Doble golpe del BCE a las empresas: les quita la fuente de financiación de sus compras de deuda y sube los tipos

Daniel Yebra

7 de mayo de 2023 22:02 h

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El Banco Central Europeo (BCE) está luchando contra la inflación en la eurozona en dos frentes: con las subidas de los tipos de interés oficiales (su herramienta más visible por su impacto en el encarecimiento de las hipotecas y del resto de préstamos) y con la extinción de las compras de bonos de deuda pública (de los estados) y corporativa (de las empresas no financieras) en los mercados, que es otra forma de aumentar los costes de la financiación.

Concretamente para las empresas, el golpe del BCE es doble. Por un lado, los bancos elevan el precio de los préstamos nuevos y de los que ya tengan y quieran refinanciar, y también endurecen los requisitos para pedirlos. Por otra parte, desaparece la fuente de financiación que ha supuesto la presencia del banco central en los mercados financieros 'creando' dinero y comprando bonos desde 2016, y con mayor intensidad desde 2020 como respuesta a la pandemia.

El objetivo final del BCE es ahogar a la economía para moderar así las subidas de precios. Además de deteriorar la capacidad de consumo y de ahorro de las familias y dificultar que los estados se endeuden para aumentar el gasto público, daña el margen de las empresas para invertir, crecer y, por tanto, para crear empleo.

La institución asume el riesgo de provocar una recesión económica, porque bajo el análisis de la política monetaria es más peligrosa una inflación durante mucho tiempo, que un periodo de caída de la actividad y de aumento del paro. El BCE admite no tener otras herramientas menos dolorosas para contener los precios.

De hecho, desde 2015, la bajada de los tipos de interés hasta el 0% y los programas de compra de deuda, que ahora está desandando, se lanzaron con el objetivo contrario: favorecer la recuperación y reducir el desempleo. Dentro del programa principal de adquisición de bonos (APP, por sus siglas en inglés) ha 'creado' alrededor de 350.000 millones de euros para comprar deuda de empresas privadas no financieras de la eurozona.

Ante el shock de la pandemia, el BCE intensificó esta forma de estimular a las compañías y a la economía en general, y diseñó un programa de emergencia (PEPP, por sus siglas en inglés) con el que ha comprado otros 46.000 millones de bonos corporativos, apuntándose su valor en su balance, que ha crecido y crecido en los últimos años, logrando una montaña de 'liquidez' que ahora trata de reducir.

Un 9% del dinero 'creado' ha llegado a empresas españolas

Cerca de un 9% del total de este dinero lo ha dedicado a empresas españolas. Los sectores más beneficiados han sido el energético (15%), las infraestructuras (10%), la automoción (8%) y las telecomunicaciones (7%). Las empresas “elegibles” por el BCE tienen que cumplir ciertos criterios: que no sean financieras (porque este sector participa de las propias medidas del BCE, y tiene medidas de estímulo propias), que sean de la eurozona, que sus emisiones de bonos sean en euros y según un rango de vencimientos que han ido cambiado desde 2016 y, por último, que tengan una calificación crediticia de las agencias de 'rating' (S&P, Moody's, DBRS o Fitch) entre los primeros niveles.

De nuestro país, el BCE tiene bonos de Ferrovial, Repsol, Cepsa, ACS, Naturgy, Telefónica, Cellnex, Acciona, las socimis Merlin, Colonial y LAR, FCC, Iberdrola o IAG (Iberia), entre otras de similar tamaño, es decir, del Ibex 35 o candidatas. Pero estas adquisiciones no han favorecido solo a estas grandes empresas 'elegibles'.

El propio BCE admite que el programa de compras de deuda coporativa “ha ayudado a que las empresas de toda Europa accedan más fácilmente al crédito, inviertan más y creen empleo y ha apoyado el crecimiento económico general”. El efecto de las compras de bonos ha sido directo para las empresas 'elegibles', porque la demanda de sus emisiones en los mercados ha estado garantizada por el banco central, y por ello han podido bajar el tipo de interés que ofrecían, llegando a reducir su coste de financiación a mínimos históricos.

El resto de empresas se han beneficiado también indirectamente. Porque la presencia o intervención del BCE en los mercados financieros ha empujado la demanda de los fondos de inversión, aseguradoras, bancos o particulares de los bonos 'elegibles' a sus bonos 'no elegibles', incluso aunque sean considerados de peor calidad o de más riesgo de impago. Es decir, también han conseguido rebajar el tipo de interés que tienen que pagar a sus acreedores. Pero no solo en los mercados, porque el efecto dominó de este proceso también ha mejorado la financiación bancaria, que es a la única a la que pueden acceder las empresas medianas y pequeñas.

El BCE deja de comprar bonos

Desde julio del año pasado, el BCE se ha ido retirando del mercado, mientras iba subiendo los tipos de interés oficiales, en el endurecimiento de las condiciones de financiación más agresivo de su historia. En lo que respecta a las empresas, la retirada ha consistido en dejar de comprar nuevos bonos corporativos, y solo reinvertir los vencimientos de los ya adquiridos hasta marzo de este año. Desde abril, solo reinvierte una parte. De esta manera, no ha 'creado' dinero nuevo, pero ha seguido utilizando el 'creado' previamente. En conclusión, su balance apenas se ha reducido la parte que ha dejado de reinvertir.

Sin embargo, en la última vuelta de tuerca, el pasado jueves, confirmó que tampoco reinvertirá los vencimientos de todos los bonos adquiridos bajo el programa APP. Ya solo lo seguirá haciendo con los del programa de emergencia (PEPP), al menos “hasta finales de 2024”. Así, las empresas ven cómo se extingue una fuente de financiación que ha sido crucial en los últimos años.

“La visión del banco central es que el mercado ha absorbido bien la disminución del APP implementada hasta la fecha, y merece la pena acelerarla en aras de drenar el exceso de liquidez, complementar la política de tipos y reducir el riesgo del balance del BCE”, explica Adrià Morron, experto de Caixabank Research.

El botón de emergencia

“Además, el Instrumento de Protección de la Transmisión [TPI, por sus siglas en inglés] está disponible para contrarrestar dinámicas de mercado desordenadas e injustificadas que supongan una grave amenaza para la transmisión de la política monetaria en todos los países de la eurozona, lo que permite al consejo de gobierno cumplir con mayor eficacia su mandato de estabilidad de precios”, destacó el BCE en su comunicado de este jueves.

Este TPI es una suerte de botón de emergencia con el que la institución podría desplegar nuevas compras de deuda ante probables colapsos. Una amenaza que principalmente existe en el sector financiero y sobre la que también apuntó, en referencia a los problemas de algunos bancos en Estados Unidos y en Suiza, que “el conjunto de herramientas de política monetaria está totalmente equipado para proporcionar apoyo de liquidez al sistema financiero de la eurozona si es necesario”. 

Señales de alerta

“Se necesita mucho tiempo para que las decisiones del BCE se transmitan a la economía real y, sin embargo, la última encuesta sobre préstamos bancarios de la institución ya muestra que está a punto de provocar una grave contracción del crédito, comparable con la situación de la crisis financiera mundial de 2008”, lamenta Jordi Schröder, investigador de Positive Money Europe.

En el mismo sentido y respecto a nuestro país, el Banco de España publicó este miércoles su encuesta sobre esta cuestión, en la que destaca que durante el primer trimestre tanto los criterios de concesión de préstamos como, especialmente, las condiciones generales aplicadas a los nuevos préstamos se habrían endurecido de forma generalizada por cuarto trimestre consecutivo. Y que a la par se ha producido una caída de la demanda de crédito.

Este viernes, la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, comentó que el BCE “empieza a apuntar” que se aproxima el final de la “fase alcista” de los tipos de interés, en la que ha habido una “rápida subida”, que ya está afectando a las condiciones crediticias y, sobre todo, a las familias con hipoteca o aquellas que quieren acceder a una, en especial a las familias jóvenes con hijos.

De momento, las economías de la eurozona resisten el golpe del BCE, especialmente la de nuestro país, por la fortaleza del mercado laboral, el crecimiento de los beneficios empresariales, el despliegue del Plan de Recuperación, las medidas 'anti crisis' del Gobierno y el tirón del turismo y del resto del sector exterior. El principal daño lo están sufriendo las familias en su poder de compra.

Esa resistencia del crecimiento económico y la persistente de la presión de la subidas de precios, sobre todo de la inflación subyacente o más estructural, son los principales factores en los que el BCE está basando su agresividad en el endurecimiento de las condiciones de financiación.

“En lugar de echar leña al fuego, el BCE debería haberse dado más tiempo para analizar con más detalle la velocidad y la profundidad de la transmisión de las rondas de subidas [de los tipos de interés] anteriores a la economía real, para evitar sobrepasarse y provocar una recesión profunda”, finaliza Jordi Schröder.

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