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La banca prepara una lluvia de millones en dividendos para sus accionistas tras despedir a más de 15.000 trabajadores

Diego Larrouy

8 de agosto de 2021 21:36 h

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El horizonte para los bancos comienza a despejarse. Tras un año 2020 marcado por la pandemia y un primer semestre de 2021 caracterizado por las fusiones, los despidos y las complejas negociaciones con los sindicatos, el sector ya apunta al futuro con un cambio de discurso. “Cautela” o “prudencia” siguen siendo palabras utilizadas por los directivos bancarios, pero algunos ya sostienen que la morosidad no va a crecer tanto como se temió en un principio. Avanzan que planean liberar el dinero que se guardó para esa contingencia y, además, celebran que el Banco Central Europeo (BCE) les haya permitido volver a los dividendos tras el verano.

Los cinco principales bancos (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankinter y Sabadell) afrontan los próximos seis meses del año y el próximo curso tras haber ganado 11.000 millones de euros entre enero y junio de este año. Es un nivel que ya supera con creces el alcanzado antes de la crisis y que hace presagiar un cierre de 2021 mucho más positivo para estas entidades respecto al pasado ejercicio. Cabe recordar que parte de este gran beneficio cosechado por los grandes bancos en España proviene de determinados elementos extraordinarios que han empujado el resultado al alza, como la absorción de Bankia por CaixaBank o la salida a Bolsa de Línea Directa, en el caso de Bankinter.

Incluso eliminando esos extraordinarios, la mejora del beneficio en la banca española existe y los bancos ya han anunciado sus planes con ese montante: dividendos. Entre un 30% y un 50% de las ganancias, dependiendo del banco, irán para retribuir a los accionistas. Las entidades no pudieron dar dividendos el año pasado por recomendación del BCE, que les pedía reservar ese capital para dar financiación a la economía. Esa medida se alivió en parte y hasta septiembre de este año podrán dar un 15%. A partir de entonces, los bancos volverán a la normalidad, aunque bajo la supervisión del BCE, que pidió prudencia a las entidades. Los directivos habían criticado durante el pasado año las limitaciones al dividendo, defendiendo que les lastraban en Bolsa, ya que los inversores marcharían a otros sectores que sí los repartieran, y que complicaban su financiación. Pero al mismo tiempo organismos como el Banco de España han señalado que la medida ayudó a dotar de mayor crédito a la economía.

Es difícil dar una estimación de cuánto será el dinero que destinen finalmente los bancos para el dividendo, puesto que dependerá de cuál sea el resultado final del ejercicio, al que todavía le quedan dos trimestres por cubrir. Algunas previsiones hablan de que en total la retribución a sus accionistas de estos cinco bancos y el resto de las entidades significativas rondaría los 7.000 millones, tal y como estimó recientemente El Confidencial, pero dependerá de la marcha de la actividad bancaria y de la recuperación económica con el avance en la vacunación de los próximos meses.

Los bancos que han avanzado un dividendo más alto sobre beneficio son Bankinter –que ya repartió Línea Directa entre sus accionistas en una suerte de dividendo en especie–, Santander y CaixaBank. Todos ellos darán el 50% de su beneficio, según han avanzado en las respectivas presentaciones de resultados realizadas a finales de julio. En el caso de la última de estas entidades, el 16% del dinero que reparta irá a parar al Estado. BBVA repartirá entre un 35% y un 40% del beneficio, además de recomprar el 10% de sus acciones durante el próximo año, lo que es otra manera de retribuir a sus accionistas. Sabadell ha avanzado una política de reparto del 30% del resultado.

La vuelta al ansiado dividendo de la banca coincide, sin embargo, con uno de los peores años para el empleo en el sector. De los cinco grandes, todos salvo Bankinter han realizado recortes de plantilla durante el último año. Suman más de 15.000 despidos, el segundo año con mayor ajuste de empleo en el sector bancario, solo superado por 2013, cuando el colapso de las cajas de ahorros obligó a emprender decenas de fusiones y saneamientos que provocaron la salida de 18.000 trabajadores.

A Santander, Sabadell, Ibercaja, CaixaBank y BBVA se sumará en los próximos meses Unicaja. La entidad acaba de absorber a Liberbank, convirtiéndose en el quinto mayor banco del país. Aunque eran dos grupos sin demasiadas duplicidades —la CNMC solo vio problemas en tres códigos postales extremeños al autorizar esa operación—, se espera que el proceso culmine con un nuevo ERE bancario. Hasta la fecha se conoce que la banca ha tenido que desembolsar más de 4.100 millones de euros para acometer estos despidos y cierres de oficinas. Tendrán que pasar más de dos años para que se amortice este coste con los ahorros previstos.

El sector busca pasar esta página, que ha sido la que ha protagonizado su actividad durante los últimos seis meses. Sobre todo en el caso de BBVA y CaixaBank, que han visto cómo la paz social que tradicionalmente ha protagonizado estos procesos en banca se ha transformado en huelgas y protestas por parte de los sindicatos por las condiciones que se pusieron sobre la mesa. Las entidades tuvieron que acabar dando su brazo a torcer, asumiendo la voluntariedad de las salidas y mejorando las condiciones.

Esto se ha traducido en una sobredemanda de salidas tanto en el caso del BBVA como de CaixaBank. Por ejemplo, según CCOO, en la primera entidad se apuntaron 5.216 personas para cubrir poco más de 2.900 plazas en el ERE. Esto no se va a traducir en que se amplíen las cifras del despido colectivo. En el caso de CaixaBank, se pactaron con los sindicatos 6.452 salidas, pero se han apuntado casi 8.000 trabajadores para poder salir. Y no solo por la mejora de condiciones para dejar la empresa. En el colectivo de trabajadores de banca también se reconoce que las mayores presiones sobre las ventas de productos que se hacen y otras exigencias han impulsado a algunos a apuntarse a estas salidas.

Los problemas de rentabilidad y solvencia

Superado este proceso, sin nuevas fusiones sobre la mesa, con buenos presagios sobre la economía y un menor impacto del esperado sobre la morosidad, la banca ha cambiado el discurso sobre el futuro y, aunque con cautela, el optimismo se aprecia en el sector. Volver al dividendo será el paso para tratar de recuperar la normalidad tras un año y medio complicado, a lo que se irá sumando en los próximos meses la posibilidad de liberar provisiones. Este dinero se reservaba para cubrir potenciales pérdidas por morosidad. Pero hay directivos que ya hablan de empezar a aligerarlas en los próximos meses.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Aunque todavía no ha aumentado la morosidad y se espera que no sea tan alta como se temió al principio, el Banco de España ya ha señalado que se han disparado los préstamos bajo vigilancia “especial” por su posible entrada en mora. A ello se suma que, pese a los ERE y los recortes de costes, la banca española mantiene dos problemas respecto a sus homólogos europeos: rentabilidad y solvencia.

En ambas, los bancos españoles figuran a la cola de Europa, pese a haber sido los que más recortes y fusiones han abordado en los últimos años. Solo Alemania ha despedido más que España y solo en Grecia la banca se ha concentrado más. La pasada semana los famosos test de estrés de la banca, las pruebas de resistencia que hace la Autoridad Bancaria Europea (EBA) para conocer su capacidad de aguantar en un escenario adverso, dejaron un mensaje para los bancos españoles. Si bien se reconocía que aguantarían una crisis económica prolongada tras la pandemia, todos, salvo Bankinter, lo harían con una solvencia por debajo de la media europea, siendo Sabadell uno de los bancos europeos con peor nota.