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Catalunya Banc sale a venta por tercera vez para recuperar parte del dinero público

“Se vende Catalunya Banc”. El Estado volvió a poner en venta el 19 de mayo la que parece ser la entidad más dañada del sistema financiero español. Es la tercera vez que el Fondo de Reestructuración Financiera Bancaria (Frob) intenta traspasarla a manos privadas desde que asumió su control en 2011.

Los anteriores intentos fueron en junio de 2012 y en marzo de 2013. En ambas ocasiones el proceso se cerró por falta de comprador. Al menos, por falta de comprador que pagara una cantidad que el Estado considerase aceptable. El año pasado, aunque hubo ofertas, el Frob no consiguió llegar a un acuerdo con Banco Santander, por discrepancias en torno a las ayudas públicas que demandó Botín. Tampoco cuajó la intención de compra del Banco Popular, porque el Frob no se fiaba de su capacidad financiera. La intención de Antonio Carrascosa, director del Frob, y de su equipo era, y sigue siendo, reducir al mínimo las cuantiosas pérdidas que puede acarrear la venta de Catalunya Banc.

Hasta ese segundo intento de venta, las adjudicaciones de bancos derivadas del colapso financiero se habían hecho por cantidades simbólicas de un euro. Unos meses después, en diciembre de 2013, el Frob consiguió vender Novagalicia al banco venezolano Banesco, por mil millones de euros. La operación suponía unas pérdidas de más de 8.000 millones para el Estado, pero se intentó vender la recuperación de 1.000 millones como un relativo éxito. Tanto que Carrascosa se vino arriba con el anuncio de que se había terminado la época de vender bancos a un euro. Al mismo tiempo, mostró su interés en poder repetir la operación de las gallegas con Catalunya Banc.

La segunda entidad con más ayudas públicas

Pero las cosas se han complicado mucho. El supuesto atractivo de Catalunya Banc deja mucho que desear. Es la segunda entidad financiera por volumen de ayudas públicas recibidas, 12.052 millones de euros del Frob, sólo superada por los 22.400 que ha recibido Bankia. Pero en proporción a su tamaño es la primera.

Además, en contra de lo que está ocurriendo con Bankia, el nuevo equipo directivo de la caja catalana encabezado por José Carlos Pla no ha apostado fuerte por su saneamiento. Desde su entrada en la entidad, hace un año, se ha centrado, sobre todo, en la venta de participadas, como Telentrada, o sus carteras de créditos fallidos. Aun así, el volumen de créditos de dudoso cobro (posibles morosos) que acumulan sus sucursales es demasiado alto comparado con el de los depósitos. Un amargo caramelo que nadie quiere degustar.

Por si fuera poco, le ha salido competencia con el anuncio de Barclays de marcharse de España y vender su red de oficinas, aunque las fuentes financieras consultadas discrepan hasta qué punto el perfil de los compradores de ambos bancos sería similar.

En cualquier caso, el mayor atractivo de la entidad catalana son los 5.500 millones de euros en créditos fiscales que tiene acumulados en balance y que el comprador utilizará para pagar menos impuestos durante años.

Con estos mimbres, la idea de repetir la operación de Novagalicia ha tenido que desestimarse. Ninguna entidad financiera, ni española, ni internacional, la quería en su totalidad. El Frob en un principio estuvo valorando la creación de un banco malo en el que aparcar los activos más tóxicos y vender los buenos. Pero finalmente se ha decantado por aplicar el modus operandi de los fondos buitre: desgajar la entidad para venderla por partes. “Ha sido una buena idea, ya que la caja tiene distintos negocios que por separado pueden ser atractivos para distintos compradores”, explica Manuel Romera, director del Sector Financiero del IE Business School.

Gracias a eso, el Banco Popular y el fondo buitre Apollo, propietario de EVO, han mostrado interés en comprar algunas de las oficinas de la caja fuera de Cataluña.

En concreto, Popular podría estar interesado en las entidades de Aragón y Comunidad Valenciana. Y Evo, en algo menos de un centenar de oficinas dispersas por España para completar su presencia nacional.

En otro paquete están las carteras de hipotecas, valoradas en unos 7.000 millones de euros. Una partida mucho más suculenta ya que, según han publicado diversos medios de comunicación, sobre ella parece pulular una buena manada de fondos internacionales.

Finalmente, quedarían las entidades dentro del territorio catalán. “A pesar de las críticas, este no es un negocio tan malo. Con una entidad nacionalizada y tan criticada, los clientes podrían haber huido en masa y no ha sido así. Así que en unos años quien compre ahora tendrá un magnifico negocio”, asegura Manuel Romera.

Sospechas sobre sus cuentas

En este campo, las apuestas se decantan, en primer lugar, por Banco Santander. Por aquello de que ya mostró interés en la anterior subasta, y sobre todo, porque es la única entidad española que no se ha comido ningún marrón externo en el proceso de reestructuración financiera. ¿Estará Botín dispuesto a hacer el favor al Gobierno de ofrecer un precio competitivo sin pedir, de nuevo, ayudas públicas en forma de créditos fiscales y protección por los activos ocultos deteriorados que se pueda encontrar? Cabe recordar, por un lado, que la anterior cúpula directiva fue imputada por administración desleal. Y las críticas sobre la exactitud de sus actuales balances arrecian.

Y, por otro, que estas ayudas le permitirían compensar sus beneficios con las pérdidas que le pueda generar Catalunya Banc y, por tanto, ahorrarse impuestos. También es cierto, que Cataluña es la zona de España donde la presencia de Banco Santander es más floja, por lo que estratégicamente la operación no sería descabellada.

Menos interés comercial tendría para la segunda opción de las encuestas: Caixabank, que oficialmente ya ha comunicado su intención de pujar por su competidora catalana. En este caso, afianzaría su posición de liderazgo en la región, pero la duplicidad de oficinas implicaría un necesario ajuste, tanto de sucursales como de personal. De hecho, se ha criticado que la decisión de Isidro Fainé estuviera motivada por presiones de la Generalitat, que quiere mantener la catalanidad de la entidad a toda costa.

El tercero en liza sería el Banco Popular, que ha mostrado interés por las sucursales españolas de la caja. En la anterior ocasión su interés no se tuvo en cuenta porque se consideraba que la entidad presidida por Ángel Ron no estaba en las condiciones financieras adecuadas para asumir el compromiso. Fuentes del sector financiero consideran que ahora, “aunque ha mejorado, tampoco tiene la potencia adecuada para asumir el marrón de Catalunya Caixa”.

Otras entidades como BBVA, aunque también han acudido a analizar los datos que el Frob han puesto a disposición de los interesados, no muestran demasiado interés. Su cuota de mercado en Cataluña está cubierta con la adquisición (esa sí por un euro) de Unnim, en marzo de 2012.

A la espera de un caballero blanco

El nudo gordiano de la operación está, sin duda, en el lado económico. Está fuera de toda duda que recuperar todo el dinero público invertido en esta entidad es imposible. El reto es reducir al mínimo las pérdidas. Pero nadie en el sector está convencido de que así sea. “También parecía imposible con las cajas gallegas y llegó Banesco. Nunca se sabe si puede aparecer algún interesado extranjero. Eso sí, en ningún caso sería europeo, donde la banca ya tiene suficientes problemas como para venir a buscar más aquí”, comentan las fuentes consultadas.