Belén Garijo, la española que hace historia en el masculino capitalismo alemán

Aldo Mas

21 de mayo de 2021 22:07 h

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No es solo que haya una canciller –Angela Merkel– ni por que ahora mismo la jefa del Gobierno germano tenga como probable sucesora, según las encuestas, a otra mujer –la ecologista Annalena Baerbock–. En Alemania hay costumbre de ver a mujeres en posiciones de liderazgo político. Otra cosa es lo que ocurre en el ámbito de las grandes empresas representadas en el índice bursátil DAX, una situación que ha empezado a cambiar con la llegada de la española Belén Garijo.

El pasado lunes 3 de mayo fue el primer día de trabajo de esta mujer de 60 años como CEO del gigante farmacéutico alemán Merck. Estos días, las páginas de la prensa del país de Angela Merkel descubren a esta licenciada en medicina nacida en Almansa como “la nueva reina del DAX”, según se leía en las páginas económicas del diario Die Welt. La televisión pública ZDF se ha referido a Garijo como “la primera dama” de un consorcio del DAX.

La llegada de Garijo al “trono” de Merck pone la guinda a una carrera cuyos diez últimos años han estado dedicados al gigante farmacéutico con sede en Darmstadt. La firma, que emplea a 58.000 personas en todo el mundo –11.000 de ellas en Alemania–, tiene más de 350 años de historia. El 70% del capital de la compañía aún está en manos de la familia Merck.

Hasta la llegada a lo más alto de “Belén”, que es como a Garijo le gusta que le llamen en la empresa, Merck nunca tuvo a una mujer en esa posición de CEO. De hecho, en el panorama empresarial germano, Garijo es toda una rara avis. Su cargo actual supera al de “co-CEO” que ocupó por escaso medio año la estadounidense Jennifer Morgan junto a Christian Klein en el gigante informático teutón SAP.

De ahí que estos días a la nueva CEO de Merck le hayan preguntado en abundancia sobre su posición como única mujer al frente de una compañía del DAX. “¿Qué se siente al ser la única CEO de un consorcio del DAX, Belén Garijo?”, le han preguntado, por ejemplo, en la revista progresista Stern.

También en una reciente entrevista con el dominical Frankfurter Allgemeine Sonntag estuvo Garijo dando explicaciones sobre este tema. “Para mí no es tan importante ser la primera. Para mí es más importante no ser la última mujer que llega a lo más alto de una empresa del DAX”, ha explicado Garijo al dominical de Fráncfort.

Con ella al frente de Merck, cabe pensar que vaya a crecer el porcentaje de mujeres en cargos de responsabilidad en la empresa. Ahora, ese porcentaje está en el 35%. Esa proporción destaca respecto del 11,5% de mujeres en puestos de responsabilidad que ha estimado la firma de consultoría EY para el resto de las empresas alemanas.

A favor de la diversidad, en contra de las cuotas de mujeres

Garijo, madre de dos hijas ya adultas que ha vivido entre Madrid, donde se licenció, Chicago, Nueva Jersey, Barcelona, Ginebra y Fráncfort, no quiere perderse el talento, esté donde esté. Eso sí, ella misma dice ser más amiga de la “diversidad” que de la “discriminación positiva”. A su entender, el foco ha de ponerse en crear una organización “inclusiva”.

“Si uno no tiene una organización inclusiva, las cuotas no nos van a ayudar”, ha explicado la nueva CEO de Merck a Stern a cuenta de los porcentajes de mujeres en puestos de liderazgo. Por otra parte, Garijo reconoce que hay “cosas que cambiar” para “evitar que se desaproveche el talento”, especialmente el de las mujeres, según decía la CEO de Merck al Frankfurter Allgemeine Sonntag. Ella sabe bien que “para las mujeres en cargos de responsabilidad, dar pasos en su carrera” puede resultar “problemático para su vida privada e incluso un obstáculo para formar una familia”.

Este discurso, Garijo lo compagina con el de una líder empresarial que no puede dormirse en los laureles. “No debemos caer en la autocomplacencia”, decía la CEO de Merck en una entrevista publicada en el diario económico Handelsblatt en el día de su primer jornada al frente de la compañía. Razones para mantener ese espíritu combativo no faltan a Garijo.

La competición es ardua en el sector farmacéutico. Sólo en Alemania, Merck se mide en el mismo sector que la químico-farmacéutica Bayer y el gigante de la química BASF. Además, Merck es de las empresas que, debido a la pandemia de la COVID-19, han tenido que redoblar esfuerzos para, por ejemplo, proveer de materiales a empresas como BioNTech, la firma germana que ha desarrollado junto a la compañía estadounidense Pfizer la primera vacuna aprobada en Europa contra el coronavirus.

Merck, empresa “ganadora” en la pandemia

“Estamos desde el día uno muy implicados en la producción de vacunas, proveyendo a más de 50 fabricantes con productos como lípidos, materiales de un solo uso y filtros”, contaba Garijo al Handelsblatt. Los productos de Merck también sirven en estos días pandémicos a una treintena de empresas de diagnósticos y a una veintena de desarrolladores de terapias relacionadas con la pandemia, según los cálculos de la CEO española.

Sin duda, Merck es de las empresas que lucen como ganadoras en la pandemia. La empresa, según el Handelsblatt, goza de “buenos números”.

El volumen de negocio crecía en el año de la pandemia un 9%, llegando a los 17.500 millones de euros. Los beneficios en el pasado ejercicio rondaban los 2.000 millones de euros. Las acciones de Merck, desde hace un año, han subido en su valor prácticamente un 50%. De costearse los títulos de Merck a 105,35 euros el año, las acciones han pasado a valer, en el momento de escribir estas líneas, 146,45 euros.

“En un año marcado por la pandemia, Merck tuvo un 2020 exitoso”, según indican en la firma que ahora dirige Garijo.

Aunque a buen seguro no será tarea fácil mantener este nivel de éxito una vez pase la pandemia gracias a la vacunación, la nueva CEO de Merck cuenta con abundantes motivos para mantener a la empresa entre los referentes del capitalismo germano. Su remuneración bien puede ser uno de ellos. Como adjunta a su predecesor, Stefan Oschmann, Garijo ya ganó en 2020 un total de 6,3 millones de euros, según ha transcendido en la prensa.

Ella es “la responsable mejor pagada de Alemania”, según el Frankfurter Rundschau, y, por lo pronto, la excepción que confirma la regla en unas altas instancias empresariales teutonas dominadas por hombres.