguridad. En las fotos del salto, difundidas por Onda Cero Melilla, se observa a los migrantes encaramados en la última de las vallas del lado español.
El intento de salto se produjo en torno a las 6.30 de la mañana. Los migrantes estuvieron sentados en lo alto de la alambrada al menos una hora. A las 9, sólo un operario retiraba los jirones de ropa que se quedan enganchados a la triple valla (seis metros reclinable, sirga tridimensional y seis metros) que rodean los 12 kilómetros terrestres del perímetro de Melilla. El intento se produjo en un sector cercano al aeropuerto y al paso de Barrio Chino, el más transitado por los portadores. En torno a las 10 horas , los vigilantes del CETI aseguraban que un solo migrante había entrado en el en el centro. Lo hizo en torno a las 7.30 horas, a la carrera y llevando sus zapatos en la mano.
El último salto se produjo el 29 de abril, cuando siete personas (inicialmente la Delegación informó de cinco) lograron entrar en Melilla. Hasta ahora apenas 15 migrantes habían logrado llegar a la ciudad en seis saltos en lo que va de año. Son cifras muy alejadas de las de 2014, cuando unas 2.200 personas llegaron a la ciudad después de saltar la valla. Ocultarse en compartimentos de un coche (salpicadero, doble fondo o, incluso, depósitos de combustible) es ahora el método más común.
Migrantes y Guardia Civil coinciden en señalar que saltar las vallas españolas les lleva apenas un minuto. Para los subsaharianos el problema es llegar a esa valla. Son detectados por las cámaras desde el lado español, que da el aviso al otro lado de la frontera. El refuerzo del control del lado marroquí, que ha cavado una zanja y dispone policías cada pocos metros de la frontera, ha complicado aún más los saltos.
Si logran superar a la policía marroquí, pero sin la rapidez suficiente para evitar la llegada de la Guardia Civil al otro lado, son devueltos al reino alauita nada más bajar de la valla y poner el pie en Melilla, una práctica puesta en cuestión por la Defensora del Pueblo e investigada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. “No intenté nunca saltar la valla porque nos dijeron que era muy arriesgado, te vas a lesionar y te van a devolver”, explicaba un migrante a eldiario.es hace unas semanas, pero siempre hay quien está dispuesto al riesgo porque no dispone del dinero que exigen los traficantes de personas para esconderlos en un coche.