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Más allá del Día D

Francesc Mateu i Hosta, Director de Oxfam Intermón en Cataluña, @frmat

El lunes, igual que hoy, amanecerá en Zaatari (Jordania). Y saldrá el sol en el valle de Bekaa (Líbano). También las primeras luces iluminarán Grecia mientras vacían inhumanamente algún campo improvisado. Y en Nyarugusu (Tanzania) también verán aparecer el sol detrás de las montañas junto a la frontera de Burundi. Y la arena de Tinduf (Argelia) también reflejará el sol y el calor. Y en Batil (Sudan del Sur), y Rwamanja (Uganda) y….

No habrá música especial ni fiesta grande. Ni hinchables. Ni asado. Ni actividades infantiles especiales. Ni comida extra. Ninguno de los síntomas que en algunos lugares nos indican que hay una conmemoración. Ni tan siquiera sabrán que el lunes, 20 de Junio, es su día: el día de las personas refugiadas. No habrá nada especial en los campos. Amanecerá y como cualquier día verán avanzar el sol hasta el ocaso, suspirando por poder ver un amanecer otra vez en su propia casa.

Hoy, como ayer y anteayer, se preguntarán por qué les ha tocado esto, y cuando podrán volver a su casa o a su país. Son las dos únicas preguntas que irán dando vueltas a su cabeza mientras el sol hace todo su recorrido.

Y la desesperanza dará un cuarto de vuelta más a su tuerca. Desesperanza porque no ven el momento de volver a casa. Desesperanza porque, más allá de los que trabajan en su campo, creen que nadie sabe de su existencia ni se preocupa realmente de su injusta situación. Desesperanza de semanas, de meses, de años, o algunos incluso de lustros.

Los de Europa saben al menos que los voluntarios y las televisiones están de vez en cuando a su lado. Ayuda a mantener el ánimo y a continuar la lucha, aunque de nada sirve tampoco en los momentos de indefensión que les da su vulnerabilidad.

Palabras como nacionalidad, conflicto o pasaporte cobran más fuerza que la palabra persona, y partir de ahí empiezan a dejar de respetarse sus derechos y su dignidad. Derechos y dignidad que viajan en verdad con ellos donde quiera que vayan, aunque no se lo reconozcan.

Hoy, si las prisas y las múltiples tareas no nos lo impiden, hagamos un pequeño alto en el camino. Miremos el sol -como lo harán ellos -, y acordémonos de que en muchos lugares del mundo, ese mismo sol será el testigo simultáneo de nuestro día y de su vuelta de tuerca de desesperanza, injusticia y lucha.

A mediodía, cuando para ellos y nosotros el sol vuelva a estar en su punto más alto, y al anochecer cuando los rayos debilitan la luz, volvamos a acordarnos de que es el día del refugiado.

No servirá de nada: como no sirve de nada que tengan un día internacional al año. O sí. O no siempre. O el sol te recordará cada día a las personas refugiadas. Y pensarás que no sirve de nada. Pero quizás una nueva noticia de refugiados captará tu atención. Y luego tropiezas con una concentración para parar una guerra o de apoyo a refugiados, y no la evitas. Y luego firmas una petición y propones el tema al AMPA, escribes en las redes, lo hablas en el trabajo,…. y en las elecciones decides tu voto teniendo en cuenta qué dicen los partidos sobre esta cuestión, y cómo es de sólida dentro de su política exterior.

Y después... en definitiva, hablas de ellos y los tienes un poco más presentes. Todos y todas las refugiadas del mundo, no sólo los que están cerca.

Sí, los días D no sirven para nada por sí mismos. Pero igual el ocaso de este 20 de Junio no será, como otras veces, el ocaso del tema hasta el 20 de junio del próximo año. Y quizá este año pensemos que sí podemos hacer algo. Y si es asi, la primera piedra para cambiar su realidad ya estará puesta.

El lunes, igual que hoy, amanecerá en Zaatari (Jordania). Y saldrá el sol en el valle de Bekaa (Líbano). También las primeras luces iluminarán Grecia mientras vacían inhumanamente algún campo improvisado. Y en Nyarugusu (Tanzania) también verán aparecer el sol detrás de las montañas junto a la frontera de Burundi. Y la arena de Tinduf (Argelia) también reflejará el sol y el calor. Y en Batil (Sudan del Sur), y Rwamanja (Uganda) y….

No habrá música especial ni fiesta grande. Ni hinchables. Ni asado. Ni actividades infantiles especiales. Ni comida extra. Ninguno de los síntomas que en algunos lugares nos indican que hay una conmemoración. Ni tan siquiera sabrán que el lunes, 20 de Junio, es su día: el día de las personas refugiadas. No habrá nada especial en los campos. Amanecerá y como cualquier día verán avanzar el sol hasta el ocaso, suspirando por poder ver un amanecer otra vez en su propia casa.