Cobrar el hielo del bar, una práctica legal si se avisa pero minoritaria: “Se me caería la cara de vergüenza”

Víctor Honorato

27 de agosto de 2022 22:03 h

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Aunque la inflación es generalizada este año, un cierto pudor invade a los bares a la hora de cargar a los clientes un producto básico de cualquier establecimiento: los cubitos de hielo. La práctica de incluirlos aparte en la factura, que ha empezado a extenderse este verano de olas de calor y escasez de suministro –los fabricantes no almacenaron en invierno por los costes energéticos y ahora los precios de proveedores han llegado a triplicarse– no es generalizada entre los hosteleros porque, alegan algunos, les da corte. Otros, en zonas de costa, justifican que si no lo cobran no les salen las cuentas.

“Se me caería la cara de vergüenza”, dice David, de Casa Paco, bar castizo del centro de Madrid, cerca de la Plaza Mayor, quien no obstante advierte de que el precio del hielo “ha subido un huevo”. De 89 céntimos que pagaba en el supermercado en una situación normal, llegó a abonar tres euros por bolsa en las primeras dos semanas de agosto. Ahora, dice, hay menos escasez y la situación se está normalizando. “Esto todavía es Madrid”, responde casi indignado Andrés, de la cervecería Sabatini, junto al Palacio Real, que ha tenido que recurrir al ‘chino’ del barrio para conseguir hielo cuando faltaba. No se le ocurre cobrar suplemento por cubito, a pesar de que la bolsa estaba en el ‘chino’ a 2,45 euros, la última vez que fueron a comprar. Ignacio, en camarero de La Latina, cuenta que pagó cinco euros en una tienda en una visita a Mallorca. Aquí dice que el jefe ha comprado una máquina y que a los clientes no se les cobra.

La presión del turismo

La cuestión se complica conforme la presión turística es mayor. En Madrid, pese al turismo, agosto sigue siendo un mes tranquilo, de vacaciones, al menos dentro de la M–30. En la costa, el desembarco de turistas ha supuesto más demanda y algunos establecimientos que no cobraban han decidido que no quedaba más remedio. “Es que, si no, palmábamos muchísimo dinero”, se excusa la regente de un hotel céntrico de Tarragona con cafetería abierta al público. “La semana pasada el saco de cinco bolsas se lo traía el distribuidor a ocho euros. Esta, a 12”, protesta. Se escucha de fondo la voz del marido, que añade que en la gasolinera se está vendiendo a 20 euros. “Y lo estamos racionando como si fuera oro, porque pides cinco bolsas y te traen dos”, añade.

El establecimiento tuvo un breve momento de fama en Twitter la semana pasada, después de que una clienta subiese a la red social una foto de la factura en la que el suplemento de hielo se cobraba a un euro. Resultó ser un error, dice la dueña. “Eso son las cubiteras para las habitaciones, que antes tampoco las cobrábamos”. La culpa fue de un camarero principiante, que se confundió de botón en la máquina registradora. El suplemento habitual es de 20 céntimos, y la hostelera opone que la competencia está cargando 50. Matiza que solo se suma el extra con los cafés; con las copas y combinados se entiende que el margen de beneficio es mayor y no hace falto repercutir el incremento. “Yo pido que avisen al cliente, no quiero jaleos”, apunta la dueña.

Avisar al cliente

Avisar al inocente consumidor es obligatorio, explica Miryam Vivar, de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Cobrar el hielo, explica, “es legal siempre que se reúnan tres requisitos: que nos hayan informado previamente [en la carta o de viva voz], que el consumidor lo haya solicitado o dé su consentimiento, como con el pan o el aperitivo, y que corresponda con un servicio adicional. Encaja muy ‘a capón’, pero se puede entender que el hielo puede ser una prestación extra”, señala.

Así lo ven en las cafeterías Bertal de Valencia, que suman el hielo a las cuentas ya de antes. “Nosotros lo llevamos cobrando prácticamente desde siempre. Y más aún hoy en día, con lo difícil que es la subida de luz y todos los gastos que va sufriendo la hostelería. Lo vemos más que justificado”, defiende. En esto, la libertad de cada bar es plena, pero aquí la patronal aconseja prudencia. En una entrevista en RNE la semana pasada, el presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería de España, José Luis Yzuel, abogaba por no enervar a los consumidores, pero dando una de arena. “No veo claro cobrar el hielo […], pero si hay que subir el refresco o el café, pues se sube”.