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El estrés y la presión ganan protagonismo en los riesgos laborales

El estrés, la carga de trabajo, la presión, las exigencias contradictorias, tener unas funciones de trabajo poco claras o la inseguridad en el empleo son algo más que un asunto sobre el que desahogarse al llegar a casa del trabajo. Son ejemplos concretos de los riesgos psicosociales que pueden sufrir los trabajadores y que se agravan con los despidos y las reducciones de plantilla. Un caso reciente de hasta qué punto deben las empresas tomarse en serio estos factores es una sentencia del Tribunal Supremo que condena a Caixabank a realizar correctamente una evaluación de riesgos psicosociales y a adoptar medidas que los corrijan.

La decisión del Supremo da la razón a Comisiones Obreras, que denunció que la empresa utilizó un método incompleto para evaluar los riesgos psicosociales. Los representantes de los trabajadores no pudieron, además, participar en el proceso. La sentencia condena a Caixaban a “realizar correctamente una evaluación de riesgos laborales de origen psicosocial” y que, una vez identificados, “se adopten las medidas correctoras y eliminadoras de los mismos”. El Supremo también habla de planificar y aplicar medidas preventivas.

CCOO considera que esta decisión judicial es de suma importancia en un momento en que “la presión sobre las plantillas del sector no cesa e incluso se incrementa con las consiguientes consecuencias negativas sobre su salud”.

El estrés está detrás de la mitad de las jornadas laborales perdidas, según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo. “Los riesgos psicosociales se derivan de las deficiencias en el diseño, la organización y la gestión del trabajo, así como de un escaso contexto social del trabajo, y pueden producir resultados psicológicos, físicos y sociales negativos, como el estrés laboral, el agotamiento o la depresión”, dice el organismo.

La coordinadora del grupo de salud laboral en el trabajo del Colegio de Psicólogos, Elisa Sánchez, confirma que una de las grandes causas de absentismo está relacionada con el estrés, los conflictos, el liderazgo o el tiempo y organización del trabajo. Sánchez opina que muchas empresas piensan demasiado a corto plazo y no tienen en cuenta estos riesgos psicosociales: “No son conscientes de la importancia que tiene que un trabajador esté a gusto en su puesto de trabajo, por su salud pero también por la productividad de la propia empresa”.

La sentencia de Caixabank es solo un ejemplo. Otras han calificado infartos e incluso suicidios como accidentes de trabajo por su relación con el estrés y hay casos de empresas condenadas por no evitar el acoso psicológico o sexual al que fueron sometidas personas de su organización.

El síndrome del superviviente

Los despidos y las reducciones de plantilla no solo tienen consecuencias para las personas que pierden su puesto de trabajo, también para los trabajadores que se quedan. El llamado síndrome del superviviente, que aparece en lugares donde se han llevado a cabo grandes ajustes, está cobrando relevancia. El Observatorio de Salud Laboral de UGT lo describe de esta forma: “Los individuos que conservan su empleo sufren estrés, además conlleva sensaciones de incertidumbre, cólera, culpa y desconfianza. Se sienten al mismo tiempo contentos por tener empleo y culpables de que sus compañeros de trabajo hayan sido despedidos”.

Las reducciones de plantilla se están convirtiendo, por tanto, en otro riesgo psicosocial a tener en cuenta. La presión en el trabajo suele aumentar después de estos procesos porque las personas que conservan su empleo tienen que asumir en muchos casos las tareas de sus antiguos compañeros.

Tal y como explica UGT, la pregunta de “¿seré yo el siguiente?” puede ocasionar miedo, ira, tristeza, depresión, episodios de angustia o pérdida de motivación y compromiso.

Los riesgos psicosociales son tomados cada vez más en cuenta por las grandes empresas. En junio del año pasado, el Corte Inglés anunció que iniciará una evaluación de riesgos psicosociales a las plantillas de seis de sus centros en Madrid: Ayala, Castellana, Goya, Preciados-Callao, Princesa y Serrano. En total, cerca de 7.000 trabajadores se someterán a exámenes que buscan conocer el impacto en su salud de las nuevas condiciones de trabajo.