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El nuevo PIB que quiere medir Europa: sin trabajo doméstico pero con prostitución y drogas

Invernadero de plantas de marihuana. EUROPA PRESS

Ana Requena Aguilar

Madrid —

La inclusión del tráfico de drogas y de la prostitución en el Producto Interio Bruto (PIB) ha desatado críticas que cuestionan qué es lo que debe medir este indicador y por qué no incluye otras actividades, como los trabajos de cuidados que sostienen los hogares. ¿Qué mide entonces el PIB? El valor de la actividad económica de un país, es decir, todo lo que conlleva un intercambio económico. Ese es el requisito que deja fuera los trabajo de cuidados: al no ser remunerados, no pueden entrar en el PIB.

El indicador sí que tiene en cuenta la economía sumergida (porque supone un intercambio monetario), que el PIB ya recoge al menos en parte: para elaborar el indicador se tienen en cuenta varias estadísticas y entre ellas está la Encuesta de Población Activa (EPA), que también incluye el empleo en negro. Además, el dinero que generan las actividades sumergidas sigue fluyendo en el sistema: una persona que recibe 400 euros en negro por hacer chapuzas gasta ese dinero en pagar facturas o en hacer compras que sí se reflejan en el PIB.

Lo mismo sucede con las actividades ilegales. “Están las actividades informales, como por ejemplo quien da clases particulares en su casa, y las actividades ilegales, como el tráfico de drogas. Ninguna se contabiliza como tal, pero dejan rastros a través del consumo, del IVA...”, explica el coordinador del Instituto Flores de Lemus, José Domingo Roselló.

Con todo, no hay una medición exacta de lo que la economía sumergida aporta al PIB. Varias estimaciones la sitúan cerca del 20% del PIB, como los estudios del Parlamento Europeo o del economista Friedrich Schneider, uno de los mayores expertos en la materia. Es decir, del billón de euros que supone el PIB, 200.000 millones procedería de las actividades en negro.

La novedad es que ahora no solo dejarán esos rastros indirectos, sino que la prostitución y las drogas se contabilizarán de forma directa: sus flujos monetarios se incluirán en los epígrafes que detallan los sueldos y salarios y los beneficios empresariales. ¿Cómo? A través de datos que ofrezca la Policía, ONG o patronales de clubes de alterne.

Para la investigadora del Instituto de Estudios Fiscales María Pazos, incluir el tráfico de drogas y la prostitución implica “dar carta de naturaleza” a estas actividades: “Tal y como se mide la actividad económica es inevitable que parte de ese dinero que se contabilice proceda de actividades en negro o ilegales. Ahora bien, una cosa es medir, porque todas las mediciones pueden servir para profundizar en esos fenómenos, y otra cosa es incluirlos específicamente en el PIB”.

La catedrática de Economía de la Universidad Pablo de Olavide y especialista en estudios de género, Lina Gálvez, ve detrás de este cambio una clara intencionalidad política: darle un empujón al PIB en plena crisis al mismo tiempo que disminuye los porcentajes de deuda. “Si la base del PIB es más grande, la deuda será más baja. Son actividades que mueven mucho dinero”, dice.

Se supone que las actividades ilegales añadirán nada menos que 10.000 millones de euros al PIB, según los cálculos de varios expertos. Se sumará al aumento que ocasionarán otros cambios, como una nueva forma de media el I+D+i o la producción de armamento, que podrían aportar otros 10.000 millones.

Algunas economistas como la propia Gálvez reclaman nuevos indicadores capaces de medir, no solo el crecimiento, sino también el bienestar y el impacto de algunas actividades cotidianas. Esta catedrática lo resume así: “Un indicador es una convención. Hace falta un indicador riguroso que se asuma de forma universal y que mida el bienestar de las personas. Por ejemplo, si hay un incendio y se queman miles de hectáres, el PIB puede subir debido a toda la actividad que se genera en torno a la extinción y recuperación de esa zona. Es decir, deja fuera el impacto de algunas actividades sobre el medio ambiente o el de las tareas de cuidados que se producen en la esfera privada y permiten la sostenibilidad de la vida”.

Impacto de los cuidados en el PIB

Un equipo de investigación de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y del Instituto Andaluz de la Mujer llevó a cabo un estudio para medir el impacto económico del trabajo doméstico y de cuidados en la economía. El trabajo doméstico sin remunerar representaría en Andalucía 167.500 millones de euros, una cifra que supera el PIB de la comunidad, estimado en 140.000 millones de euros. El 62,5% de esa riqueza está producida por mujeres: cada andaluza realiza cada año trabajo gratuito por valor de 30.237 euros, el doble de lo generado por un hombre, de 18.822 euros.

“Era una forma de poner en valor este trabajo y de reivindicar indicadores que lo tengan en cuenta. Lo que hicimos fue tomar como base las horas de trabajo no remunerado y multiplicarlas por el salario hora de un trabajador generalista. Eso no quiere decir que si esas actividades se mercantilizaran tendrían ese valor, habría algunas que más y otras que menos”, explica Lina Gálvez, directora de la investigación.

Tanto Gálvez como Pazos destacan, además, el incremento que sí podría experimentar el PIB si parte de esas tareas no remuneradas pasaran de la esfera privada a la pública, por ejemplo, a través de escuelas infantiles o servicios a la dependencia: “Lo que hay que hacer es emerger ese trabajo”, señala Pazos.

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