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Draghi lanza todo su arsenal para levantar la economía del euro

El Banco Central Europeo ha anunciado que baja el tipo de interés oficial –lo que comúnmente se conoce como el precio del dinero– del 0,25% actual al 0,15%. A esta medida, que estaba descontada, le acompaña una batería de medidas extraordinarias históricas para el banco central: penalizar a los bancos por tener el dinero depositado en el BCE, inyectar hasta 400.000 millones de euros con créditos blandos condicionados para la banca y la preparación de un programa de compra de deuda que garantice créditos a las pymes.

Las medidas tienen diferente intensidad pero están orientadas a conseguir que fluya el crédito. Por un lado, la conocida como “facilidad de depósito” cotizará a partir de ahora a -0,10%, es decir a los bancos les costará dinero tener su dinero inmovilizado en Fráncfort. Con esta medida, única en la historia del BCE, se espera incentivar que las entidades financieras den crédito en lugar de tener su liquidez inmovilizada. Hasta ahora, solo Dinamarca y Suecia han experimentado cobrar a los bancos por depositar el dinero en los bancos centrales, con resultados desiguales.

Además, en la rueda de prensa posterior, Mario Draghi, el presidente de la entidad, ha anunciado que también pondrá a disposición del mercado paquetes de financiación a bajo interés, los conocidos por sus siglas en inglés Long Term Refinancing Operation. Sin embargo, en esta ocasión Draghi ha advertido que la utilización de esta ronda de liquidez estará condicionada para evitar nuevos desmanes de la banca. Los paquetes de liquidez empezarán a subastarse en septiembre, por un montante de 400.000 millones de euros, con un vencimiento de cuatro años, superior al que había hasta el momento. Cada banco podrá pedir el equivalente a un 7% de su cartera de créditos.

Este tipo de prétamos blandos, fueron las primeras medidas extraordinarias puestas en marcha en la era del italiano para dinamizar la economía. El primer paquete se produjo ya en diciembre de 2011 y luego se repitió en 2012. Estas inyecciones de dinero no son otra cosa que préstamos, a plazos de entre uno y tres años, a un tipo de interés muy bajo. El primer paquete, a tres años, se hizo con un interés del 1% y los bancos lo han ido amortizando en unas ventanas de reembolso que ha facilitado el organismo. En febrero de 2012 se hizo un segundo paquete. Entre uno y otro programa se regó a la banca con un billón de euros.

Sin embargo, muchos bancos han hecho lo que se conoce como carry trade, esto es, financiarse muy barato con el BCE para comprar bonos que tenían una rentabilidad mucho más alta. El dinero nunca llegó a la economía con este sistema. Esto es lo que Draghi quiere evitar con la condicionalidad de los nuevos paquetes. En principio, los bancos que no den crédito tendrán que devolver antes de tiempo el dinero que hayan pedido prestado.

Eso sí, la medida más esperada no llega todavía. Draghi ha anunciado que comienza los preparativos de compras de activos pero sin fijar fecha. En principio estos solo se activarán para la compra de títulos que respalden créditos concedidos a empresas. Según ha explicado, deben ser titulizaciones de créditos reales, sencillos y transparentes, nada de productos complejos como los que terminaron haciendo reventar la burbuja del crédito hace siete años.

Además, el BCE ha anunciado que suspende la “esterilización” de deuda pública, esto es, que dejará de recomprar bonos para drenar el mercado cada vez que haga una compra nueva. Esto puede suponer una liquidez extra de 165.000 millones de euros.

Interrogado por la posible compra de activos, el italiano ha contestado con un enigmático “nuestra misión no ha terminado aún”.

Draghi ha insistido en que todas estas medidas están destinadas a que el crédito regrese a la economía y llegue a las pymes.

Sin miedo a la deflación

Las medidas se toman después de que la inflación de la zona del euro esté en mínimos (0,5% en mayo) y que el PIB del primer trimestre del corazón de Europa apenas haya mejorado un 0,2%. Con todo, el italiano ha insistido que no teme que haya un riesgo real de deflación en Europa.

La baja inflación sí está dañando especialmente a países como España. El país ha hecho un esfuerzo ingente en la moderación de salarios para ganar en competitividad que se ve prácticamente neutralizado por los bajos precios que tienen sus competidores, como Alemania. A esto hay que añadir que el alto nivel del euro también borra los esfuerzos de devaluación interna que hacen los países periféricos de la eurozona.

Draghi ha hablado de multitud de asuntos durante la rueda de prensa, entre ellos del desigual resultado que estaba teniendo la consolidación fiscal en los países del euro. Su recomendación es que continúe la consolidación pero que se haga de forma que no frene el crecimiento. “La recuperación es frágil, desigual y no ha terminado, pero está ahí”, ha asegurado el exdirectivo de Goldman Sachs.

El hecho de que el banco haya vaciado el cargador hoy mismo indica su preocupación por la salud de la economía europea, y que ha logrado vencer incluso las reticencias de Alemania, que se oponía a tomar este tipo de medidas por miedo a recalentar la economía.

Lo cierto es que estas medidas expansivas tienen detractores, ya que muchos temen que solo sirven para inflar la burbuja de las bolsas y los mercados y que el dinero siga sin aterrizar en la economía real. Draghi ha explicado que las medidas están especialmente diseñadas para evitar que se gripe otra vez la correa de transmisión.

Con todo, Europa llega tarde a estas medidas que EEUU y Reino Unido tomaron casi al principio de la crisis. Los expertos temen que ahora sea ya demasiado tarde para que desplieguen todo su potencial.

El euro se ha desplomado frente al dólar y las bolsas han comenzado a subir espoleadas por estos anuncios. La banca se ha visto especialmente beneficiada y los inversores han aupado los principales bancos europeos, que subieron más de un 2% de media durante la rueda de prensa.