Mientras hace una semana saltaban las alarmas tras el desembarco en Mallorca de más de un millar de coches de alquiler –Baleares tiene la mayor ratio de vehículos por persona, 909,5 por cada 10.000 habitantes– en previsión de una temporada alta con llegada masiva de turistas al archipiélago, la hostelería y otros negocios como el de la restauración no las tienen todas consigo. Convertida en uno de los sectores más golpeados por la pandemia del COVID, la industria turística acoge con optimismo su ansiada recuperación, pero con el escollo de no poder cubrir el cien por cien de sus plantillas y el temor a que, con ello, la reactivación se vea ralentizada.
Ya lo advirtió a principios de año el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés): en España, la oferta laboral disponible no puede satisfacer la demanda requerida. De hecho, según los datos del organismo internacional, ya en el segundo semestre de 2021 la escasez de empleados se elevó a los 93.000, equivalente a uno de cada once puestos de trabajo, una situación que, sobre todo, se hace patente en los ámbitos del alojamiento y los servicios de alimentos y bebidas. A lo largo de 2022, con el foco puesto en la próxima temporada, el pronóstico del WTTC tampoco es halagüeño: se espera que el mercado laboral continúe ajustado, con una escasez media de 16.000 trabajadores.
En su informe de perspectivas turísticas de enero de este año, la Alianza para la Excelencia Turística (Exceltur) aludía, asimismo, a la “preocupante” dificultad por encontrar trabajadores formados en los territorios en los que la pandemia ha tenido una duración más prolongada. Y es que, como apunta el lobby turístico, una parte del segmento de trabajadores con mayores oportunidades laborales ha optado por reciclarse a otros sectores de actividad menos afectados que el turístico por el parón de actividad.
En Baleares, donde unas 10.000 empresas del sector turístico emplean a unos 130.000 trabajadores –según datos de CCOO–, la falta de mano de obra, sobre todo cualificada, ha comenzado a resentirse en establecimientos hoteleros alejados de los principales núcleos de población, donde la oferta de vivienda es escasa y los alquileres se disparan ya antes de la llegada del verano. “Falta vivienda para los trabajadores que vienen cada año. Con el boom del alquiler vacacional, casi toda la vivienda que los propietarios dedicaban antes a alquilar a los trabajadores ahora es arrendada por turistas. Al casero le sale mucho más rentable”, comenta, en declaraciones a elDiario.es, el secretario de la Federación de Servicios, Movilidad y Consumo (FeSMC) de UGT Baleares, José García Relucio.
Precios de hasta 700 y 800 euros por habitación
No es una situación nueva en el archipiélago balear, que desde hace años acusa una creciente escalada de los precios de la vivienda, motivada, entre otras causas, por la pujanza del alquiler vacacional. Las cifras prohibitivas en torno a las cuales se mueve el mercado del alquiler, principalmente en las Pitiusas (Ibiza y Formentera), con precios de hasta 700 y 800 euros por habitación, alejan de las islas a los potenciales trabajadores de la hostelería, principalmente a camareros y cocineros. Los residentes no lo tienen más fácil: según el reciente estudio ‘Relación de salarios y vivienda en alquiler en 2021’, publicado por Fotocasa e Infojobs, el ciudadano balear medio tuvo que dedicar el 49% de su salario bruto mensual (1.965 euros) al pago del alquiler de su vivienda, cuyo precio se situó en 11,98 euros por metro cuadrado.
García Relucio se muestra tajante: “Se ven barbaridades inimaginables. Con un sueldo medio, ¿qué te queda para comer? Estamos hablando de trabajadores pobres, personas que tienen trabajo pero no llegan ni a final de mes”.
El representante sindical señala que se trata de una problemática que se acentúa, sobre todo, en hoteles, restauración, cafeterías y ocio nocturno ubicados en zonas donde el acceso a la vivienda es imposible. “Como en las películas del oeste, allí no llega la Ley. Hay mucha más libertad a la hora de incumplir el convenio y explotar a los trabajadores”. No en vano, señala que, en este sentido, Semana Santa “fue un desastre: abuso en la contratación, horas extras sin compensación, menos días libres de los correspondientes, mucha más carga de trabajo... No quiero ni imaginarme lo que pueda pasar en julio y agosto”.
Como precisa, se trata de circunstancias menos visibles en núcleos como Palma, Playa de Palma, Calvià o Alcúdia dado que allí “la gente tiene una vivienda” o cuesta menos encontrarla. Al margen de ello, subraya que “mandan mucho las condiciones: si tú le dices a un trabajador ‘te voy a hacer un contrato de un máximo de seis meses, de mayo a octubre, y en cuanto pueda te quito días libres, hoy te quedas más tiempo y al final ni te retribuyo las horas ni te doy descansos compensatorios’, acaban rechazando venir de la península porque el 70% del salario se va al alquiler”.
Sobre ello, la secretaria general de la Federación de Servicios de CCOO de Baleares, Silvia Montejano, señala que ya en 2021, debido a la pandemia y a que la temporada turística fue más corta, muchos de los trabajadores que habitualmente se trasladaban al archipiélago optaron por quedarse en sus lugares de origen ya que habían encontrado empleo “en otros sectores que les compensa más”, como la construcción o el comercio, que durante la pandemia continuaron teniendo actividad “mientras el turismo se encontraba parado”. Una situación que no es diferente a la de 2022, con el agravante de que esta problemática ya comenzó a detectarse en Semana Santa.
“Alta estacionalidad, elevada carga de trabajo”
“En verano, la alta estacionalidad que padecemos en Baleares hace que las cargas de trabajo sean muy elevadas. ¿Qué ocurre? Las empresas no dicen: ‘Vamos a coger menos clientes y a atender un menor volumen de trabajo’. En las islas, en los meses fuertes de verano, esto siempre sucede, las plantillas nunca están bien dimensionadas, pero es que este año el problema ya se ha visto en Semana Santa y nos preocupa que esta sobrecarga de trabajo también se produzca en los meses pico”, confía Montejano.
En estas circunstancias, la representante sindical augura que “va a ser complicado tener trabajadores suficientes este año para hacer frente al volumen de actividad que se espera en verano” y asevera que, en un escenario como el actual, “solo cabe previsión y respeto por la normativa laboral y su cumplimiento y responsabilidad para hacer frente a la temporada turística”, que se espera que alcance niveles de llegadas similares a los de 2019, año en que visitaron Baleares hasta 16,45 millones de turistas y se registró un récord histórico en gasto, con 16.510 millones de euros.
Los hoteleros, por su parte, afirman que se trata de una situación que se está viviendo en toda España, no solo en Baleares y tampoco de forma exclusiva en el sector turístico y, específicamente, hotelero. En el caso de las islas, admiten que este año se ha acrecentado la escasez de trabajadores debido a que durante los dos últimos años “no se ha producido un llamamiento tan importante” de empleados, especialmente de los procedentes de la península, a causa de la pandemia. Tal como señalan desde la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), “penaliza mucho la vivienda”, un fenómeno que, precisan, también está afectando a otros trabajadores como policías y sanitarios, principalmente en Ibiza.
Una de las principales cadenas hoteleras asentadas en Mallorca, RIU, señala que la carencia de mano de obra para cubrir las necesidades de la temporada turística “en el fondo es un problema viejo que quizás ahora se esté notando un poco más”. No obstante, precisa que, en su caso, al situarse todos sus establecimientos en Playa de Palma, uno de los principales focos turísticos de Mallorca y destino predilecto de los visitantes alemanes, situado además entre dos importantes enclaves como Palma y Llucmajor, “con mucha oferta residencial”, la empresa no se está viendo perjudicada por la carencia de empleados.
Y es que, como señalan desde RIU, los hoteleros y restauradores que “lo tienen más difícil” son aquellos cuyos establecimientos se encuentran en zonas donde “los alquileres son muy caros, hay poca oferta de vivienda y las distancias no te permiten ir y venir. Y cuanto más pequeña es la isla, peor, como le sucede a Formentera”. Para paliar este problema, la cadena presidida por Luis y Carmen Riu tiene dispuestas en la Pitiusa menor más de 200 plazas para empleados en bloques donde los jefes de departamento cuentan con un apartamento privado y el resto de trabajadores comparten vivienda.
Fuentes de la compañía aseguran que la escasez de empleados no se está enfrentando como una crisis nueva y recuerdan, de hecho, que 2021 sí se vio especialmente afectado por estas circunstancias: “El año pasado fue muy difícil completar los equipos de cocina. Son perfiles demandados que al final acaban yéndose al mejor postor”.