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Albacete y Murcia, a la vanguardia de la industria del ocio: ponen de moda el 'tardeo' para beber y llegar a casa a cenar

Hace casi treinta años, Alfonso Gómez y sus cuatro socios viajaron a Granada, descubrieron que las cañas se servían con tapa y volvieron a Albacete dispuestos a hacerlo ellos también. “Nos gustó la idea y nos atrevimos a lanzarla aquí. Hasta entonces, no existía”, cuenta al teléfono. “Éramos jóvenes. Empezamos con el Cuco en el 94 y servíamos unos pequeños canapés, creando una forma de que la gente saliese a mediodía a tomar la caña. En aquella época hubo otro local emblemático, el Tejares 10, que también empezó a trabajar la caña y la tapa”.

Tres años después, los cinco socios del Cuco compraron el Tejares para reforzar la propuesta. “La tapa empezó a ser generosa. La gente salía y veía que se comía. Albacete es pequeña, así que se quedaban en el centro enlazando la caña con la copa”, continúa. “Ahí nació el tardeo, cerca del año 2000. ¿Qué pasó? Que los bares abrían a las siete de la tarde y vieron un modelo de negocio en el que se podía estirar más el alquiler. Si en vez de a esa hora abres a las doce del mediodía, le sacas más rendimiento. En 2008 montamos La Ronería y fue un punto de inflexión: hasta entonces no teníamos los locales muy adecuados y ahí comenzamos a hacer platos más elaborados y pintxos. Obligó al resto a subirse al tren y a crear un modelo en el que se abre de doce a cuatro de la mañana”.

Según explica Gómez, ahora muchos pubs abren de doce a cuatro de la tarde para servir tapas. A las cuatro entra otro equipo y lo retira todo. “Y a las cinco de la tarde ya nadie se imagina que ahí ha habido comida. Si estás dentro, no ves la luz y crees que son las cinco de la mañana”. Entonces empiezan las copas, la música y la fiesta, para el que aguante o entre más tarde, hasta el amanecer.

“Yo soy de una generación más joven y cuando empecé a salir ya se llevaba el tardeo, pero está claro que es una tradición que llegó para quedarse y que va en auge”, señala Alicia, una joven albaceteña. “Es genial ver cómo todos estos locales se curran un cartel con distintos DJs que empiezan a las cuatro de la tarde y terminan a las cuatro de la mañana. Soy una firme defensora del tardeo porque salir a tomar algo con la luz del sol o quedar para una caña inocente que acaba en lío me parece un planazo. Hoy en día, la ciudad no se concibe sin el tardeo”.

El arraigado tardeo de Albacete fue la evolución natural del tapeo a mediodía y de la propia población, cada vez mayor. “Los que tenemos cierta edad nos damos cuenta de que es más gratificante”, añade Begoña Garijo, gerente de la asociación de empresarios de hostelería de Albacete. “Sales a comer, estás de cervezas, te tomas un par de copas y a las diez estás en casa. El día siguiente no lo pierdes. Sale más gente a eso que a cenar”.

Casi al mismo tiempo surgió algo similar en Murcia, en los locales de la Plaza de las Flores que servían aperitivo y se quedaban cortos. “La gente se iba a las cafeterías, les faltaba el plus. Empezó a darse el concepto y hubo un local en 2007, Plaza 3, que apostó por la tarde”, cuenta Jesús Jiménez, presidente de Hostemur. “Lo hicieron con plantillas específicas, con DJs... Fue un fenómeno. Del tapeo se pasó al tardeo”. Incluso una empresa murciana registró la marca en 2014.

Alicante se subió al carro y lo institucionalizó un poquito más tarde, con la creación de una “ruta del tardeo” y de una web, Tardeo Alicante, que recopila todos los bares, restaurantes, pubs y discotecas que abren por la tarde. “Surgió de forma espontánea: los alicantinos iban a comprar el sábado al mercado, hacían el aperitivo y muchos se alargaban hasta que se iban a comer”, recuerda la gerente de la asociación de empresarios de hostelería de la provincia, Emi Ortiz. “La gente empezó a quedarse a tomar quintos hasta las seis o siete de la tarde. Y desde hace unos diez años hay algunos sitios que abren a las cinco”.

Entre las tres ciudades hay ahora algo de pique por atribuirse la invención. “Todas las ciudades lo reivindicamos”, ríe Alfonso, albaceteño. “En Murcia era típica la caña y la tapa, pero la fiesta como tal no. De hecho, cuando nosotros empezamos venían hosteleros de Alicante y Murcia y alucinaban. Los locales con música, la fiesta, han nacido aquí. Los alicantinos quieren decir que lo han inventado ellos, pero yo antes bajaba a Alicante y el tardeo no existía”.

Aunque el presidente de Hostemur ha afirmado tajantemente que “los murcianos han inventado el tardeo, que ya se extiende a otras ciudades de España”, en conversación con este diario reconoce que es posible que en Albacete “empezasen antes, aunque yo creo que las tendencias no surgen en un solo sitio”. En Alicante, donde un juzgado ha declarado la zona del tardeo saturada de ruido y temen por su futuro, el aperitivo convertido en copas no se oficializó y potenció hasta después de 2010. Esto es, más tarde que en Murcia y Albacete.

La tarde es la nueva noche

Los casos de Albacete, Murcia y Alicante —cuyo 'invento' ha llegado a ciudades como Zaragoza y a locales de Barcelona o Madrid— no solo reflejan una nueva tendencia de ocio, sino un cambio social más profundo. “La noche sigue siendo el espacio de socialización, pero a medida que la población envejece está más cómoda utilizando la tarde”, señala Ramón Más, presidente de la Federación de Asociaciones de Ocio Nocturno de España. En la pirámide de población española actual hay más gente de entre 35 y 55 años que jóvenes de 18 a 30, caldo de cultivo para que los hosteleros se adapten y les ofrezcan opciones.

“Lo que logramos fue captar a un determinado público: gente mayor que, o bien tenía familia, o bien no se podía permitir salir. Han visto que por las tardes pueden dejar a los niños con alguien, que hay el mismo ambiente que por la noche, que tomas unas copas, cenas, te acuestas y al día siguiente puedes rendir”, añade el empresario de Albacete. El tardeo ha calado entre gente de 25 o 30 años a 50, de adultos jóvenes a babyboomers a los que no les queda tanto para la jubilación.

Los más jóvenes, por otro lado, siguen saliendo por la noche... si salen. “Desde el inicio de la crisis, las discotecas han sufrido muchísimo. Es un público que ha dejado de ir”, continúa Más. “El sector del ocio va en caída libre e intervienen muchos factores. Siempre hemos sido las redes sociales hasta la llegada de Facebook: o salías a un bar o no conocías a gente. Eso hoy no sucede, somos puntos de encuentro pero no una red social”. Que los jóvenes hayan crecido en plena crisis también tiene que ver. “El ocio es el último sector en entrar en crisis porque la gente sigue saliendo para desahogarse, pero luego le cuesta recuperar el hábito y no recupera la intensidad ni el gasto de las salidas. Suele decirse que las generaciones a las que les afecta la crisis se pierden para la vida nocturna”.

Los datos certifican esta lenta defunción o, como dicen los expertos, tremenda necesidad de reinvención de la industria. Por un lado, el consumo de alcohol destilado disminuye desde el año 2000. Los españoles tomamos menos copas pero bebemos más cerveza, cuyo consumo bate récords año a año ayudado por el constante incremento de la llegada de turistas (si el turismo bajara en España, el sector de la cerveza también lo notaría).

Por otro, el número total de establecimientos de bebidas cae desde 2008, aunque la causa también está en el despoblamiento de medio país.

“El sector evoluciona a velocidades muy diferentes en las principales capitales. Crece y ha salido de la crisis con propuestas innovadoras, pero por desgracia en las provincias de interior sigue necesitando innovar”, afirma Más. “La gente de interior se desplaza a las capitales de provincia para sentir que conoce cosas nuevas. Eso explica la caída general en el número de locales, porque en ciudades sigue habiendo aperturas”.

La moda albaceteña llega a Madrid

Las grandes ciudades agrupan muchas opciones de ocio, en muchas zonas y para muchos tipos de público. “En Madrid irrumpieron los espectáculos de cabaret, como Medias Puri, Uñas Chung Lee o Tacones Manoli, que recuperan el espíritu clandestino”, explica Vicente Pizcueta, portavoz de Noche Madrid. “En Barcelona se llevan mucho, aunque es para gente más joven, las sesiones de pop coreano (K-Pop)”.

En Zaragoza, explica un joven de la ciudad, “el tardeo ha empezado a popularizarse este año. Tengo amigos que directamente salen después de comer a bares y están en casa a las diez o así. No es del todo hegemónico, pero en ciertos círculos y bares se promociona con bastante intensidad”.

Ni en Madrid ni en Barcelona ha irrumpido con tanta fuerza: a alguna gente le suena y alguna sesión hay, pero no está tan institucionalizado como en Albacete, Murcia y Alicante.

Nacho Horcajada es uno de los socios de La Flaca, uno de los bares de tardeo en Madrid. Los sábados abre de cinco de la tarde a tres y media de la mañana y suele producirse un cambio de público: gente que entra a las cinco, sale a las diez a cenar y no vuelve y gente que entra por la noche. “Es raro que hagan la dupla. Y ahora mismo hay muchísima gente que se ha subido a la ola del tardeo. Cuando te lanzas a una tendencia no sabes cómo va a salir y si todo el mundo te copia es bueno. Imagino que no fuimos los primeros, pero sí los primeros que apostamos del todo por ello”, dice. “Llevamos cuatro años y creemos que en Madrid está totalmente asociado a nuestro local”.

Horcajada tiene más bares —como el Panthera, restaurante y discoteca— y dice que la inspiración para La Flaca vino del sur y de Alicante. “Te vas a Sevilla y el viernes la gente sale tranquila, pero el sábado sale y no vuelve. La gente alarga, se echa a la calle. Luego te das cuenta del perfil: gente con niños, que quiere llegar a casa a una hora razonable”, continúa. “Por otro lado, el nombre lo cogimos de Alicante. Estuvimos pensando en montar algo allí y a nivel de hostelería no eres nadie si no estás en la 'guía del tardeo'. Cogimos el nombre para abarcar a ese tipo de público que se va haciendo mayor. Yo soy fully gastro, me encanta ir a comer los sábados por ahí y a las cuatro y media estoy incómodo porque ya están barriendo. ¿Dónde vas? No hay nada para ir. Tienes que ir a una cafetería a tomar un café. Es curioso que en Madrid haya costado implantarlo, pero se ha cogido con mucha alegría”.

Cuando abrieron, a los socios de La Flaca no les auguraron demasiado éxito. “Nos decían: ¿cómo va a ir la gente a las cinco de la tarde a un bar a beber? Sé que no he inventado la pólvora y no tengo ni idea de dónde empezó...”, concluye. “Pero sí es cierto que uno de nuestros mejores clientes es de Albacete y siempre nos dice lo mismo: '¡parece mentira que hayamos tenido que venir a enseñaros el tardeo desde allí!'”

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