“¿Quién vigila a los vigilantes?”.
Juvenal (Sátira VI)
Que el presidente de una asociación que se presenta como defensora de los derechos de los consumidores sea el propietario de un multimillonario entramado empresarial puede sonar un tanto chocante. Pero que quien supuestamente combate los abusos de las empresas reciba dinero de las mismas a las que tiene que vigilar y se dedique a publicitarlas resulta absolutamente intolerable.
“Todos al Santander, maricón el último”. El fundador y presidente de la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (Ausbanc), el abogado Luis Pineda Salido, instaba así a los usuarios a depositar su dinero en el banco de Emilio Botín en 2006. La primera entidad financiera de España, hacia la que Pineda y Ausbanc habitualmente se deshacen en elogios, ha sido siempre una de las fuentes de ingresos de su rentable negocio.
Pineda también hablaba muy bien de las desaparecidas Fórum Filatélico y Afinsa. Hasta el punto de que se personó como acusación popular en las dos causas penales abiertas contra ellas para acabar siendo expulsado por fraude procesal, ya que parecía que actuaba más bien como defensa. Ausbanc había recibido 2,45 millones de la asociación que controlaban ambas filatélicas antes de su desmantelamiento (1).
Pero Pineda no trata igual a todas las empresas. En los últimos tiempos, tiene fijación por el BBVA, del que no sólo se dedica a denunciar irregularidades, sino que lo ataca de forma sistemática intentando hacer creer que es “un banco hacia el abismo” conducido por un “viejo avaricioso”. No ocurría lo mismo cuando le insertaba publicidad en sus revistas. “BBVA demuestra grandeza y, a la vez, cercanía”, aseguraba Ausbanc al premiarlo por lanzar “el mejor producto financiero de 2004”.
“Luis Pineda recibe el impuesto revolucionario de las entidades financieras. Y si no lo recibe las ataca mediante su revista ‘Ausbanc’ o su panfleto rosa 'Mercado de Dinero'. Esta es la forma de actuar de Ausbanc. O me tratas bien o te trato mal”. Esto lo dice la abogada Montse Suárez (2), que durante muchos años trabajó en Ausbanc. “La zorra está cuidando el gallinero”, advierte Suárez.
Pineda controla un entramado compuesto por más de una decena de sociedades de lo más variopintas: desde inmobiliarias hasta una agencia de viajes, pasando por un bar, un teléfono de asesoramiento financiero de pago, una emisora de radio y un grupo editorial que tiene publicaciones en España, Reino Unido, EEUU y varios países de América Latina. Publicaciones que giran en torno al gran negocio de Pineda, Ausbanc, cuya principal vía de financiación es la propia banca, a través de publicidad en sus revistas y el patrocinio de eventos.
Pero, ¿qué ofrece realmente Ausbanc a sus socios? Pues a cambio de una cuota de alta de 72 euros y 15 euros mensuales, fundamentalmente enviarles las revistas que edita desde su negocio editorial, llenas de publicidad de bancos, y un servicio de atención de consultas que básicamente consiste en orientarles a que presenten denuncias a través de Ausbanc con el fin de cobrarles por ellas. Y lo que piden por ir a los tribunales no es moco de pavo: por representar a un afectado por las cláusulas suelo, además de garantizarse mensualmente el pago de la cuota de socio hasta que finalice el proceso, no sólo hay que abonar los honorarios del abogado, sino que nada menos que el 25% del dinero que consigan recuperarle.
Negocios de muchos millones de euros. Y todos alrededor de la que se presenta como una asociación dedicada a la defensa de los consumidores sin ánimo de lucro.
Según la ley (3), las asociaciones de consumidores deben carecer de fines lucrativos y tienen prohibido recibir dinero de empresas que comercializan productos o servicios a cambio de hacerles publicidad. Obviamente, tampoco pueden realizarles esta publicidad de forma gratuita, ya que han de actuar “con independencia frente a los operadores del mercado”. Asimismo, no pueden participar en sociedades mercantiles que no cumplan los mismos requisitos que se les exigen a las asociaciones de consumidores.
La fórmula utilizada por Pineda para que Ausbanc no dejase de ser reconocida como organización de consumidores y continuase recibiendo subvenciones públicas fue desmembrarle su parte lucrativa. Así, en 2002 creó dos entidades supuestamente distintas, con el mismo nombre pero diferentes apellidos: Ausbanc Consumo, que se presenta como asociación de consumidores sin ánimo de lucro, y Ausbanc Empresas, el negocio que recibe dinero de la banca y otros negocios mediante la inserción de publicidad en sus publicaciones, la venta de informes y el patrocinio de eventos. Pero el mero hecho de que una asociación de usuarios se llame igual que una marca comercial implica que le está haciendo publicidad. Imagina que Bankia montase una seudo organización de consumidores denominada Bankia Consumo. No colaría, ¿verdad? Pues con Ausbanc viene colando durante años para muchas administraciones públicas. Es más, entre sus dos hermanas hay trasvases de enormes sumas de dinero. A finales de 2012, Ausbanc Consumo tenía invertidos 1,5 millones de euros en Ausbanc Empresas y unos 900.000 euros en Estructuras y Servicios Inmobiliarios (presidida por Pineda) y otras “empresas del grupo”, como las denomina en sus cuentas anuales.
En octubre de 2005, el Instituto Nacional del Consumo expulsó a Ausbanc del registro estatal de asociaciones de consumidores por realizar publicidad comercial, decisión que acabó siendo ratificada por la Audiencia Nacional de forma definitiva en noviembre de 2010. Pero pocos meses después de la vuelta del PP al poder, el INC volvió a inscribirla en el registro en 2012 y comenzó a otorgarle de nuevo subvenciones. Dinero público que Pineda busca (y muchas veces consigue) recibir en las comunidades autónomas, para lo cual también intenta que inscriban a Ausbanc como asociación de consumidores.
En agosto de 2008, el entonces delegado de Ausbanc en Baleares, Carlos Hernández Guarch, comunicó al empresario que abandonaba el negocio. “Ten mucho cuidado con hacer una asociación, esto no es solamente legal, te estoy hablando de tema físico, de tema físico, ¿eh?... Mucho cuidado porque os estáis jugando la puta vida”, le advirtió Pineda según la transcripción de una llamada telefónica que publicó El Mundo. “Estoy dispuesto a todo”, incluso “a pagar a mafiosos”, recogió el diario como parte de la conversación. “Me arrepiento de lo que hice”, “lo que me ocurrió fue un arrebato de ira... no sé si divina o diabólica”, alegó el presidente de Ausbanc.
En su juventud, Pineda militó en el Frente de la Juventud. Creado en 1978 como escisión de Fuerza Nueva, fue durante años el grupo de extrema derecha más violento de España, con pretensiones golpistas, cuyos pistoleros fueron autores de numerosas extorsiones, atracos, palizas y actos de terrorismo callejero con armas de fuego y explosivos. Luispi (su alias en la banda) llegó a convertirse en su jefe nacional después del exilio de uno de sus tres fundadores, el encarcelamiento de otro y el asesinato del tercero. En la web de una asociación dedicada a homenajear a este último, Juan Ignacio González, atribuyen al ministro del Interior de la época, Juan José Rosón, la afirmación de que “el Frente de la Juventud era la organización más peligrosa en el escenario político español, después de ETA”.
La detención más sonada de Pineda se produjo el 23 de febrero de 1982, cuando le aplicaron la ley antiterrorista tras organizar un salto con lanzamiento de cócteles molotov, botes de humo, piedras y otros objetos para conmemorar el primer aniversario del fallido golpe de Estado.“La Audiencia Nacional ha decretado el ingreso en prisión incondicional de ocho militantes de la organización ultraderechista Frente de la Juventud, entre ellos su jefe nacional”, publicaba ABC unos días después.
En 1984, Pineda y otros veintiocho exintegrantes de la banda fueron “juzgados en la Audiencia Nacional acusados de robos, atracos a mano armada, depósito y tenencia de armas”, cuenta el periodista Mariano Sánchez Soler en su libro Los hijos del 20-N (4). Los delitos imputados a Luispi se habían cometido en marzo de 1980, a sólo cinco meses de que cumpliera los 18 años, lo que le sirvió para que su condena fuera de sólo tres meses de arresto mayor.
Dos años después de esta sentencia, Pineda y uno de sus camaradas en el Frente de la Juventud, Alfonso Solé Gil, se habían reciclado como hombres de negocios. En 1986 fundaron Ausbanc.