Washington, 4 feb (EFE).- La escasez de chips para el sector del automóvil ha forzado a Ford a anunciar este jueves una nueva reducción de la producción de su vehículo estrella, la camioneta “pickup” F-150, con la eliminación de dos turnos de trabajo en su planta de montaje en Dearborn y de uno en la de Kansas City, ambas en Estados Unidos.
A finales de enero, Ford ya se vio obligada a reducir la producción en estas dos plantas por la misma razón. Además, ha eliminado dos turnos de trabajo en su terminal de montaje de Chicago, donde se producen los modelos de todocaminos SUV Ford Explorer y Lincoln Aviator.
Estos son algunos de los vehículos más rentables de la compañía, lo que impactará en la cuenta de resultados de Ford. F-150 es el vehículo de más ventas en Estados Unidos desde hace más de tres décadas.
En 2019, Ford vendió 896.526 unidades de la Serie F en Estados Unidos, de la que la camioneta F-150 es el modelo estrella, y generó alrededor de 42.000 millones de dólares de ingresos. El año anterior, en 2018, comercializó 909.330 unidades de la Serie F y los ingresos se situaron en torno a los 41.000 millones de dólares.
Ford señaló que la reducción de los turnos de trabajo se iniciará el 8 de febrero y durará una semana, porque prevé que la producción de la F-150 vuelva a la normalidad el 15 de febrero.
Ayer, General Motors (GM) anunció que suspenderá la producción de tres plantas en Estados Unidos, México y Canadá ante la escasez de chips, que son producidos en Taiwán, para el sector mundial del automóvil.
Las plantas de GM afectadas por la suspensión temporal son las de Fairfax (EE.UU.), que produce los vehículos Cadillac XT4 y Chevrolet Malibu; San Luis Potosí (México), que fabrica los Chevrolet Equinox, Chevrolet Trax y GMC Terrain; e Ingersoll (Canadá), donde también se manufactura el Chevrolet Equinox.
La falta de chips para el sector es consecuencia de la reducción de la producción de automóviles durante los primeros meses de la pandemia, cuando las plantas de montaje de los principales fabricantes suspendieron actividades en sus factorías para evitar la transmisión del coronavirus SARS-CoV-2.
A esto se ha sumado el aumento de la demanda de chips por otros sectores económicos, por lo que los fabricantes de Taiwán trasladaron gran parte de su producción a cubrir las necesidades de otras empresas.