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El gigante Deutsche Bank se derrumba en bolsa: ¿es el próximo Lehman Brothers?

Los mercados financieros europeos no ganan para sustos en lo que va de año. El último aviso lo ha dado Deutsche Bank, cuyas acciones perdieron un 10% el martes, se recuperaron ligeramente el miércoles y en la sesión del jueves han cerrado con una caída del 6%, perdiendo casi un 40% de su valor bursátil en lo que va de 2016. Las bolsas europeas se desploman por miedo a la banca, el Ibex ha cerrado con una caída del 4,9% y la bolsa alemana del 2,9%. Estas son algunas de las cuestiones más importantes que planean sobre el primer banco alemán y que profundizan el derrumbe bursátil.

¿Es Deutsche Bank el nuevo Lehman Brothers?

Probablemente sea exagerar, pero es verdad que Deutsche Bank es un banco de los llamados sistémicos, por su tamaño y centralidad en el sistema financiero. Además, al ser un banco de inversión está más apalancado, más endeudado y menos capitalizado, que otros. Y un tercio de su balance es el valor de mercado de sus derivados. Al mismo tiempo también es el banco “demasiado grande para quebrar” (too big to fail) por antonomasia, y existe el convencimiento de que el Gobierno alemán no sólo no lo dejará caer sino que no miraría con buenos ojos un intento de adquisición extranjero. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble dijo el martes que no le preocupa Deutsche Bank, pero los inversores no le hicieron caso y siguieron vendiendo.

¿Por qué cae Deutsche Bank en bolsa?

A Deutsche Bank no le han ido demasiado bien en los últimos años. Sus acciones llevan perdiendo valor a ritmo lento pero seguro desde 2009, cuando parecía que lo peor de la crisis financiera en Alemania había pasado (Alemania rescató sus bancos ya en 2008 por medio del SoFFin, un mecanismo parecido al FROB español). Sin embargo, Deutsche Bank ha tenido muchos problemas desde entonces, en particular legales ya que se ha visto envuelto en casi todos los escándalos internacionales de la banca de inversión, como por ejemplo la manipulación del Euríbor o del Líbor.

En sus recién publicadas cuentas anuales declaró pérdidas de casi 7.000 millones de euros como resultado de provisiones para hacer frente a posibles futuros gastos legales, así como de reconocer importantes deterioros en el valor de algunos activos. El banco está embarcado en un proceso de reestructuración de dos años para el que han fichado especialmente al actual consejero delegado, John Cryan, y en el que espera reducir plantilla en 35.000 personas en todo el mundo.

Las perspectivas del banco no son buenas porque su modelo de negocio de banca de inversión se enfrenta al entorno de bajos tipos de interés, a la desaceleración de China, o al posible impacto de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Los accionistas han perdido la confianza o la paciencia.

¿Por qué oscilan tanto las acciones?

Hay quien opina que es el momento de comprar acciones de Deutsche Bank, y los más atrevidos se lanzaron el miércoles a hacerse con lo que consideraban una ganga porque en realidad es un banco barato en comparación con otros. Pero Deutsche Bank ha hecho dos cosas que no han ayudado mucho, y se rumorea sobre una tercera que sí podría echarle un cable.

Lo primero fue publicar sendas cartas a los empleados del consejero delegado asegurando a la plantilla que el banco es “sólido como una roca”, y del director financiero diciendo que el banco tiene suficiente liquidez para pagar los intereses de sus ‘cocos’. Ninguna de las dos cartas impresionó a los inversores. Lo que sí pareció convencerlos fue el rumor de que el banco se prepara para una recompra de miles de millones de euros de sus propios bonos.

¿Cocos? ¿Qué es eso?

Los cocos u obligaciones convertibles contingentes son instrumentos híbridos -como las preferentes- de capital, muy apreciados por los supervisores porque permiten a los bancos financiarse más barato que emitiendo acciones. Hacen posible recapitalizar el banco automáticamente en caso de dificultades. Esto es así porque contienen cláusulas que convierten los cocos en acciones si se deteriora el capital del banco, o si el banco deja de pagar los intereses sobre ellos. Por eso es importante que Deutsche Bank asegure que puede pagar los intereses sobre ellos, aunque los inversores no se dejaron impresionar.

¿Y la recompra de bonos?

Eso sería una demostración de fuerza por parte del banco. Demostraría por una parte que le sobra liquidez, y es verdad que Deutsche Bank declara activos líquidos por valor de más de 200.000 millones de euros en sus estados contables. Se habla de recomprar la friolera de 50.000 millones de euros en bonos, comparable a su valor contable, más del doble que su capitalización bursátil, y entre un cuarto y un tercio de toda su deuda emitida.

También demostraría que está dispuesto a confirmar sus palabras con su dinero y recomprar sus bonos ‘senior’ porque cree que están baratos en el mercado secundario. Al reducir su deuda, haría el remanente más fácil de pagar, y mejoraría el precio de sus seguros de impago (CDS). Y la mejora de los CDS mejoraría el valor de las acciones. Parece que sólo el rumor ya sirvió para revertir el miércoles la caída sufrida por las acciones el martes pero no fue suficiente para contener las pérdidas en la sesión del jueves.

¿Y por qué cae de nuevo hoy?

No hay nueva información que lo justifique, así que quizás es la falta de información. El banco sigue sin confirmar oficialmente la recompra de bonos y los inversores se impacientan.

¿Y el resto de los bancos europeos?

Desde principios de año caen las bolsas de todo el continente arrastradas por sus bancos. Pero los inversores también están vendiendo bonos de bancos y gobiernos, y comprando seguros de impago (CDS). Esto quiere decir dos cosas: los inversores no se fían de los bancos, pero tampoco se fían de que los estados no los tengan que volver a rescatar. Parece que a los inversores no les acaba de convencer la tan cacareada unión bancaria, que se supone que iba a romper el círculo vicioso entre bancos y gobiernos.

Con el año nuevo entró en vigor una nueva Directiva Europea de Reestructuración y Resolución Bancaria que exige que, en caso de reestructuración de un banco antes de recapitalizarse con dinero público deben asumir pérdidas los accionistas, bonistas subordinados, y en algunos casos hasta los bonistas ‘senior’ o los depositantes por encima de la garantía de depósitos de 100.000 euros.

No habían pasado tres semanas desde la entrada en vigor de la nueva norma cuando se desplomaron en bolsa los bancos italianos. Siguieron cayendo durante dos semanas más incluso después de que el Gobierno italiano llegase a un acuerdo con las autoridades europeas de competencia sobre una especie de banco malo. Los inversores no se fían.

Pero para los bancos italianos había excusa: en el otoño se habían reestructurado cuatro pequeños bancos obligando a los bonistas subordinados a asumir pérdidas, y llevándose por delante a miles de preferentistas, como en España en 2012, con suicidio de un pensionista incluido.

Para lo que no había razón aparente es para lo de esta semana. El lunes caían fuertemente los bancos de toda la periferia -en especial los bancos griegos, que se supone que se habían recapitalizado en diciembre superando las expectativas más optimistas- y después los bancos de Centro Europa, con todas las miradas puestas en Deutsche Bank. Por eso podemos decir que la unión bancaria no funciona. Aunque hay quien le echa la culpa a los bancos centrales porque las políticas de tipos negativos y de recompra de bonos a la postre reducen los márgenes de intereses al reducir la diferencia entre los tipos de corto y de largo plazo.