Un estudio de CaixaBank Research concluye que la factura eléctrica de los hogares españoles fue en 2021 “similar” o incluso inferior a la de 2018. La conclusión del informe, basado en el análisis de los recibos de la luz domiciliados por unos 2 millones de clientes particulares de la entidad, está en línea con la promesa que realizó en septiembre Pedro Sánchez.
El presidente del Gobierno prometió, en vísperas de la aprobación de un plan de choque para mitigar el impacto en el recibo de la subida exponencial del mercado mayorista de electricidad, que “al final de año los ciudadanos habrán pagado de media en su factura lo mismo que en 2018 gracias a la intervención del Ejecutivo”. Según ese estudio recién publicado, “a lo largo de 2021 el importe del recibo de la luz mediano fue bastante similar al del año 2018, año prepandemia” en el que los precios en el mercado mayorista, recuerda, fueron “similares a los del primer semestre de 2021”.
La explosión del conocido como pool llegó en el segundo semestre del año pasado, espoleado por la disparatada subida del gas natural en los mercados internacionales, que se ha relajado algo en las últimas semanas pero sigue en niveles históricamente altos. Las medidas adoptadas por el Ejecutivo (rebaja del IVA de la luz, suspensión temporal del impuesto de generación eléctrica, drástico recorte de la parte regulada del recibo…) permitieron amortiguar el golpe. Una de ellas (la rebaja de los llamados cargos) ha decaído parcialmente desde este mes de enero, mientras que las rebajas fiscales se han prorrogado, por ahora, hasta la primavera.
“Las medidas gubernamentales han tenido impacto, aunque no han llegado a todos igual”, resume en conversación telefónica Josep Mestres, economista en la unidad de Economía española de Caixabank Research y coautor del estudio junto a Alberto Graziano, senior data scientist de la Unidad de Análisis sectorial.
En su análisis, ambos han tenido en cuenta no una media aritmética, sino la mediana: un valor numérico que separa la mitad superior de un conjunto de la mitad inferior y que suele utilizarse para comparar magnitudes muy dispersas entre sí.
“Hemos elegido la mediana porque está menos influenciada por valores extremos, tanto de bajo como de alto importe, y refleja mucho mejor la situación”, explica Mestres. “Sería el recibo más típico de un hogar”, añade.
Los autores solo han tenido en cuenta aquellos clientes domésticos (ni autónomos ni pymes) que no han cambiado de tarifa regulada a la libre a lo largo del tiempo y que las facturas (que en España pueden ser mensuales o bimestrales) tuvieran la misma periodicidad durante todo el año. Según el estudio, en el acumulado de 2021 el recibo de la luz mediano (la mitad de los hogares pagaron un importe menor y la otra mitad uno mayor) se situó en 743 euros, un 0,6% por debajo de los 748 euros de 2018. Teniendo en cuenta la inflación, la caída fue del 5,1%.
Son cifras diferentes a las que facilitó el Gobierno a final de año. Entonces, el Ejecutivo cifró el efecto de sus medidas en un recorte de unos 84 euros en la factura anual, dejando el recibo de 2021 en un promedio (en este caso, una media basada en todas las tipologías de consumidores domésticos) de unos 613 euros, frente a los 608 euros de 2018 y los 696 euros a los que habría ascendido sin las decisiones adoptadas.
Según los investigadores de Caixabank, en el primer trimestre del año pasado, el recibo mediano fue de 68 euros mensuales, igual que en 2018. Pero en el cuarto trimestre de 2021, tras las medidas del Gobierno, fue de 60 euros, un 3,6% menos que en el mismo periodo de 2018. Esto, a pesar de que en los últimos meses de 2021 el pool batió todos los récords. El último hasta ahora se registró la víspera de Nochebuena, al superar el megavatio hora en el mercado mayorista los 383 euros en media diaria. 2021 fue el año con el pool más caro de la historia, con una media de 111,4 euros por MWh, frente a los 57 euros/MWh de 2018. Ese año nunca estuvo por encima de los 80 euros.
La subida en la tarifa regulada
Eso sí, el resultado de este análisis de las facturas domésticas, como era de esperar, “cambia radicalmente” en función de la tipología de contratos, como indica el estudio. Y es que esta escalada, y así lo reconoció el Gobierno tras la promesa de Sánchez, ha tenido un reflejo directo en los consumidores acogidos a la tarifa semirregulada del precio voluntario al pequeño consumidor (PVPC), en el que están algo menos del 40% de los suministros de baja tensión (hogares y muchas pymes) y que, en muchos casos, han pagado más que en 2018 y que en ningún otro año.
Estos contratos tradicionalmente han sido los más baratos. Pero han sido los grandes perjudicados por la subida del mercado mayorista: en ellos el coste horario de la energía está directamente referenciado al del pool y recoge de inmediato sus fluctuaciones. Estos contratos son también los que explican en buena medida que el IPC se haya disparado en el último trimestre de 2021, porque son los que ha tomado como referencia hasta ahora el INE para medir la inflación. Una metodología que tiene los días contados.
Así, según el estudio de Caixabank Research, en el mercado regulado el recibo mediano ascendió en el último trimestre de 2021 a 54 euros mensuales, un 13% más que en 2018, un 28% más caro que en 2019 y un 32% más caro que en 2020, cuando el pool se hundió por la pandemia. En función del importe de las facturas, “en los percentiles más bajos vemos caídas que seguramente están relacionadas con perceptores del bono social; y en la mediana y sobre todo en importes altos vemos incrementos muy importantes”, resume Mestres.
En cambio, en el mercado libre, el recibo “desciende siempre, para recibos de importe pequeño y alto”. En esta modalidad de contratos el recibo mediano se situó en el cuatro trimestre de 2021 en euros, un 16% más barato que en 2018, un 18% más económico que en 2019 y un 14% por debajo del de 2020.
Si se analiza el importe del recibo, en el mercado libre este disminuyó de forma generalizada en el último trimestre de 2021, “tanto los de menor como los de mayor importe”. El recibo del percentil más bajo (25 euros) fue en el mercado libre un 21% inferior al de 2018, y el del más alto (142 euros), un 12% inferior al de 2018.
Como señalan los autores del estudio, “estas marcadas diferencias se deben a que, en el mercado libre, los precios de la energía son fijos por el periodo establecido en el contrato y solo se actualizan cuando este se renueva, por lo que las rebajas impositivas han beneficiado a los hogares que tienen este tipo de contrato. En cambio, en el mercado regulado los precios de la energía son variables y cambian cada día y hora (corresponden al llamado precio voluntario para el pequeño consumidor, o PVPC), por lo que los aumentos de precios se han trasladado más rápidamente a la factura y han sido superiores a la rebaja impositiva”.
En el mercado regulado, además, “los recibos de mayor importe están más perjudicados por el encarecimiento de la energía”. En el percentil más alto (119 euros), fueron un 22% más caro que en 2018, un encarecimiento muy superior al del recibo mediano regulado. En contrapartida, la rebaja temporal de precios para los beneficiarios del bono social (de hasta el 70%) se observa en los recibos de menor importe: el recibo del percentil más bajo en el último trimestre (18 euros) fue un 18% menor al del 4T 2018.
Pero aquí hay unos grandes olvidados: los hogares vulnerables que tienen calefacción eléctrica y cuyo consumo es superior a los topes que subvenciona el bono social. Varias organizaciones sociales reclamaron suprimir temporalmente esos topes hace unas semanas en vísperas de la llegada del invierno. Se han dado casos como los de una mujer de 85 años de Maó (Menorca) con calefacción eléctrica y el máximo descuento del bono social que en diciembre pagó una factura de 164 euros, muy por encima de los 140 euros que cobra de pensión mensual.