Una advertencia del FMI fue “decisiva” para precipitar la caída de Bankia

El 25 de abril de 2012, justo dos semanas antes de la intervención y el multimillonario rescate de Bankia, el Fondo Monetario Internacional (FMI) se descolgaba con un informe sobre el sector bancario en el que, sin citar a la entidad entonces todavía presidida por su antiguo director gerente, Rodrigo Rato, lanzaba un torpedo directo a su línea de flotación: “Con el fin de preservar la estabilidad financiera, es esencial que estos bancos, y en particular el de mayor tamaño, tomen medidas rápidas y decisivas para fortalecer sus balances y mejorar su gestión y su gobierno corporativo”, decía al referirse a las entidades en apuros del sistema financiero español.

Esa recomendación del FMI “fue decisiva, precipitando la crisis de Bankia”, según concluye el informe de los peritos del Banco de España remitido al juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu, en el que los técnicos del supervisor se extrañan por aquella advertencia del organismo internacional, cuyo máximo responsable (desde junio de 2004 hasta su espantada en noviembre de 2007) había sido, precisamente, el propio Rato.

El tono de los técnicos del supervisor es muy crítico con el organismo que ya entonces encabezaba su actual directora gerente, la francesa Christine Lagarde. “Es sorprendente que el FMI fuera capaz de apreciar un aspecto tan complejo como la gobernanza y que hiciera esta recomendación a una entidad de reciente constitución presidida por quien fue Vicepresidente y Ministro de Economía del Gobierno de España durante 8 años y posteriormente Director Gerente del propio FMI”, indican.

No obstante, el informe señala que “la gobernanza se considera uno de los factores que explican la crisis del grupo”, ya que presentaba “algunas deficiencias” de las que algunas “se fueron corrigiendo paulatinamente”, mientras otras, como “la parquedad de las actas de los órganos de gobierno” o las “luchas de poder, más o menos explícitas, pero comprensibles en cualquier proceso de integración”, se podrían considerar “comunes a la generalidad de las entidades”.

De hecho, al analizar el proceso previo a la salida a bolsa de Bankia, los propios peritos del supervisor lamentan que, “desgraciadamente”, las actas de los consejos de administración “son extraordinariamente parcas, no permitiendo conocer la profundidad con que las alternativas existentes se analizaron” a la hora de preparar esa operación, a la postre ruinosa. Y consideran también “significativo que no hubiera un mínimo debate sobre las consecuencias de la rebaja del precio de salida [a bolsa] a 3,75” entre los miembros del consejo. “En general se carecía de tiempo material para un análisis previo de la documentación” que se presentaba a los consejeros de la etapa de Rato, añaden.

Sin embargo, los técnicos creen que otras deficiencias del gobierno corporativo de la Bankia de Rato “podían explicarse por la premura con que todo el proceso se desarrolló” y “por la vertiginosa sucesión de los acontecimientos, el deterioro del marco económico español e internacional y las importantes modificaciones legislativas en materia de provisiones y requisitos de solvencia, que es obvio resultaron obstáculos monumentales”.

Así, el informe considera que la recomendación que formuló el FMI, antesala de la caída de Rato, “no es en sí misma relevante”.

“Es ciertamente una obviedad, al ser aplicable a cualquier empresa, financiera o no. Por lo demás, no consta detalle de las medidas, ni justificación, ni explicación del razonamiento por el cual el FMI llegó a semejante conclusión”. “Lo significativo fue la urgencia con que se requería la medida y el hecho de su filtración, algo realmente sin precedentes”.