El escándalo de Swiss Leaks y la implicación del banco HSBC han tenido de inmediato repercusiones políticas en varios países del mundo, que se extenderán en los próximos días cuando salgan nuevos nombres. El país en que el Gobierno va a tener que dar más respuestas es el británico. En primer lugar, porque HSBC tiene su sede central en Londres. En realidad, la mayor parte de sus operaciones se producen en Asia, y con 256.000 empleados es en realidad un banco internacional (y el segundo del mundo).
Además, el primer ministro, David Cameron nombró en 2011 viceministro de Comercio a Stephen Green, el hombre que dirigió el banco durante los años en que la entidad dio trato de favor a dictadores, delincuentes y evasores fiscales. Más tarde, lo hizo lord y por tanto miembro de la Cámara de los Lores. Green fue consejero delegado de HSBC entre 2003 y 2006, y presidente ejecutivo entre 2006 y 2010.
El programa Panorama, de la BBC, emite en la noche del lunes un reportaje especial sobre Swiss Leaks en el que aparece brevemente Green, que se limita a decir: “Por una cuestión de principios, no comento sobre los asuntos de HSBC ni del pasado ni actuales”.
La diputada laborista Margaret Hodge ha apuntado directamente a la responsabilidad de Lord Green: “O bien no sabía nada y estaba dormido mientras dirigía el banco, o lo sabía y por tanto estaba implicado en prácticas fiscales evasivas. De cualquiera de las maneras, era el hombre al frente y por tanto tiene cuestiones importantes que responder”. Hodge es presidenta de la comisión parlamentaria que fiscaliza el presupuesto y ante la que comparecerán el miércoles los dos responsables del organismo equivalente a la Agencia Tributaria.
Un portavoz de Cameron ha defendido el nombramiento de Green y su actuación en política comercial entre 2011 y 2013, y ha comentado que el primer ministro nunca habló con él sobre las acusaciones a HSBC. Al igual que otros gobiernos europeos, el británico recibió en 2010 los nombres de la Lista Falciani correspondientes a su país. La oposición cree que los tories nunca se tomaron en serio la información desvelada por la lista: “¿Por qué en los cinco años desde que el Gobierno recibió información sobre cómo estaba HSBC ayudando a personas a evadir impuestos sólo ha habido un procesamiento entre los 1.100 individuos identificados?”, se ha preguntado el número dos laborista, Ed Balls.
El Gobierno se lavó las manos
Richard Brooks, exinspector de Hacienda y autor del libro The Great Tax Robbery, no tiene dudas sobre la actuación de las autoridades. Ha declarado a BBC que “tanto el Tesoro como la Agencia Tributaria (HMRC en sus siglas en inglés) sabían que había un problema evidente de evasión fiscal en el corazón de HSBC” en 2011, pero el Gobierno “simplemente se lavó las manos” y no quiso hacer nada.
El banco sostiene que las cosas ahora son muy diferentes a lo que ocurría en años anteriores. La realidad es muy diferente, según un testimonio conseguido por el programa Panorama. Sue Shelley dirigía el departamento del banco que se ocupaba de controlar que el banco respetara las normas. Afirma que HSBC no cumplió todas sus promesas: “Creo que los mensajes verbales eran estupendos pero no se pusieron en práctica y eso me molestó”, dice en Panorama. Shelley planteó sus quejas, que no fueron atendidas, y finalmente fue despedida. Después, ganó en los tribunales la demanda por despido improcedente.