La Comisión Europea ha lanzado este martes sobre la reforma de las reglas fiscales comunitarias. Pero lo ha hecho sin mojarse. Así, Bruselas dice insiste en la “necesidad de reducir los coeficientes de deuda pública elevados de una manera sostenible y favorable al crecimiento”, pero no dice cómo hacerlo. Además, el Ejecutivo comunitario habla de que “la crisis ha puesto de relieve el papel positivo que puede desempeñar una política fiscal coordinada, pero es necesario crear espacio fiscal en los buenos tiempos”, pero tampoco explica qué supone eso.
“La transición requerirá inversiones masivas (privadas pero también públicas) y reformas”, prosigue la Comisión Europea, que apuesta por “la simplificación, una mayor implicación nacional y una mejor aplicación: los marcos fiscales nacionales sólidos y las instituciones fiscales independientes pueden contribuir a un marco de gobernanza económica eficaz”.
En este sentido, Bruselas dice que “la reducción de los desequilibrios sigue siendo fundamental”, si bien reconoce que “se podría mejorar el enfoque y la tracción”, y señala las lecciones aprendidas de la puesta en marcha de los fondos europeos, respuesta antagónica a la adoptada en la crisis financiera de 2008: “El enfoque basado en acuerdos para la coordinación de decisiones, con una fuerte implicación nacional del diseño y los resultados de las políticas, apoyará la implementación de las reformas e inversiones. Un marco transparente de evaluación y seguimiento respaldará la implementación”.
La consulta pública lanzada este martes estará abierta hasta el 31 de diciembre. En el primer trimestre de 2022, la Comisión Europea volverá a publicar su orientación fiscal periódica sobre la situación individuar de los países, así como el estado de la economía de la UE. Y, a partir de ahí, intentará lograr un consenso sobre la reforma de la gobernanza económica antes de 2023, cuando vence la cláusula de escape activada al inicio de la pandemia.
“Será importante lograr un consenso porque las reglas fiscales solo funcionarán correctamente si todos están de acuerdo y se comprometen con ellas”, ha dicho el vicepresidente económico, Valdis Dombrovskis: “Europa navega por aguas más tranquilas después de las turbulencias de la pandemia, estamos superando las expectativas de crecimiento. Pero la crisis también ha hecho que algunos desafíos sean más visibles: mayores déficits y deuda, divergencias, desigualdades mayores y la necesidad de más inversión. Necesitamos reglas de gobernanza económica que puedan abordar esos desafíos. Queremos escuchar opiniones e ideas, y generar consenso para una vigilancia económica eficaz”.
“Nuestro objetivo es un crecimiento duradero y sostenible. Y con esta idea relanzamos la revisión de nuestra gobernanza económica. Se necesitan cambios. No debemos ver ese fantasma de la vuelta a la austeridad ni las dificultades de crisis anteriores, necesitamos un crecimiento sostenible e inversiones, pero un nivel excesivo de la deuda es algo que abordar”, ha terciado el comisario de Finanzas, Paolo Gentiloni: “Tras la conmoción sin precedentes del año pasado, la economía europea se está recuperando con fuerza. Ahora debemos asegurarnos de que nuestro crecimiento futuro sea sostenido y sostenible. El poderoso apoyo fiscal proporcionado durante la pandemia ha llevado a niveles de deuda más altos. Estos desafíos hacen que sea aún más esencial contar con un marco fiscal transparente y eficaz”.
Según Dombrovskis, “es fundamental reducir la elevada deuda pública: determinará cómo podemos responder a posibles shocks futuros, y ayudará a mantener unas condiciones de financiación favorables para las inversiones necesarias para el futuro. Pero debemos hacerlo de una manera inteligente, gradual, sostenida y favorable al crecimiento. Esto significa promover la inversión pública de alta calidad, crucial para abordar las necesidades masivas relacionadas con la transición verde y digital. Estos dos elementos van de la mano: tanto la reducción de la deuda como la inversión. Subraya la importancia de mejorar la composición y la calidad de las finanzas públicas, y nuestro marco debería reflejarlo”.
La idea de la tutela nacional de las reformas contrasta con la aproximación de la troika a través de los hombres de negro en la década pasada. Pero Bruselas evita aterrizar esas declaraciones. “Buscamos el consenso”, explican fuentes comunitarias. Un consenso que, invariablemente, está pendiente de la conformación del Gobierno alemán y el papel que tendrán los liberales en la política económica alemana.
“La Comisión Europea presentará las orientaciones sobre posibles cambios en el marco de gobernanza económica con el objetivo de lograr un consenso amplio sobre el camino a seguir para 2023”, afirma el Ejecutivo comunitario.
De momento, Bruselas evita tomar partido por los grandes debates abiertos. En las 11 preguntas que propone para el debate el Ejecutivo comunitario, no menciona qué hacer con el objetivo de deuda del 60%, las reglas de oro o si hay que legislar para cambio el Pacto.
Bruselas no está convencida de querer volver a imponer su regla de reducción de la deuda, que supone una rebaja de una veinteava parte por año en los ratios de deuda de los Estados miembros con índices por encima del techo del 60% del PIB de la UE.
El endeudamiento provocado por la COVID ha dejado los niveles de deuda demasiado altos para que se aplique estrictamente a partir de 2023.
Una respuesta sería avanzar hacia sendas de reducción de la deuda más específicas de cada país, según sugiere Financial Times. Pero lograr un consenso sobre los cambios legislativos a este efecto sería tremendamente difícil. Podría ser más fácil utilizar las flexibilidades existentes disponibles por la Comisión para intentar alcanzar un resultado similar.
Inversiones verdes
Hay un gran interés entre varios Estados miembros por discutir formas de incentivar mejor la inversión pública en prioridades clave.
Esto podría implicar, por ejemplo, eliminar algunas inversiones verdes de las reglas de déficit. Otras ideas también están sobre la mesa de la Comisión, incluidas formas de fomentar una mayor inversión en defensa, por ejemplo.
Una vez más, podría ser posible lograr al menos una parte de esto sin tratar de convencer a los Estados miembros para el cambio legislativo.
Los legisladores de la UE también han soñado durante mucho tiempo con simplificar las reglas, que están repletas de variables difíciles de medir, incluidos los saldos estructurales y la brecha de producción. Esto probablemente requiera que la UE se someta a una reescritura legislativa, una perspectiva complicada.