El momento elegido por el rey para retirarse es de todo, menos casual. Además de esperar a que pasaran las elecciones europeas, el monarca ha aguantado hasta pasear, en tres viajes maratonianos, a los principales empresarios del país por la Península Arábiga. El rey, falto de fuerzas y salud, ha gastado su último cartucho como monarca en ayudar a los que han sido durante 39 años algunos de sus mejores amigos: los grandes hombres de negocios españoles.
La vida de Juan Carlos está íntimamente ligada a empresarios de toda la vida. De los de montería, caza y marquesado, este último otorgado por el propio monarca. En su círculo de ocho amigos forzados de la adolescencia –fueron seleccionados como pandilla ad hoc–, contó con hijos de familia de banqueros, como su inseparable Jaime Carvajal y Urquijo, cuya familia puso a disposición de la familia real la finca que serviría de improvisado colegio para el monarca y sus amigos.
Carvajal ha ocupado la presidencia de Ford España, firma del motor que algunos aseguran que el rey ayudó a instalarse en España. Ha pasado por los consejos de Telefónica, Unión Fenosa, Repsol y Ferrovial, y ayudó a la toma de control por parte de un fondo estadounidense de Parques Reunidos. Su hijo, Jaime Carvajal Hoyos, es el segundo de a bordo de Apollo, lo que se conoce como fondo buitre, uno de los lugares favoritos en los que están recalando los “bien conectados” de la jet set empresarial.
De esta prefabricada cuadrilla de adolescentes, destaca también por su buena posición empresarial Fernando Falcó, marqués de Cubas y marido de Esther Koplowitz, una de las principales multimillonarias españolas, dueña de FCC. Falcó era consejero de FCC antes que marido de la jefa, y su background profesional pasaba sobre todo por la presidencia del RACE, donde canalizaba su pasión por los coches. También prestó servicios como consejero a Sogecable y asesoró a Citröen y a la mutua Asepeyo. En la pandilla terminó otro financiero, José Luis Leal, que llegó a presidir la Asociación de Banca Privada, estuvo en nómina de BBVA y fue consejero de Prisa. También se dedicó a los negocios Alonso Álvarez de Toledo, en este caso al mundo ganadero.
Aunque estos fueron los amigos escogidos para el joven Juan Carlos, el rey continuó trabando amistad con otros conocidos empresarios en su vida adulta. El más conocido, ya fallecido, fue Manuel Prado y Colón de Carvajal, al que presentó su primo (y parte de aquel dream team de ocho) Carlos de Borbón y dos Sicilias en una cena. Manuel Prado es el que realmente ha pasado a la historia como “amigo del rey”. Prado fue el administrador de sus finanzas, y llegó a entrar en la cárcel condenado por un fraude millonario a los dueños de KIO. Prado fue senador por designación real en 1977 y luego desempeñó cargos en empresas públicas, como la presidencia de Iberia.
La turbia historia de Prado no ha ensombrecido el linaje familiar. Su hijo, Borja Prado, ha tocado lo más alto del Ibex 35 con la presidencia de Endesa y también como representante español del grupo financiero italiano Mediobanca. El hijo del amigo del rey es consejero, además, en Mediaset.
De caza con Díaz Ferrán
Aunque sin duda Prado es el empresario con más sombras que ha estado íntimamente ligado al rey, otros muy cercanos han dado con sus huesos en la cárcel. Es el caso de Gerardo Díaz Ferrán, quien durante su época al frente de la patronal presumía constantemente de su amistad con el rey, algo de lo que también hace gala su concuñado, y aún vicepresidente de CEOE, Arturo Fernández.
No está documentado cómo surgió la amistad de Díaz Ferrán y el rey, ya que el empresario madrileño era de orígenes relativamente humildes. El de los posibles era su socio Gonzalo Pascual, ya fallecido. De lo que sí hay pruebas gráficas es de que su amistad se fortalecía con aficiones comunes, como la caza. La foto para la posteridad la conseguió el digital La Celosía, que mostró al rey con Díaz Ferrán, Jaume Matas (también condenado) y Arturo Fernández en una montería en Alamín, una finca del dueño de Marsans.
La amistad entre el rey y el ahora finado llevó a que el primo del rey, Carlos Borbón (el que le presentó a Prado), acabara como consejero en Marsans. El primo del rey se libró por los pelos de testificar en el juicio al alegar una “enfermedad mental” que le impedía responsabilizarse de los sucesos cometidos en la gestión de la empresa turística. Sin embargo, y pese a la enfermedad, siguió como consejero de la inmobiliaria Reyal Urbis y de Cepsa, petrolera que abandonó dos años después de no comparecer ante la Justicia.
Cepsa es, precisamente, otra de las empresas pilares en el haz de relaciones monárquicas. Su dueño actual, IPIC, es uno de los fondos soberanos de Abu Dabi, uno de los emiratos que mejor relación tiene con la familia real española. La asociación entre la petrolera y el fondo comenzó en 1988 y se fue intensificando hasta culminar con la compra de la compañía en 2011. Pese a ser propiedad del emirato, Cepsa se apunta a los viajes que hace el rey con empresarios por los países árabes.
Con muchos de sus amigos fallecidos o envueltos en escándalos –de los últimos es el empresario Patxi Garmendia, detenido en la operación Emperador–, uno de los pocos grandes empresarios aún en activo que presume de su relación con el rey es Juan Miguel Villar Mir. El presidente de OHL, marqués por la gracia de su majestad y ligado al régimen franquista, es también consejero de Banco Santander y uno de los empresarios más añejos que corona una empresa del Ibex 35. Pero Villar Mir no se libra de las sombras en su historial, como otros amigos del rey. Su principal mancha, la más molesta, aparecer en las anotaciones manuscritas de Luis Bárcenas como uno de los donantes secretos del Partido Popular.
Además, Javier López Madrid, el marido de la hija de Villar Mir -Silvia- es uno de los pocos amigos personales del príncipe Felipe que no comparte círculo de amistades con el entorno de su padre.
Botín padre le pagó el viaje de novios
Tampoco se puede olvidar la relación que mantiene el rey con el principal banquero de España, Emilio Botín, que forma un triángulo con su consejero, el marqués de Villar Mir. Según este extenso artículo del periodista Jesús Cacho (ahora director de Vozpópuli) en la que se explica con todo lujo de detalles la relación de este trío, fue el padre del actual Botín el que financió el viaje de novios de los pobretones príncipes recién casados, Juan Carlos y Sofía.
La historia financiera de la familia real siempre aparece entrelazada a la banca privada (desaparecida tras la crisis) de Santander: Banif. Este lunes mismo fue Emilio Botín uno de los que más se deshizo en elogios hacia el papel del monarca, que también ha contado entre sus amistades con altos cargos de BBVA, como José Ángel Sánchez Asiaín, que llegó a presidir la entidad bilbaína.
Para ver de un vistazo cómo los títulos nobiliarios y la cercanía al monarca han copado los puestos ejecutivos en las grandes empresas cotizadas sólo hace falta echar un vistazo a este resumen que publicó eldiario.es hace apenas unos meses. Poco o nada se ha ocultado esta facultad del rey para entablar relaciones con lo más trufado del empresariado dentro y fuera de las fronteras españolas, lo que en realidad, se ha considerado como un activo. El hecho de que fuera un empresario saudí (contacto de la familia saudí en España) el que le pagara el nefasto viaje a Botsuana o las relaciones con la conseguidora comercial Corinna -también ligada a Arabia Saudí- fueron algunas de las últimas luces rojas que extendieron la alerta sobre el carácter supuestamente desinteresado de estas mediaciones.
Todo este sospechoso entramado de relaciones personales, al que el monarca ha paseado por el mundo, se queda ahora un poco huérfano. El sucesor, Felipe, no ha sido nada proclive a dejarse fotografiar con empresarios. Por su edad y formación, ha tenido pocos contactos con el mundo empresarial en el que se desenvolvía su padre y ha optado más por conservar los amigos del colegio (un colegio pijo pero normal), el mundo del deporte y la joven aristocracia europea, especialmente la familia real griega y la búlgara.
Además, el rey no ha delegado en Felipe en sus viajes a algunos de los países favoritos para los empresarios españoles, como el Magreb y los países árabes. Por ahora, además de estas expediciones en las que el rey ha hecho lo que algunos medios gustan de calificar como “embajador de la Marca España”, el todavía príncipe Felipe le tendrá que relevar en las fructíferas comidas del Consejo Empresarial de la Competitividad (CEC). Un lobby de lobbies con 16 empresarios más cercanos a la generación del monarca saliente que del heredero entrante.
En cualquier caso, dos de los últimos actos en la vida pública del monarca quedarán ligados para siempre a esta suerte de capitalismo de amigos con títulos nobiliarios que durante años ha medrado a su alrededor. Por un lado, el viaje a Arabia Saudí y Qatar, del que regresó el 19 de mayo, pocos días depues de que el BOE publicara el último marquesado concedido a un empresario, David Álvarez, presidente de Eulen. Los últimos actos en 39 años de hoja de servicios, el último hálito de la soberanía, han sido para las grandes empresas.