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La banca descarta un problema de morosidad tras la pandemia: “No será llamativo ni relevante”

Diego Larrouy

29 de noviembre de 2021 22:01 h

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La cuarentena, el cierre de la economía y el parón de la actividad de miles de empresas en España disparó hace año y medio el temor a un contagio de esta situación a una banca que arrastraba importantes problemas del pasado. El corte de los ingresos para millones de trabajadores y pymes habría disparado la morosidad y los impagos de los créditos. Los ERTE y las moratorias hicieron que el presumible impacto se retrasara y ahora, cuando todavía está por verse el resultado final, los banqueros ya muestran su optimismo y dan por amortizada esta amenaza advertida por los supervisores y para la que tuvieron que preparar miles de millones de euros en provisiones.

El final de los ERTE, a la espera de saber cómo quedará este esquema en el futuro, y el levantamiento de las moratorias están previstos para la próxima primavera. Los directivos de las principales entidades del país asumen que se producirá un aumento de los impagos entonces, pero ya no lo consideran como un problema para su estabilidad y se permiten mensajes optimistas sobre la evolución de la morosidad que hace meses se esquivaban. En cualquier caso, apuntan más a las empresas que a las familias, donde las moratorias hipotecarias y la protección de los ingresos de muchas de ellas habría evitado los impagos.

“Todos tenemos la expectativa de que ese incremento se va a producir, pero creemos que va a ser moderado”, apuntaba este lunes César González Bueno, consejero delegado del Banco Sabadell. El ejecutivo, que tomó las riendas del banco en primavera tras la salida de Jaime Guardiola, celebró que las empresas con préstamos avalados por el ICO en la entidad no se estaban adhiriendo a las prórrogas que se permiten por ley, lo que hace pensar a la entidad que podrán asumir los pagos de los créditos. “El crecimiento [de la morosidad] se producirá pero no será llamativo ni relevante”, subrayó.

Hace un año este tipo de mensajes no se producían en el sector, al tiempo que desde el Banco de España se apuntaba a la morosidad como uno de los principales problemas para la entidad del sector financiero. El principal temor es que, una vez venciera el periodo de carencia —inicialmente de un año— de los préstamos ICO, podía provocar que empresas que todavía no habían recuperado su actividad y sus ingresos por la pandemia, no pudieran asumir los pagos de estos créditos. Ese periodo se amplió otros doce meses, por lo que la mayoría de empresas no tendrían que empezar a pagar hasta la primavera de 2022.

El optimismo de González Bueno no es una excepción en la gran banca española. Estas declaraciones las realizó en un foro organizado por KPMG y el diario económico Expansión, donde coincidió con otros ejecutivos del sector financiero. En línea con las declaraciones del directivo del Sabadell, el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, mantuvo un discurso similar. “Nuestra función es temer por todo, pero en este momento no se está produciendo ese fenómeno [la morosidad]”, apuntó el responsable ejecutivo del mayor banco de España. “Tenemos unas cifras récord por bajas y tenemos provisiones para escenarios mucho peores”, incidió, señalando que solo se presagia un crecimiento “moderado” de la morosidad. “Esperamos buenas noticias, no malas”, enfatizó.

En el sector se reconoce que las moratorias que se han aprobado, algunas por ley y otras por parte de la propia industria bancaria, han permitido retrasar el temido momento del pago. Esto ha servido a muchas de ellas para recuperar su actividad y poder afrontar el pago de los créditos, según apuntan los directivos del sector en sus últimas intervenciones públicas. La consejera delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa, apuntó en ese mismo foro que “las moratorias han cumplido su función”.

“Lo estamos siguiendo, pero preocupados no estamos”, aseguró Dancausa, la consejera delegada que más años lleva en el cargo entre los principales bancos del país. “Hay sectores que sufren más que otros, pero soy optimista”, añadió, descartando que la morosidad vaya a convertirse en un problema para el sector en los próximos meses.

Liberar o no las provisiones

Que la morosidad no se concrete en España a los niveles tan elevados como se aventuró al principio tiene una derivada muy importante para la banca. Durante los primeros meses de la pandemia, los principales grupos del país reservaron más de 14.000 millones de euros en provisiones, que se han seguido aumentando aunque ya de manera más testimonial. Estas provisiones son dinero que el banco se reserva en su capital y que no utiliza, a la espera de poder cubrir con ello las pérdidas que pueda suponer el impago de créditos. Ha sido una de las grandes diferencias respecto a la anterior crisis. Los supervisores fueron más exigentes y obligaron a aumentar estos colchones aunque fuera ante la mera expectativa de un impago. Si se liberan estas provisiones, el sector se encontraría con miles de millones que se podrían convertir en beneficio en los próximos trimestres.

El primer banco español que habló de liberar provisiones fue el Banco Santander, que en la pasada presentación de resultados del tercer trimestre, hace un mes, avanzó que se comenzarían a liberar en algunos mercados antes de final de año y en España, en 2022. “Los niveles de provisiones bajarán de forma significativa en 2022”, subrayó José Antonio Álvarez, consejero delegado de la entidad. Respecto a este asunto de liberar las provisiones, otros directivos muestran todavía más cautela. En otro foro sobre sector financiero, Gortázar, de CaixaBank, se mostró más cauto, asegurando que ve “lógico” que los supervisores sigan pidiendo cautela porque “el riesgo no ha acabado”.

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, hizo un llamamiento este mismo lunes a los bancos para no liberar estas provisiones porque persisten amenazas para el sector. En un foro anterior organizado por El Economista, el responsable del supervisor ha subrayado que “se mantienen algunas vulnerabilidades y riesgos a los que hay que seguir prestando atención”.

La morosidad y los impagos fueron los principales problemas que afrontó la banca tras la pasada crisis financiera. Desde entonces, las distintas entidades han ido haciendo repetidas operaciones para reducir los efectos de aquellas deudas no devueltas, especialmente en ladrillo, lo que ha redundado en un aumento de la presencia de los fondos de inversión en el sector inmobiliario español. La situación no ha dejado de mejorar desde entonces, con una reducción continuada de los activos dudosos —préstamos que acumulan varios meses de impago—. Las estadísticas del propio Banco de España muestran que la reducción ha seguido durante la pandemia, sin que se hayan apreciado subidas significativas más allá de alguna puntual.

Al cierre de septiembre, el organismo supervisor cifraba los activos dudosos de la banca en 52.000 millones de euros, con una tasa del 4,35%. Ambos son los datos más bajos registrados desde la crisis de 2008. En los últimos cinco años, pese a la crisis sanitaria de por medio, el nivel se ha reducido a la mitad. A partir de la próxima primavera, cuando venza el periodo de carencia de los préstamos ICO, se constatará si el optimismo que empieza a mostrar la banca sobre el futuro de la morosidad.