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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Albert Rivera pide “un 1% más” ante las llamadas de Rajoy al voto útil

Hubo un tiempo en el que los partidos asumían su rol: PP y PSOE se alternaban en el Gobierno mientras el resto asumía su papel subsidiario como bisagra, en el mejor de los casos.

Con la éxito de las candidaturas ciudadanas en Ayuntamientos como Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, Coruña, Santiago y Ferrol, y la irrupción de Podemos y Ciudadanos, se socializó la aspiración de la victoria. Es decir, el poder institucional ya no era cosa de dos: había más actores dispuestos a diputar el gobierno al bipartidismo.

Pero el 20D volvió a recolocar las cosas, y las encuestas que se están publicando desbaratan la posibilidad de que cuatro partidos se estén disputando la victoria el 26J, si bien difícilmente se pueda formar el Gobierno sin el concurso de al menos dos de esos cuatro: PP, Unidos Podemos, PSOE y Ciudadanos.

Sin embargo, el mensaje que está lanzando Albert Rivera en las últimas horas para combatir la llamada al voto útil del centroderecha que está lanzando Mariano Rajoy demuestra que el candidato de Ciudadanos está renunciando a grandes aspiraciones, y llama a conseguir un 1% más de votos: “Con 1% más de votos a Ciudadanos habrá cambio a mejor”.

Bien es verdad que tanto el sistema electoral como la circunscripción provincial pueden erosionar a un partido como Ciudadanos, que en algunas provincias puede perder escaños en favor de Unidos Podemos. Hasta ese punto, que algunos analistas que siguen al partido a veces hablan del riesgo de anguitazo, es decir, sacar muchos votos pero quedarse por debajo del umbral suficiente como para convertirlos en diputados. De ahí esa llamada al 1% de Rivera: pasar del 14% del 20D al 12% puede suponer una pérdida de entre 10 y 15 diputados.

Y al contrario, si Ciudadanos pasa del 14% al 15%-16% también podría superar ampliamente los 40 actuales.

En todo caso, ese 1% más de voto del que habla Rivera, esos “10 escaños más” de los que habla Rivera, los dejaría lejos del primero y del segundo. Incluso del tercero.

Hubo un tiempo en el que los partidos asumían su rol: PP y PSOE se alternaban en el Gobierno mientras el resto asumía su papel subsidiario como bisagra, en el mejor de los casos.

Con la éxito de las candidaturas ciudadanas en Ayuntamientos como Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, Coruña, Santiago y Ferrol, y la irrupción de Podemos y Ciudadanos, se socializó la aspiración de la victoria. Es decir, el poder institucional ya no era cosa de dos: había más actores dispuestos a diputar el gobierno al bipartidismo.