El temporal que azotó la zona norte de Chile en marzo pasado muestra ahora su lado más amable con la floración del desierto de Atacama, el más seco del mundo, un fenómeno único que en la primavera austral deslumbra a miles de turistas con su flora y fauna endémicas.
Las intensas lluvias que afectaron a las regiones del norte del país austral a principios de año causaron aluviones y desbordamientos de ríos que provocaron 28 muertos y decenas de miles de damnificados.
Pero la inusual caída de agua que azotó a la zona más árida del territorio chileno trajo también como consecuencia la transformación del desierto, donde ahora han florecido más de 200 especies nativas que impregnan el desierto de inusuales aromas y colores.
“La región de Atacama se ha visto golpeada, pero también favorecida por el fenómeno del desierto florido, que ocurre sólo cuando llueve, esta vez a causa del fenómeno de El Niño y el cambio climático”, señala a Efe el director del Servicio Nacional de Turismo en Atacama, Daniel Díaz.
Debido al clima árido característico de la región norteña, la floración ocurre cada cuatro años o más. “En períodos de sequía, incluso han pasado más de diez años sin ver el majestuoso paisaje multicolor en su esplendor”, explica Díaz.
“La intensidad de la floración de este año no tiene precedentes. Además, el hecho de que haya ocurrido dos veces en un mismo año es algo inédito en la historia del país. Estamos sorprendidos”, dice.
Existen sólo tres lugares en el mundo donde los clásicos desiertos florecen, Estados Unidos, Australia y Chile.
“Lo que ocurre aquí atrae a turistas europeos, estadounidenses y japoneses que vienen a fotografiar el paisaje y los alrededores. Pero nosotros, que tenemos esta bendición a un par de horas, no lo aprovechamos”, se lamenta Rodrigo Arcos, guía turístico de la zona.
“Es una experiencia única, que aprovechamos para registrar la dinámica del ecosistema, observar cuánto viven las flores y catalogarlas”, explica Rodrigo Arcos a Efe.
La alfombra multicolor “es un atractivo para los amantes de la naturaleza, un fenómeno que aún no termina de entenderse y que la ciencia no ha podido explicarlo completamente”, relata.
Nolanas de color celeste y lila, coloridas patas de guanaco, delicadas añañucas y las endémiccas garras de león aparecen al borde del camino en el recorrido entre Copiapó y Vallenar, a ocho horas de Santiago.
Tras las dramáticas consecuencias que tuvo el aluvión de marzo pasado y las nuevas lluvias de agosto, las autoridades aseguran que la región de Atacama ha logrado reactivarse en gran parte gracias al turismo.
Porque además del desierto florido, Atacama cuenta con parques nacionales, playas de aguas cristalinas, deslumbrantes paisajes cordilleranos y áreas naturales protegidas.
Gracias a estos atributos, la región está atrayendo visitantes interesados en explorar sus riquezas, lo cual ha permitido diversificar las formas de generar ingresos.
“El turismo es una oportunidad para proyectar la región desde el punto de vista económico y no seguir dependiendo de la actividad minera, como ocurre hasta ahora”, destaca el intendente (gobernador) de la región de Atacama, Miguel Vargas.
Esta región, que se dio a conocer mundialmente en 2010, cuando 33 mineros quedaron atrapados bajo tierra hasta ser rescatados 71 días después, figura ahora en la guía de viajes Lonely Planet como uno de los diez destinos para visitar este 2015.
Por eso, los lugareños esperan la llegada de unos 20.000 turistas atraídos por el desierto florido, un fenómeno que según los expertos se prolongará hasta el mes de noviembre.