Francisco González (BBVA) sobre Bankia: “La contabilidad es un chicle”

Los dos banqueros más poderosos del país, Emilio Botín, presidente del Banco Santander, y Francisco González, de BBVA, criticaron de manera rotunda el plan de Rodrigo Rato para salvar Bankia. El plan original del exvicepresidente del Gobierno limitaba a 7.000 millones de euros la inyección de capital público necesaria para salvar la la entidad, una cifra que los dos banqueros elevaron a entre 15.000 y 20.000 millones de euros en sus conversaciones con Luis de Guindos antes del rescate de la entidad. Así lo han declarado ante el juez Fernando Andréu, instructor del caso Bankia, que los había citado esta mañana como testigos. Los dos financieros se quedaron cortos: la inyección final fue de 22.424 millones de euros. El contrapeso en las negociaciones lo realizó Isidro Fainé, presidente de Caixabank, que apoyó la estrategia diseñada por el exgerente del FMI y expresidente de Bankia.

Francisco González fue el más crítico con la gestión de Rato al frente de la entidad, que presentó las cuentas de 2011 con unos beneficios de más de trescientos millones de euros que se convirtieron después en más de 3.000 millones de pérdidas. El presidente del BBVA ha dicho que con la complicada situación económica del país y la desconfianza internacional no eran creíbles los primeros resultados. A preguntas de una de las acusaciones sobre cómo era posible que Bankia presentara esta diferencia en las cuentas, el banquero gallego sentenció: “la contabilidad es un chicle”.

¿Por qué se negaba Rato a aceptar más dinero?, le inquirió otro de los letrados presente en el interrogatorio, a lo que el presidente del BBVA contestó que, en su opinión, si el Gobierno hubiese aprobado el plan de Rato, éste hubiese tenido la posibilidad de continuar al frente de la entidad. González señaló que ya en febrero y marzo de 2012 la desconfianza internacional con Bankia era enorme y había multitud de informes de bancos de inversión que decían que el plan de Rato era claramente insuficiente. “No se han atacado los problemas a tiempo”, concluyó.

Los tres banqueros fueron convocados los días 4 y 6 de mayo de 2012 por Luis de Guindos, ministro de Economía, para abordar el futuro de la entidad. Al encuentro asistió también Rodrigo Rato, que dimitió al día siguiente. El ministro prescindió de la presencia de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, que había dado el visto bueno al plan de 7.000 millones presentado por Rato. El juez Andréu quería saber qué se habló en aquella reunión sobre el futuro de Bankia, que pocos días después fue intervenida por el Estado.

Emilio Botín fue más suave que su compañero y rival González en las críticas, aunque el análisis y el relato que hizo al juez de la reunión con el ministro De Guindos fue coincidente. “Bankia necesitaba una ayuda masiva”, que cifró en torno a lo 15.000 millones de euros. El presidente del Banco de Santander dijo que en las reuniones con el ministro de Economía, éste pidió a Rato otro plan complementario al que había presentado. Tanto él como González e Isidro Fainé manifestaron que no pidieron la dimisión de Rato. Pero, además, reconocieron que ni este anunció que fuese a dimitir, y tampoco tuvieron la impresión de que fuera a hacerlo, menos aún al día siguiente. Isidro Fainé fue el único que apoyó el plan de Rato, que consideró “coherente”. También confirmó que Caixabank valoró en su momento una posible fusión con Bankia que finalmente no llegó a buen puerto.

La entrada y salida de los banqueros de la sede de la Audiencia Nacional se produjo entre gritos de decenas de afectados por las participaciones preferentes y su conversión en acciones de la entidad. La Policía ha efectuado un notable despliegue en previsión de incidentes con tres furgones de las Unidades de Intervención Popular (UIP) y agentes de paisano que paseaban entre los presentes. Los policías han puesto también pusieron numerosos trabas al trabajo de los informadores. En el exterior impidiendo a un cámara de TVE grabar imágenes de los manifestantes situándose frente a ellos, y en el interior reteniendo a los periodistas hasta que los banqueros habían abandonado la sede de los juzgados para que no pudieran abordarlos.

Emilio Botín salió de las dependencias judiciales acompañado de una corte de empleados de la entidad, con una sonrisa en la cara y saludando con una mano a quienes le increpaban con gritos de “¿dónde está nuestro dinero?” y “que los saquen en furgón y les lleven a prisión”. Sólo hizo una escueta declaración a los informadores: “la cosa pinta bien”.