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Draghi se despide de la Eurocámara con una advertencia: “Nos enfrentamos a un enfriamiento económico más rápido y mayor de lo esperado”

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

No es que sonara a despedida. Es que ha sido una despedida en toda regla con aplausos, abrazos y selfies. El presidente del Banco Central Europeo ha comparecido ante la comisión de Economía de la Eurocámara por última vez antes de que venza su mandato el 31 de octubre y entregue el testigo a la francesa Christine Lagarde. Y hasta ha recibido una placa de regalo –entregada por la presidenta de la comisión, la italiana Irene Tinagli (PD/S&D) y ha posado para una foto de familia con los miembros de la comisión antes de su discurso.

Draghi, quien ha comparecido más de 30 veces ante el Parlamento Europeo, será recordado por un presidente del BCE empeñado en no dejar caer el euro durante la crisis, aunque fuera a través de políticas relativamente heterodoxas y tipos de interés hasta negativos. “Hemos cumplido nuestro mandato de obtener estabilidad de precios”, ha dicho Draghi, “lo que nos ha ayudado en afrontar la crisis económica”.

“El crecimiento del PIB se ha ralentizado más de lo previsto, y se debe a medidas proteccionistas y factores geopolíticos, que pesan cada vez más. Alemania es uno de los países más afectados por el enfriamiento industrial; no hay que confiarse, porque puede afectar al sector servicios”, ha alertado el presidente del BCE.

“Hay un riesgo de crecimiento en el futuro, seguirá habiendo declive, y en el contexto de esta debilidad, nos damos cuenta de que la inflación ha estado por debajo de lo previsto, sigue por debajo del 2%, y la subyacente sigue sin moverse en el 1%. Hay retraso en ajustar salarios a los precios, los precios están asumiendo los costes laborales sin afectar al consumidor”, ha afirmado Draghi.

Ahora el Banco Central Europeo (BCE) ha revisado a la baja 1 décima, hasta el 1,1 %, sus previsiones de crecimiento para el 2019, respecto al 1,2 % pronosticado en junio. La entidad también ha bajado sus pronósticos de crecimiento para el 2020, en dos décimas, hasta el 1,2 % (1,4 % previsto en junio), pero mantiene sus cálculos para el 2021 de un crecimiento del 1,4 %. El BCE ha revisado a la baja también sus pronósticos de inflación para los próximos dos años y prevé una tasa del 1 % en 2020 y del 1,5 % en 2021 (1,4 y 1,6 % respectivamente previsto en junio).

“Hace dos semanas nos enfrentamos a un enfriamiento más rápido de lo esperado en este ciclo de declive”, ha proseguido el presidente del BCE: “Necesitamos dar una respuesta monetaria clara, y hemos decidido medidas para que la inflación esté en torno a nuestro objetivo, con tipos de interés adecuados. Al bajar los tipos para los instrumentos de depósitos, alientan a las empresas, y a que los bancos presenten a la economía real”.

El BCE decidió bajar la tasa a los depósitos bancarios (facilidad marginal de depósito) en 10 puntos básicos, hasta el -0,50 %, “ante el debilitamiento económico de la zona del euro y la incertidumbre por las tensiones comerciales”.

Draghi ha recordado que deja inalterados los tipos de interés de referencia a los que presta a los bancos semanalmente en el 0% y que les seguirá prestando a un día al 0,25 % (facilidad marginal de crédito). También va a comprar de nuevo deuda de la zona del euro por valor de 20.000 millones de euros mensuales desde el 1 de noviembre y durante el tiempo que sea necesario “para reforzar el impacto expansivo de sus tasas de interés”.

El presidente del BCE, que desde marzo de 2015 y hasta finales de 2018 compró deuda pública y privada de la zona del euro por valor de 2,6 billones de euros, dijo que terminará las compras de deuda “poco antes de que comience a subir los tipos de interés”.

A la hora de extraer “lecciones” de sus ocho años de mandato, el italiano afirmó que una “mejor combinación política, incluyendo la fiscal, reformas estructurales y medidas prudenciales puede ayudar” a la política monetaria a lograr sus objetivos “más rápido y con menos efectos secundarios”.

En esta línea, Draghi recomendó a los países con margen fiscal que viven una ralentización (Alemania u Holanda, por ejemplo) que inviertan más; y a aquellos con altos niveles de deuda (Italia, Grecia o España), a llevar a cabo “políticas prudentes”.