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¿En serio creen que vamos a volver?

Marea Granate

Faustina González —

Tengo 37 años y soy una de las muchas enfermeras que están trabajando en Reino Unido. Hace ya 3 años que emigré a Inglaterra en busca de un trabajo estable y digno, un trabajo que me permitiera hacer planes más allá de la fecha de finalización de mi enésimo contrato de trabajo en algún hospital público de España. Ya 3 años intentando balancear mi vida entre dos países, ganar esto sin perder aquello, difícil balance.

Para trabajar en Reino Unido como enfermera es obligatorio estar registrada en el NMC. El registro es un proceso lento y tedioso que cuesta unos 300€ y 5 meses de burocracia, más unos 150€ anuales de cuota de mantenimiento.

Se habla mucho del número de enfermeras que hemos emigrado al Reino Unido, pero pocas veces se dan números concretos, a pesar de que éstos son fáciles de obtener. Gracias a la Freedom of Information Act 2000 británica, Ley de Libertad de Información, cualquier persona puede solicitar información a los organismos públicos.

Según datos del NMC, el número de enfermeros españoles registrados desde el año 2008, momento en que empezó la mal llamada “crisis”, hasta la actualidad ha pasado de 970 a 6.606, un incremento del 581% en 7 años.

Este brutal incremento no es casual. Las reformas laborales aplicadas por el PSOE primero y el PP después, conllevan que cada vez más trabajadores nos veamos abocados al desempleo, a la precariedad laboral y a la emigración. En paralelo, las políticas sanitarias implantadas por los sucesivos gobiernos centrales y autonómicos van encaminadas a infra-financiar la sanidad pública, para conseguir un trasvase de pacientes y dinero del sector público al privado. Ejemplo de esto es la contratación de menos personal sanitario del necesario y el cierre de camas hospitalarias, de manera que se crean listas de espera interminables y crece el enfado entre la ciudadanía, beneficiando así la contratación de seguros de salud privados.

España está a la cola de los países europeos en el ratio enfermero-paciente, hecho que conlleva un deterioro del servicio, reflejado en un aumento del riesgo para la salud. En un estudio publicado en The Lancet se concluyó que en los hospitales donde las enfermeras tienen un nivel de estudios superior y cuidan a 6 pacientes en lugar de cuidar a 8, la mortalidad es un 30% inferior. No estamos hablando de tardar unos minutos más en administrar un analgésico para calmar el dolor, estamos hablando de salvar vidas.

Las precarias condiciones laborales y el obsoleto sistema de contrataciones del sistema sanitario público español son también un incentivo para la emigración: contratos de 3 meses para cubrir las vacaciones de verano, contratos de unos pocos días en Navidad o Semana Santa, contratos incluso de un único día, llamadas a las 8 de la mañana para entrar a trabajar ese mismo día en un servicio en el que nunca has trabajado, etc.

Pero España no es el único país con un incremento importante del trasvase de enfermeros hacia UK, estamos entre los 5 primeros, junto con Portugal, Chipre, Italia y Rumanía. Una vez más, comprobamos el resultado de las políticas extractivas de los países ricos del norte de Europa hacia los países pobres del sur.

Todo esto no sería posible sin la colaboración de los sindicatos sentados en la mesa sectorial de sanidad, quienes firman los convenios que nos abocan a la precariedad laboral continua y al desempleo indefinido. Tampoco nos olvidemos que desde los Colegios Provinciales de Enfermería se promueve la contratación de enfermeros para países del norte de Europa, mientras que desde el Consejo General de Enfermería se desvía la atención con la “prescripción enfermera”. Todas piezas necesarias de un mismo puzle con un objetivo común.

Pero, ¿puede España permitirse perder más de 6.000 enfermeros? Hay 21.000 enfermeras desempleadas y las expectativas son peores. No es que España se lo pueda permitir, es que le interesa. ¿Cómo creen ustedes que va a bajar el gobierno central el número de desempleados si no es a costa de quienes emigramos?

Y no sólo es que nos utilicen para mejorar los números del paro, es que las emigrantes les importamos tan poco, que nos han robado nuestro derecho a la sanidad pública, nos han robado nuestro derecho a votar y nos han robado incluso nuestro derecho a retornar en condiciones dignas.

Mientras escribía este texto he comprado mi billete de avión para ir a casa durante las vacaciones de invierno. En Marea Granate nos volverán a llamar de una docena de programas de televisión para recabar testimonios de aquellos emigrantes que no podrán pasar la Navidad junto a su familia, como si nosotras sólo echáramos de menos a nuestros seres queridos durante esos 15 días. En un superficial anuncio navideño, unos chavales con maleta a las puertas de emigrar decían “…pero volveremos”. Yo les pregunto a ustedes… ¿En serio creen que vamos a volver?

Algunas tenemos claro que al gobierno central no le importa perder el gran capital económico que supone una emigración masiva de ciudadanas debido a las nefastas políticas laborales y sociales. Ahora sólo nos queda preguntarnos, ¿le importa a la sociedad española la gran pérdida humana que la emigración conlleva? Ya sabemos que al gobierno central les sobramos, ¿y a ustedes?

Tengo 37 años y soy una de las muchas enfermeras que están trabajando en Reino Unido. Hace ya 3 años que emigré a Inglaterra en busca de un trabajo estable y digno, un trabajo que me permitiera hacer planes más allá de la fecha de finalización de mi enésimo contrato de trabajo en algún hospital público de España. Ya 3 años intentando balancear mi vida entre dos países, ganar esto sin perder aquello, difícil balance.

Para trabajar en Reino Unido como enfermera es obligatorio estar registrada en el NMC. El registro es un proceso lento y tedioso que cuesta unos 300€ y 5 meses de burocracia, más unos 150€ anuales de cuota de mantenimiento.