Las subidas de los tipos de interés oficiales del Banco Central Europeo (BCE) suponen un duro golpe para familias y empresas endeudadas o que necesitan financiación. Y que están sufriendo simultáneamente el daño de las subidas de precios. El principal dique de contención actualmente es la fortaleza del mercado laboral, y el BCE incluso asume el riesgo de derribarlo. Su prioridad es bajar la inflación. Eso ha quedado claro. Pero, ¿la agresividad de esta estrategia beneficia a alguien?
Los incrementos de los tipos benefician directamente a los acreedores. Es decir, a los que se les debe dinero, porque aumentan la factura de sus deudores. Por ejemplo, los bancos reciben más de las familias hipotecadas o de las empresas con préstamos. Pero también los bancos, los fondos de inversión o las aseguradoras reciben más de los países a los que han comprado su deuda.
Y si esta relación se lleva precisamente a los estados, en la eurozona son Alemania, Países Bajos o Bélgica las principales economías con posición acreedora (al conjunto de sus agentes públicos y privados se les debe más de lo que deben respecto al resto del mundo). Mientras, Francia, España, Portugal o Grecia tienen posiciones deudoras netas, según se observa en el gráfico.
En términos más llanos, las familias, bancos o empresas de Alemania o Países Bajos tienen muchas más casas en Mallorca, acciones de Iberdrola o bonos de deuda de nuestro país que casas en Berlín, acciones de Volkswagen o 'Bunds' germanos tienen las familias españolas o portuguesas.
Más agresivo, imposible
“El BCE, más agresivo, imposible”. Esta conclusión literal es del equipo de economistas de la gestora de AXA, pero ya es compartida por todos los expertos. La decisión del BCE de exacerbar la estrategia de subir los tipos de interés oficiales para encarecer la financiación y así asfixiar a la economía y luchar contra la inflación ha provocado múltiples contradicciones y quejas.
Sobre todo, porque la dureza de las palabras de su presidenta, Christine Lagarde, advirtiendo de más aumentos en los próximos meses (tras el cuarto consecutivo acometido este jueves), coincidieron con la previsión de una recesión este invierno en el conjunto de la eurozona.
“Creo que es justo admitir que Isabel Schnabel ha ganado la discusión a las posiciones más moderadas del consejo de gobierno del BCE”, observa Frederik Ducrozet, economista jefe de Pictet WM, una de las mayores gestoras de deuda del mundo. Isabel Schnabel es la cuota alemana del comité ejecutivo de la institución que decide la política monetaria de la eurozona. En el máximo órgano de decisión del BCE, la acompañan la presidenta francesa Christine Lagarde, el vicepresidente español Luis de Guindos o el italiano Fabio Panetta. El consejo de gobierno lo completan los gobernadores de los bancos centrales de cada país de la eurozona.
Los representantes y los poderes de Alemania siempre piden más agresividad, más subidas de tipos. También Schnabel. Sacrifican a los hipotecados y a las empresas más endeudadas, pero defienden su posición acreedora neta. Y la de socios como Países Bajos o Bélgica. También su menor endeudamiento como Estado, que hace que la factura pública en intereses sea mucho menor que en nuestro país o Italia.
“La política monetaria afecta a la distribución de la renta y de la riqueza, porque las subidas de los tipos de interés vuelven más rentables las activos financieros, y, al contrario, los estados y las familias endeudadas salen perjudicadas. Y también los agentes que necesitan financiación, por ejemplo, las empresas”, explica el economista Eduardo Garzón.
El profesor malagueño recuerda que los activos financieros están en muy pocas manos, “y se concentra en las capas más acaudaladas”. “Con las subidas de tipos, ganan los más ricos, por incremento de las rentas, sin aportar nada a la sociedad”, continúa. En su opinión, hay que centrar la cuestión entre ricos y los más vulnerables. “Prefiero huir de las comparaciones entre países, porque los hipotecados alemanes también sufren”, dice.
Sin embargo, Alemania es un país netamente exportador, con mucho ahorro, cuyos agentes económicos han invertido y financiado grandes cantidades de dinero fuera de sus fronteras. “Y por eso impera el ordoliberalismo: siempre hay mucho miedo a la inflación, por la crisis históricas pero principalmente por la importancia actual de la banca y de las empresas exportadoras, que salen muy perjudicados con la inflación”, admite Eduardo Garzón. Esta es la principal razón por la que defienden y promueven “el machete del BCE”, como lo definió recientemente el propio Óscar Arce, director general de Economía de la institución monetaria europea.
En la misma línea, Uurintuya Batsaikhan, economista de Positive Money Europe, observa que “antes de julio de 2022, los bancos alemanes pagaban al banco central para depositar sus reservas, pero con aumentos repentinos y sucesivos de los tipos, se espera que los bancos alemanes, que son los mayores depositantes del Eurosistema, obtengan ganancias inesperadas de alrededor de 20.000 millones de euros, es decir, el 38% del total de beneficios [extraordinarios] que obtendrán los bancos de la eurozona a partir del tipo de interés de la facilidad de depósito del BCE del 2% [hasta donde lo subió este jueves]”.
Además, hay que tener en cuenta que Alemania es uno de los países de la eurozona cuya población está menos hipotecada, solo un 18% de los propietarios de vivienda tiene hipoteca, lejos del caso español donde los hipotecados llegan al 27%, según el informe de vivienda de la OCDE.
“¿Gana Alemania cuando suben los tipos de interés en todo el mundo? Depende de los activos extranjeros en poder del sector privado de Alemania. Puede haber pérdidas si, como resultado del aumento de los tipos de interés, disminuyen los precios de mercado de las acciones. Por el contrario, puede haber un beneficio cuando aumentan los ingresos por intereses de los préstamos a deudores extranjeros”, reflexiona Eric Dor, director de estudios económicos de la IESEG School of Management.
“Cicatrices duraderas”
“En nombre de controlar la inflación, los bancos centrales se han encaminado deliberadamente a provocar una recesión, o a empeorarla si se produce de todos modos. Peor aún, el endurecimiento de la política monetaria de hoy dejará cicatrices duraderas, mientras que las respuestas más cuidadosamente consideradas funcionarían mejor y producirían beneficios a largo plazo”, lamentaba recientemente el Nobel de Economía Joseph Stiglitz.
El BCE está siendo “innecesariamente agresivo, esencialmente está tratando la inflación impulsada por los costes (por los precios de la energía) como si hubiera sido impulsada por la demanda. Le preocupa su credibilidad”, analiza Philipp Heimberger, economista del Vienna Institute for International Economic Studies.