El Banco de España ha suavizado el impacto del coronavirus en la economía española al proyectar este miércoles un descenso de entre el 10,5% del PIB y el 12,6% en 2020, dependiendo de la evolución de los rebrotes, unos datos mejores que la previsión que ofreció el organismo regulador el pasado junio con una caída de la economía de entre el 11,6% y el 15,1% este año. Esta mejora tendría un reflejo en la tasa de paro, que el Banco de España calcula que subirá en el peor de los escenarios al 18,6% en 2020 (19,6% en las previsiones de junio), sin embargo el mercado laboral tendrá una evolución más negativa en 2021 y 2022, con subidas del desempleo al 19,4% y 18,2% incluso en un contexto de pandemia contenida.
Este cambio en las previsiones del PIB obedece a que “la evolución de la economía habría sido algo más favorable al final del segundo trimestre, lo que habría proporcionado, de cara al tercero, un punto de partida también algo más propicio que el contemplado en el escenario de recuperación gradual de junio”. Un empuje económico que ha dado muestras de “debilitamiento del ritmo de recuperación de la actividad a lo largo de los meses de verano, coincidiendo con los desarrollos epidemiológicos”, los temidos rebrotes, que han requerido la reintroducción de medidas de contención y han tenido consecuencias adversas para la actividad en las ramas ligadas al turismo. Las proyecciones de crecimiento en el tercer trimestre están entre el 16,6% y el 13% del PIB.
El Banco de España asegura que “el repunte de la actividad que se prevé en el segundo semestre de este año, tras el histórico desplome registrado en el primero, ejercería un efecto arrastre positivo sobre la tasa media de crecimiento del PIB en 2021, que estaría en una banda entre el 7,3% y el 4,1% del PIB”. Sin embargo, también matiza que “en cualquier caso, al final de 2022, el nivel del PIB se situaría entre unos 2 puntos porcentuales y seis puntos porcentuales por debajo del nivel previo a la crisis”. El organismo monetario avisa de que “la eliminación definitiva de las limitaciones al normal desarrollo de la actividad económica no supondría un retorno inmediato a los niveles de PIB previos a la pandemia” debido a “las huellas persistentes que cabe esperar que la crisis deje en el potencial productivo de la economía”.
También hay que tener en cuenta que el Banco de España hace estas previsiones sin incluir el efecto del programa europeo de recuperación Next Generation EU (NGEU), aunque admite que “podrían llegar a ser potencialmente relevantes en función del sentido en el que se desarrollen”. La institución aprovecha para darle un tirón de orejas al Gobierno por la falta de concreción de los 140.000 millones en ayudas europeas: “La falta de definición de los detalles de la aplicación del programa hace que esos efectos estén, en estos momentos, rodeados de una incertidumbre muy elevada, en términos tanto de su magnitud como de su distribución temporal”.
Además de la amenaza latente de nuevos rebrotes, el organismo que dirige Pablo Hernández de Cos avisa de que “más allá de las posibles implicaciones adicionales de la pandemia, persisten otros riesgos relevantes procedentes del entorno exterior, como son la posibilidad de que, una vez acabado el período transitorio, el brexit pueda no culminar con un acuerdo y una eventual intensificación de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China”.
Entre las palancas del crecimiento, el consumo interno sigue siendo determinante, aunque depende de las incertidumbres que genere la evolución de la pandemia, pero se verá reducido ante el incremento del paro y la reducción de las ayudas públicas: “En un futuro, el gasto de los hogares tenderá a verse apoyado por el descenso gradual de la incertidumbre acerca de la evolución de la situación sanitaria. Sin embargo, los repuntes del gasto se verán limitados por el carácter progresivo e incompleto de la recuperación del mercado de trabajo y el menor soporte otorgado por las Administraciones Públicas (AAPP) a las rentas de los hogares”, señala el supervisor.
Por otro lado, el Banco de España señala que “la caída de la inversión de las sociedades no financieras será más acusada que la del PIB en 2020. Este retroceso estaría en consonancia con el fuerte descenso de la demanda final y con el contexto de notable incertidumbre acerca de la evolución futura de esta variable, elevada holgura en el grado de utilización de la capacidad productiva actualmente instalada y deterioro de la posición de liquidez del sector. Este último factor ha requerido, en los últimos meses, un elevado recurso al endeudamiento, como consecuencia del cual cabe esperar que el sector empresarial emerja de la crisis con un deterioro significativo de su posición patrimonial”.
Las dificultades para el traslado de mercancías en la fase de confinamiento y, sobre todo, las limitaciones a los movimientos de personas se traducirán en un ajuste muy severo de las exportaciones de bienes y servicios en 2020. El Banco de España advierte de que el repunte de contagios en nuestro país, junto con las limitaciones a los viajes a España que han impuesto durante estos últimos meses las autoridades de numerosos países emisores de turistas, va a retrasar las perspectivas de recuperación de las exportaciones turísticas.
Por lo que respecta a las cuentas públicas, las estimaciones del Banco de España apuntan a que se cerrará 2020 con un déficit entre el 10,8% y el 12,1% del PIB, según los contextos de la pandemia, además de pronosticar que el agujero en la contabilidad de las Administraciones Públicas se mantendrá “en cotas muy elevadas” también en 2022, cuando el déficit no baje del 5,8% del PIB en el mejor de los escenarios. La deuda pública experimentaría en 2020 un aumento de entre 20 y 25 puntos porcentuales (116,8% y 120,6% del PIB), con unos niveles por encima del 115% del PIB en los dos años posteriores.
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha explicado este miércoles estas previsiones en la junta directiva de la CEOE, donde ha insistido en “esta recuperación sigue dependiendo crucialmente del mantenimiento de los estímulos” a la economía que se han aplicado en esta crisis, desde la política monetaria a nivel europeo a las medidas nacionales de impulso económico como los crédito ICO y los ERTE. El economista ha sostenido que el riesgo para la economía de una “retirada prematura” de estos estímulos es muy superior a los beneficios de reducir los gastos en estas partidas.
Hernández de Cos ha apuntado no obstante que esos estímulos deben cambiar en esta nueva fase de la crisis por la pandemia, que ya no es la inicial que implicó medidas muy restrictivas, para que sean aplicados de “una manera mucho más focalizada”. Así, el Banco de España aboga por que se reasignen los recursos a las actividades viables y muy afectadas temporalmente por el coronavirus y que se permitan los “cambios estructurales” en la economía que dejará esta crisis, en opinión del regulador, con empresas que no sobrevivirán a la perturbación económica y modificaciones previsibles en las prácticas de consumo y en el tejido productivo.