No resulta difícil imaginar lo mal que ha sentado entre los empleados de la compañía aérea Lufthansa saber que, en las altas instancias de la empresa, se está valorando el pago de un bonus a los directivos. De esto mismo informaba a principios de esta semana el diario económico alemán Handelsblatt.
“¿Pluses por objetivo pese a la participación del estado?”, se preguntaba en titulares en su edición de este lunes dicho periódico. El interrogante hace alusión a los 9.000 millones de euros públicos que el estado alemán ha inyectado en Lufthansa para que la empresa pueda hacer frente a la crisis que ha supuesto para la compañía las restricciones en la movilidad obligadas por la lucha contra el SARS-CoV-2, el virus de la COVID-19.
Esos 9.000 millones de euros inyectados el pasado mes de mayo han servidor para mantener a flote a la compañía aérea. Pero eso no quiere decir que sus empleados floten con la empresa. Al menos no parece que vayan a hacerlo los 27.000 trabajadores que están amenazados de perder su empleo según los planes que por lo visto están haciendo en la empresa.
Esos recortes, acompañados también de una reducción de la flota en unos 150 aviones de los 800 que cuenta la compañía, no están reñidos con que haya pluses para los directivos de la firma, según las informaciones que presenta el Handelsblatt. “En Lufthansa hay ideas de que a los altos directivos se les paguen bonus, pese a los 9.000 millones de euros de ayudas”, se lee en dicho periódico, que recoge algunas encendidas reacciones de políticos germanos.
Por ejemplo, la de Carsten Schneider, uno de los responsables del Grupo Parlamentario en el Bundestag del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Para él, la posibilidad de que haya pluses en las altas instancias de una empresa que ha sido rescatada por el Estado germano en plena pandemia es “una de las peores caras del capitalismo”.
“Quien recibe apoyo del Estado, no puede, a la vez, llenarse los bolsillos”, según este político del partido que integra la 'gran coalición' que lidera la canciller conservadora Angela Merkel.
Schneider habla de la idea de Lufthansa como si constituyera una clara intención de violar las reglas del Fondo de Estabilización de la Economía (WSF, por sus siglas alemanas) lanzado para rescatar al tejido empresarial germano al inicio de la pandemia. En Ver.di, el mayor sindicato alemán del sector servicios, todavía no valoran las informaciones del Handelsblatt, pero a sus representantes no les cuesta hablar de las “contradicciones” que están teniendo lugar en Lufthansa.
“Se han pagado ayudas y hay gente que va a ser despedida”
“La gestión de las ayudas es una contradicción. Por eso hemos llegado a escribir 30.000 empleados de Lufthansa a la canciller Angela Merkel para pedir que en caso de que hubiera ayudas públicas a la empresa, éstas tenían que estar sujetas a condiciones, como por ejemplo, el mantenimiento de puestos de trabajo. Pero el Gobierno rechazó la idea”, explica a elDiario.es Mira Neumaier, sindicalista de Ver.di.
“Por eso tenemos ahora esta situación en la que se han pagado las ayudas públicas y hay gente que va a ser despedida”, añade.
Al parecer, tampoco la mala situación de la compañía basta para calmar las intenciones de la altas instancias de la empresa. Lufthansa necesita 500 millones de euros de liquidez al mes. Cada hora y media pierde un millón de euros, según las propias cuentas que presentaba a principios de esta semana el CEO de la compañía, Carsten Spohr.
Según sus cálculos, la empresa podría darse por satisfecha si este invierno llega a un 20% de actividad. No resulta imaginable que la compañía vaya a salir de sus turbulencias en los próximos meses.
Lufthansa es de las grandes empresas alemanas más duramente golpeadas por la pandemia. Su sector es de los más afectados, junto al del turismo. Asociada a la movilidad que facilitan sus servicios está también, al menos en potencia, la propagación del SARS-CoV-2.
La segunda ola de contagios registrados en el inicio de este otoño en Europa tampoco permite hacer previsiones halagüeñas para la compañía. Para las vacaciones escolares de este otoño, las autoridades germanas han recomendado incluso evitar los desplazamientos al extranjero.
En suma, la “nueva normalidad” no ha supuesto para Lufthansa en modo alguno la vuelta a una actividad similar a la anterior a la pandemia. Con todo, Spohr mantiene que la empresa sobrevivirá a la actual crisis. Ha dicho estar “absolutamente convencido” de ello. Pero esa supervivencia implica a la fuerza una reestructuración que amenaza con tormenta social en la compañía.
Todavía sin plan para la gran restructuración
“Lufthansa no ha presentado todavía cómo va a tener lugar la reestructuración que necesita. Lo que hemos visto hasta ahora son amenazas, diciendo que la empresa tiene que hacerse más pequeña, pero no se está presentando un camino constructivo”, dice Neumaier, la sindicalista de Ver.di.
Neumaier ve problemáticas las intenciones de realizar miles despidos en la compañía. “En Alemania no sale barato despedir. Los despidos producen también costes, sería mejor encontrar otros mecanismos”, añade, aludiendo, por ejemplo, a medidas para reducir costes como las prejubilaciones.
Sin embargo, desde la dirección de la compañía no se oyen propuestas en ese sentido. Lo más reciente que ha dejado dicho Spohr son sus lamentos sobre la mala situación financiera de la compañía. De sus altas instancias, sin embargo, llegan esas ideas de remunerar a unos directivos a los que también mantiene en sus cargos el dinero de los contribuyentes.