La Comisión Europea ha hablado este mediodía ante los medios tras el aplastante rechazo de los griegos a aplicar las medidas de austeridad de la Troika, de la que esta institución forma parte. Órgano teóricamente independiente, la Comisión se había posicionado en favor del sí, opción que ha salido escaldada. Por boca del vicepresidente Valdis Dombrovskis y en una sala abarrotada, la Comisión no se ha salido del guión, no ha hecho ninguna concesión con las reformas, no se ha privado de atacar al Gobierno heleno e incluso se ha permitido cuestionar la “legalidad” de la votación del domingo.
Apenas había dicho el letón Dombrovskis que las instituciones “toman nota” del resultado, el vicepresidente se ha referido a las otras “18 democracias” que componen la Eurozona y a los “contribuyentes europeos”. “El lugar de Grecia está en Europa”, ha añadido. Pero al ser preguntado por segunda vez sobre si el lugar de Atenas está, además de en Europa, en la Eurozona, Dombrovskis ha eludido responder. Tampoco ha contestado si Juncker debería dimitir por haberse posicionado en el referendo del pasado domingo, cuyo resultado es un bofetón a las reformas de la Troika.
“Los contribuyentes han entregado 184.000 millones desde el inicio de la crisis para asegurar la estabilidad de la zona euro”, ha indicado, recordando que Grecia crecía económicamente antes de la llegada de un Ejecutivo de izquierdas “que no ha sido capaz de producir una estrategia creíble”. El letón ha subrayado que la elección mayoritaria de los electores griegos “lamentablemente ensancha las diferencias” existentes para alcanzar acuerdo alguno.
También se le ha preguntado por qué las instituciones que negocian con Grecia (Comisión, BCE, FMI) no tuvieron en cuenta el informe del Fondo Monetario Internacional que contemplaba una quita a la deuda griega. Aquí Dombrovskis ha arrojado otro caldero de agua fría: “El programa de rescate anterior no es aplicable porque ha expirado. Y para poner sobre la mesa la cuestión de la sostenibilidad de la deuda, es necesario que tengamos un mandato de las instituciones”. Se trata de lo mismo que dijo Jean-Claude Juncker la semana pasada: Atenas necesita hacer reformas de manera creíble para optar a la quita; pero el Gobierno de Syriza no está dispuesto a admitir ningún recorte más sin la promesa escrita de un haircut. El vicepresidente-comisario no ha mencionado la reestructuración explícitamente.
El comisario letón ha cuestionado la “legalidad” del referendo y no ha respondido a si las instituciones deberían pedir más flexibilidad a Berlín en vez de más rigor a Atenas. Y ha dicho que la estabilidad de la zona euro está amarrada ante inesperados desenlaces. “Somos capaces y estamos dispuestos a defender la estabilidad, y para ello usaremos todas las herramientas a nuestro alcance”.
“No hay un camino fácil hacia la solución de los problemas de la Eurozona”, ha admitido Dombrovskis. Pero al término de su breve rueda de prensa la sensación era que las instituciones, la antigua Troika, son mucho más germánicas que ayer. Ya solo un desbloqueo liderado por Francia frente a la intransigencia de Berlín parece ser la única vía para desbloquear la situación.