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El Banco de España aboga por cambiar el objetivo de inflación del 2% para dar más margen a la política monetaria

Suenan campanas de cambio en la política monetaria del Banco Central Europeo. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha propuesto este miércoles modificar el objetivo de inflación establecido en el 2% para conseguir más margen de actuación de la política monetaria ante los retos que plantea la crisis del coronavirus. No es una idea nueva. El Eurobanco ya lanzó esta idea como legado de la era Draghi, el presidente del BCE que prometió hacer lo que hiciera falta para salvar al euro en la anterior crisis financiera, pero su sucesora Christine Lagarde no ha cogido el toro por los cuernos. La estabilidad de los precios es uno de los axiomas del neoliberalismo que los halcones de Francfort defienden con más fuerza, pese a que varios trimestres consecutivos con tipos de interés negativos han demostrado el bajo impacto sobre los precios.

Herández de Cos ha apuntado que “sería deseable establecer un objetivo de inflación del 2%, interpretado de forma simétrica, en el sentido en que acabo de señalar. Ello tendría la triple ventaja de clarificar el objetivo numérico, elevarlo respecto del actual (que en todo caso es inferior al 2 %), dotando así de más espacio a nuestra política de tipo de interés, y eliminar por completo la posible percepción de asimetría en la formulación actual”.

La realidad es que el Tratado de Funcionamiento de la UE no marca una cifra concreta y solo establece como “objetivo principal” de la autoridad monetaria “mantener la estabilidad de precios”, que se estableció en 1989 “por debajo del 2%” y se trató de 'flexibilizar' en 2003 por la crisis de las puntocom a “por debajo, pero cercano al 2% en el medio plazo”.

Ante las amenazas deflacionistas que ha provocado la crisis del coronavirus, el gobernador del Banco de España propone una nueva visión de manera que la “respuesta ante desviaciones de la inflación por debajo de su objetivo será tan fuerte como ante desviaciones por encima, así como nuestra determinación para lograr resultados simétricos en la evolución de la inflación en torno a su objetivo”.

Hernández de Cos recuerda que la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, a finales de agosto de 2020 realizó ya una revisión estratégica que le ha llevado a adoptar una política de “average inflation targeting asimétrico” por el que en “períodos con una inflación persistentemente por debajo del 2%, intentará mantener la inflación moderadamente por encima del 2% durante un cierto tiempo”.

Como para estabilizar la inflación hacen falta tipos de interés más bajos, Hernández de Cos pone como ejemplo que “con una inflación esperada del 1%, para situar el tipo de interés real en, digamos, el −2%, sería necesario reducir el tipo nominal hasta el −1%, el gobernador del Banco de España rechaza que se puedan bajar más aún los tipos (están en la actualidad en el -0,5%) porque ”los bancos comerciales sufrirían rendimientos negativos en gran parte de sus activos, lo que afectaría adversamente a su rentabilidad y, en última instancia, a su capacidad de intermediación financiera, con el consiguiente impacto negativo sobre la oferta de crédito, la propia actividad económica y la inflación“.

Según el gobernador del Banco de España “existe una cota inferior a los tipos de interés nominales, de modo que, si el banco central reduce los tipos de interés por debajo de ese nivel, el efecto sobre la economía puede ser contractivo, en lugar de expansivo, debido a los efectos negativos sobre el conjunto del sistema financiero”.

Ayudas públicas a empresas para evitar el deterioro de los bancos

El gobernador del Banco de España también pide al Gobierno el “apoyo a las empresas no financieras” que permitiría aliviar “problemas de sobreendeudamiento” de las compañías que se consideren viables, “lo que facilitaría su supervivencia y un comportamiento más expansivo de la inversión y el empleo en la recuperación”.

Para Hernández de Cos uno de los aspectos más preocupantes de esta crisis es el riesgo de que los problemas iniciales de liquidez de las empresas “se conviertan en problemas de solvencia”, que no solo provocarían una destrucción de tejido productivo y de empleo, “sino que también acabarían afectando a la capacidad de resistencia del sector bancario”.

Con las ayudas públicas a las empresas “este apoyo evitaría un deterioro, potencialmente relevante, de la posición patrimonial del sector bancario, lo que resulta crucial para impedir que esta crisis incorpore un elemento financiero adicional que podría hacerla mucho más persistente, como demostró la anterior crisis financiera internacional”.

Hernández de Cos no especifica si estas ayudas debería ser directas o a con otras fórmulas pero sí subraya que “el sector bancario podría, a través de la concesión de crédito a familias y empresas, contribuir a la reactivación de la economía una vez que se supere la pandemia, que, a buen seguro, precisará del correcto funcionamiento del canal crediticio, tan relevante en las economías europeas”.

En este sentido, el gobernador del Banco de España está alineado con la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, que entiende que el sector financiero es clave para salvar empresas “sobreendeudadas” cuando anunció un nuevo marco de ayudas directas para todo 2021.