Los españoles sufren la mayor pérdida de renta disponible en la OCDE desde la pandemia
Los españoles sufren la mayor pérdida de renta disponible en la OCDE desde la pandemia, según los datos recopilados por la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que la conforman 38 estados, hasta el tercer trimestre de 2022.
El shock de la COVID primero y después el doble golpe de la inflación y las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) han elevado el daño a los ingresos reales de los hogares a casi el 8% desde el cuarto trimestre de 2019.
La renta disponible de las familias de nuestro país -incluye salarios, pensiones, las ganancias financieras o la facturación de los autónomos, después de pagar impuestos- se ha visto especialmente lastrada precisamente por la caída de los ingresos por cuenta propia, según la OCDE.
“El ingreso familiar real per cápita superó los niveles previos a la pandemia de COVID-19 en el tercer trimestre de 2022 en todos los países de la OCDE para los cuales hay datos disponibles, excepto República Checa, Dinamarca, Finlandia, Portugal, España y el Reino Unido”, destaca la organización.
Portugal y España registraron grandes caídas de este indicador de la riqueza de los hogares en la primera mitad de 2020 por el peso de sectores relacionados con los servicios y especialmente con el turismo, y se recuperaron lentamente a partir de entonces. Mientras que, en contraste, “en la mayoría de los países de la OCDE se observó un crecimiento sólido después de la crisis inicial relacionada con la pandemia”.
La recuperación de estos sectores más afectados por las restricciones por la COVID, sostenidos por los ERTE o las distintas ayudas en pandemia, se ha visto condicionada por la inflación disparada y el incremento de los costes el pasado año, en el que finalizaron las restricciones, por la invasión rusa de Ucrania.
Por otra parte, las subidas de precios amenazan directamente el poder adquisitivo de las familias. De hecho, daña sobre todo la capacidad de compra de los más vulnerables, que dedican una mayor parte de sus ingresos a energía y alimentación, lo que más ha subido en los últimos meses.
El Gobierno ha aliviado este daño de la inflación con distintas medidas, como el tope al gas, el descuento a los carburantes, las bajadas de impuestos en la energía, la subida del IMV; o con el cumplimiento de la revalorización de las pensiones según el IPC o de la mejora del SMI.
Pero los aumentos de los salarios en general se han quedado muy atrás de la inflación en 2022. Ahora, las mayores preocupaciones se centran en los hipotecados y en los supermercados. Mientras las grandes empresas, y principalmente energéticas y bancos, han presentado importantes incrementos de beneficios.
El dique de contención para los hogares sigue siendo la fortaleza del mercado de trabajo, y la menor precariedad, tras la última reforma laboral. La renta disponible se ha encogido, aunque por primera vez en una crisis, no se ha destruido empleo masivamente.
Los datos de la OCDE no regogen la desinflación del cuarto trimestre de 2022, ni la resistencia de la actividad económico en conjunto, con un crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto) que sorprendió al alza y se fue al 5,5% en el ejercicio, respecto a 2021. Esto implica una menor pérdida de la renta disponible.
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