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Francia y Alemania negociarán por su cuenta las nuevas reglas fiscales antes de pactarlas con los 27

Irene Castro

Luxemburgo —
17 de octubre de 2023 11:07 h

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Francia y Alemania cogerán las riendas de la negociación del nuevo Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que es uno de los expedientes fundamentales que tienen los 27 sobre la mesa durante la presidencia española del Consejo de la UE, a la que corresponde pilotar las conversaciones. “Propondré continuar avanzando mano a mano entre Francia y Alemania. Todo el mundo sabe que al final un acuerdo sobre las nuevas reglas del Pacto de Estabilidad pasan por un acuerdo francoalemán”, ha expresado el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, a su llegada a la reunión con sus homólogos europeos en Luxemburgo.

La intención del francés y su colega liberal alemán, Christian Lidner, es avanzar en la negociación entre esos dos grandes países, que son los que encabezan los principales grupos en disputa y, a partir de ahí, poner sobre la mesa las bases para un acuerdo que pueda servir al conjunto de los 27. Esa posición supone pasar por encima de la vicepresidenta primera española, Nadia Calviño, que es a quien corresponde pilotar esas negociaciones. Por el momento, España puso sobre la mesa una propuesta que no ha logrado acercar suficientemente las posiciones.

“Hemos hablado con Christian Lindner y seguiremos trabajando con Christian Lindner en las próximas semanas para tratar de llegar a un acuerdo francoalemán que podría servir de base a un acuerdo más global”, ha expresado el ministro de Emmanuel Macron.

De hecho, el francés ha cogido las riendas al plantear un “calendario claro” que pasa por que los ministros hagan “avances” en la discusión que llevan a cabo este martes en la reunión del Ecofin y que en la cita del 9 de noviembre haya “avances concretos” para poder tener un acuerdo antes de que acabe el año, aunque es un objetivo complicado dado que, después de que los 27 lleguen a una posición común, comenzarán las negociaciones con la Eurocámara y la Comisión.

Calviño trató de restar importancia al paso de sus colegas. “Apoyo y aliento todos los intercambios que puedan aportar un enfoque constructivo”, afirmó tras asegurar que la presidencia española hasta ahora ha llevado a cabo conversaciones en “diferentes formatos”, entre los que ha citado “reuniones formales e informales”, negociaciones bilaterales, en grupos reducidos...

Le Maire también ha planteado un “método” de negociación que pasa por tener en cuenta principalmente el indicador de la deuda. Así, ha dicho que lo importante no es sólo que sea lo más baja posible sino que “el objetivo es tener un nivel sostenible, compatible con el crecimiento y las inversiones”. “Las iniciativas franco-alemanas suelen ser aceptables para muchos estados miembros porque aunamos los mismos valores y el mismo compromiso por la unidad europea”, ha señalado a su salida el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, que ha reconocido que tienen “perspectivas diferentes” por ahora pero que están trabajando en una aproximación “común”.  

Uno de los principales choques entre Alemania y Francia es que los primeros quieren que haya un porcentaje común de reducción de la deuda cada año del 1% mientras otros países, entre ellos Francia, apuestan por fomentar las inversiones que puedan estimular la economía. La idea de la Comisión Europea precisamente es fijar sendas de ajuste fiscal para cada uno de los estados miembros, pero los frugales desconfían de que el gobierno comunitario sea el único árbitro que controle la situación.

“No hay consenso en la regla de oro”

En el debate sobre la revisión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento previsto para la reunión del Ecofin sólo ha intervenido el ministro italiano, Giancarlo Giorgetti, que ha defendido que se debe equilibrar la “garantía de la estabilidad fiscal y la preservación del crecimiento económico”. “La nueva disciplina presupuestaria debe ir hacia una consolidación gradual y sostenible. Solo así puede ser creíble y plenamente aplicable”, ha defendido el italiano, que apuesta por que las “las reglas presupuestarias no puedan ignorar” los compromisos de inversiones “adquiridos en los planes de recuperación”. Para ese tipo de gastos, Italia quiere un trato favorable en el futuro corsé fiscal, al igual que varios países, especialmente del este, han presionado para que el incremento del gasto en Defensa sea un atenuante en el caso de que sea la causa de un procedimiento de déficit excesivo. 

“No hay consenso respecto a la llamada regla de oro”, ha afirmado al acabar la reunión el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, que ha recordado que la propuesta de Bruselas ya prevé algunos “incentivos” para inversiones que estén “en línea con las prioridades europeas” en los planes de ajuste, que serán de cuatro años prorrogables hasta siete.

Pilotar las negociaciones en el seno de los 27 corresponde a la presidencia española. Calviño pretendía poner sobre la mesa de los ministros una propuesta de texto legislativo este mes, y en su caso aprobarlo, pero ha sido imposible. Ahora tampoco se atreve a aventurar si la propuesta que aspira a formular en la reunión del 9 de noviembre saldrá aprobada. “Estamos determinados a tener un acuerdo antes de que acabe el año”, se ha limitado a decir la vicepresidenta primera: “Intensificaremos nuestro trabajo político y técnico en varios formatos para construir puentes y consensos para tener unas normas que aseguren reducción sostenible de la deuda, la sostenibilidad presupuestaria y que podamos seguir invirtiendo para formentar la competitividad en Europa”. 

Lo que sí han logrado los 27 es cerrar un acuerdo para impulsar la reforma del mercado eléctrico. Todos los ministros de Energía, a excepción del húngaro que se ha abstenido, han secundado el texto que finalmente cumple las exigencias de Francia respecto a la energía nuclear. El visto bueno permite ahora iniciar las negociaciones con el Parlamento y la Comisión Europeo, que se activarán este mismo jueves, según ha anunciado la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera. La pretensión es que el nuevo funcionamiento del mercado eléctrico, que la UE decidió reformar en plena crisis energética esté lista antes de que acabe el año.